Este año las declaraciones de tres astronautas en redes sociales han generado olas de opinión
Si pudieramos cruzar el cielo del planeta, y sobrevolar a toda velocidad de un polo al otro con una vista privilegiada, ¿cuál sería nuestra reacción?
Probablemente comenzar a disfrutar del mejor mirador que se pueda pedir, y hacer las fotos que solo se pueden lograr desde ese punto aventajado alrededor de la Tierra. Precisamente por eso los astronautas que continuamente habitan la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés) son una especie de celebridades de internet, seguidas por miles de personas que esperan ansiosas las increíbles imágenes y comentarios sobre todo lo que ven.
Postales de volcanes en erupción, auroras boreales desde el cielo, vistas de Venecia desde el espacio un 14 de febrero, estampas únicas del Kilimanjaro, las salidas de la luna y el sol desde un ángulo exclusivo, todo eso y más sale de las cuentas de Instagram y Twitter de los cosmonautas que viven durante meses orbitando nuestro planeta a 27 743 kilómetros por hora. Por eso, más allá de la belleza de sus privilegiados reportes, cuando un astronauta de la ISS dice sentirse alarmado por el rostro que está viendo de la Tierra, sin pensarlo mucho, hay que escucharlo.
Las fotos de Alexander Gerst, un astronauta alemán de la Agencia Espacial Europea que habita actualmente en la ISS, suelen ser hermosas. Pero esta vez, hace apenas unos días, tuvieron un tono distinto.
«Justo ahora tuve la oportunidad de tomar mis primeras fotos de la resecada Europa central y de Alemania desde hace unas semanas. Lo que había sido verde, ahora está todo marrón. Nunca había visto algo así antes», tuiteó el cosmonauta.
Desde entonces miles de personas en todo el mundo retuitearon y compartieron las imágenes, en las que los campos europeos parecen desiertos, a causa de las elevadísimas temperaturas que han marcado récords para ese continente este verano.
Apenas unos días antes, Gerst había comentado en su cuenta su extraña vista de Portugal, con una imagen igual de triste. «Un patrón de clima dramático sobre Portugal hoy. Luce como una mezcla de polvo, arena y humo».
A pesar de que antes de estos tuits de Gerst ya muchos de los más importantes medios del mundo se habían referido al problema de la ola de calor en Europa, y al cambio climático como principal responsable de ese clima, las vistas desde el espacio y las palabras del astronauta conmovieron a miles de internautas que vieron de un modo bastante práctico el efecto de esa amenaza.
Los cientos de seguidores en redes sociales y la repercusión en el estado de opinión que logran generar astronautas como Gerst, se han vuelto una especie de puente de la ciencia hacia el público general.
Culturológicamente, los viajeros del espacio se han erigido como otro tipo de celebridades diferentes de los típicos ídolos influencers de internet; son más bien algo así como voceros populares de la ciencia, sobre todo la espacial.
Un video como el publicado por cinco reconocidos cosmonautas de la NASA este mismo año respondió a las preguntas más locas que internautas de todo el mundo querían hacer sobre astronomía. Las interrogantes y el alcance del video demostraron que las personas perciben con admiración, curiosidad y una mayor confianza a los navegantes espaciales que a los científicos «de mesa».
Por esa causa, cada vez más, el modo en que se perciben las verdades científicas, los descubrimientos y las realidades sobre el planeta y las misiones en el espacio, tienen en cuenta las campañas de comunicación que cada astronauta puede generar desde sus propias redes sociales.
Pero no todo es color rosa. En ocasiones esa confianza general en estos «celebrities astronómicos» también podría generar, en lugar de más información accesible y conciencia, ciertas situaciones de especulación.
Este mismo año otro tuit de un cosmonauta desarrolló una ola de retuits y opiniones sobre un tema siempre atractivo: la existencia de vida inteligente y orgánica fuera de la Tierra.
En un año en que el hallazgo de agua en Marte ha hecho revivir en muchos la esperanza de vida microrgánica, Leland Melvin, antiguo astronauta de la NASA, dijo haber visto a una «criatura orgánica parecida a un alienígena» flotar fuera del compartimiento de carga del transbordador espacial Atlantis durante una misión.
Este ingeniero estadounidense, máster en Química e Ingeniería de Materiales, hizo esta fascinante revelación en Twitter en referencia a una pregunta de Scott C. Waring, quien dirige la página web UFO Sightings Daily, especializada en el tema de los ovnis, y el revuelo subsiguiente no fue poco.
De hecho, Melvin tuvo que aclarar su opinión final. La NASA les aseguró que era hielo que se había desprendido de las mangueras del refrigerante freón, explicó Melvin.
Pero lo cierto es que el ambiente, no solo el del espectáculo en el que se le entrevistó, quedó algo tenso tras la declaración del experimentado navegante espacial, a pesar de que expresó su confianza en la respuesta de los especialistas de la NASA, lo cual demostró nuevamente el poder de estas figuras para influenciar estados de opinión sobre los alcances del conocimiento astronómico.
Otro caso, incluso más peligroso, fue el de Barry DiGregorio, científico del Centro de Astrobiología de la Universidad de Buckingham, que llegó a acusar a la NASA de esconder pruebas de actividad extraterrestre en Marte durante la misión del Curiosity.
El también excosmonauta asegura que en el planeta rojo hay fósiles que representan señales de criaturas que habitaron alguna vez ese planeta. Sin embargo, la NASA opina que se trata de unos cristales.
El debate que se generó no solo ponía en tela de juicio la misión del Curiosity, una de las más respetadas, y que terminó por ofrecer las mejores observaciones del planeta que se explora sin descanso en busca de vida. El meollo del debate se centró en la interpretación de las fotos captadas de los supuestos cristales, que el excosmonauta decide ver como formas tubulares fósiles.
Al parecer la ciencia, y no solo la astronómica, debería atender ese tipo de sucesos acontecidos en este mismo año, para aprovechar las potencialidades de estas figuras intermedias entre los grandes institutos académicos y la población.
Concientizar sobre los efectos del cambio climático y generar conocimientos básicos en torno al espacio es una meta alcanzable también desde los tuits de los protagonistas de los viajes más increíbles. Pero también la especulación simplona podría llegar a contaminar el mismo espacio. La decisión, una vez más, está en lo que decida creer el lector.
Europa seca del calor desde la ISS.