Descubren el cráter del meteorito más grande que ha impactado la Tierra, el cual podría conducir a nuevas teorías sobre la evolución del planeta
En los últimos 20 años, específicamente entre 1994 y 2013, fueron 556 los asteroides que impactaron contra nuestro planeta, según un mapa publicado por el Programa de Objetos Cercanos a la Tierra, de la estadounidense Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA). La buena noticia es que la mayoría no han sido más que bolas de fuego inofensivas que se desintegraron al ingresar a la atmósfera. Sin embargo, no siempre ha ocurrido así.
Hace unos días, un equipo de geofísicos encontró en el centro de Australia huellas de un cráter de 400 kilómetros de diámetro, el mayor del que se ha tenido registro hasta la fecha, provocado por el impacto de un enorme asteroide que se dividió en dos hace cientos de millones de años.
«Parecen dos grandes estructuras, cada una de unos 200 kilómetros», lo que haría de esta zona la del impacto del meteorito más grande del mundo, explicó Andrew Glikson, investigador principal del Departamento de Arqueología y Antropología de la Universidad Nacional Australiana (ANU), en declaraciones a ABC.
Si bien el cráter ha desaparecido hace tiempo, aún quedan las cicatrices gemelas de los golpes ocultas en las profundidades de la corteza terrestre. Según el artículo publicado por los científicos en la revista geológica Tectonophysics, el hallazgo de un antiguo impacto tan violento podría conducir a nuevas teorías sobre la historia de la Tierra.
Andrew Glikson explicó que la zona de impacto fue descubierta durante una perforación de más de dos kilómetros de la corteza terrestre que formaba parte de una investigación geotérmica en la Cuenca de Warburton, una zona cercana a las fronteras de Australia del Sur, Queensland y el Territorio del Norte.
Al parecer se extiende a través de la corteza terrestre, que en esta área tiene unos 30 kilómetros de espesor. El núcleo de la perforación contenía restos de rocas que se habían convertido en vidrio por la temperatura extrema y la presión causada por un impacto importante.
El asteroide se rompió en dos partes justo antes de estrellarse contra el suelo. «Los dos asteroides debían tener cada uno un diámetro de más de diez kilómetros y su impacto debió provocar la extinción de muchas especies sobre el planeta en esa época», reveló Glikson.
«Los grandes impactos como estos pueden haber tenido un papel mucho más significativo en la evolución de la Tierra de lo que se pensaba», añadió.
La fecha exacta de este acontecimiento es incierta. Las rocas alrededor del cráter datan de 300 a 600 millones de años. No obstante, no existe ninguna indicación geológica del impacto, al contrario de lo que se observó, por ejemplo, para el asteroide que golpeó la región del Golfo de México hace 66 millones de años.
Este último impacto —recuerdan los especialistas— parece haber ocasionado la extinción de muchas especies animales. Al golpear el suelo, ese asteroide de más de diez kilómetros de diámetro envió una enorme nube de ceniza y polvo a la atmósfera, que posteriormente se convirtió en la capa sedimentaria de rocas de todo el planeta.
Sin embargo, nada de esto se encontró ahora en los sedimentos que datan de hace 300 millones de años, pertenecientes al doble impacto de asteroides gigantes en Australia.
«Es un misterio, porque no podemos hallar una extinción animal que se corresponda con esta doble colisión. Esto sugiere que el impacto podría ser más viejo. Pudo haber causado un evento de extinción masiva importante, pero no sabemos cuándo, y estamos trabajando en ello.
«Cuando sepamos más sobre la era del impacto, sabremos si está vinculada a una de las más grandes extinciones masivas», subrayó Glikson, quien añadió que parte del interés es saber si este fenómeno contribuyó a la desaparición de los dinosaurios.
El impacto de cometas y asteroides cercanos a la Tierra (llamados NEO, Near Earth Object) no es solo ciencia ficción. Así quedó demostrado el 15 de febrero de 2013, cuando una roca de 17 metros inesperadamente cayó en Chelyabinsk (Rusia), provocando un millar de heridos y daños materiales por valor de 40 millones de dólares.
Entonces ¿estaremos preparados para localizar con antelación un asteroide peligroso y desviar su trayectoria?
Según aclaró el científico de la NASA Jason Kessler, durante una entrevista con El Mundo, desarrollar tecnologías que permitan cambiar la órbita de un asteroide que se dirija a nuestro planeta es posible, pero se trata de una tarea compleja, cara y para la que hace falta mucho tiempo.
Kessler es también director del Asteroid Grand Challenge, un programa creado por la NASA para recabar ideas y la colaboración de científicos y profesionales de distintos ámbitos, aficionados a la astronomía, empresas, instituciones y ciudadanos de todo el mundo para aprovechar su talento y elaborar un plan que permita, en el futuro, hacer frente a un objeto rocoso peligroso.
Según subrayó Kessler, no hay en el punto de mira ningún asteroide que pudiera acabar con la civilización humana: «Ninguna de las órbitas que siguen los grandes asteroides que hemos descubierto supone un riesgo para la Tierra en los próximos cien años», sostuvo.
Sin embargo, admitió que aún no tienen localizados todos esos grandes asteroides que creen que existen, así como otras rocas más pequeñas, cuya capacidad destructiva podría ser alta si caen en un sitio muy poblado.
Kessler reconoce que las probabilidades y las estadísticas pueden resultar conceptos complejos y estamos ante un asunto difícil de explicar a la población. Por ejemplo, se estima que un asteroide del tamaño del que acabó con los dinosaurios (diez kilómetros) cae cada cien millones de años. «Si nos vamos a una escala más pequeña (asteroides de 20 metros, similares al de Chelyabinsk), la probabilidad es que impacte uno contra la Tierra cada cien años».
Una vez que los NEO son descubiertos, el siguiente paso es rastrearlos para conocer cuál es su órbita y determinar si suponen un riesgo para la Tierra. Después hay que analizar variables como su composición, tamaño, forma…
«Depende de muchos factores. Uno de estos es cuánto tiempo tenemos hasta que llegue. También de cuán grande sea el asteroide, y de qué esté compuesto», señaló Kessler.
Con poco tiempo —dijo— escapar sería prácticamente la única opción. «Si encontramos un asteroide que va a chocar en solo un par de años, la mejor solución en la actualidad sería dar la alerta y prepararnos para evacuar a la gente».
Si disponemos de varios años, afirmó, las opciones son también limitadas, porque lleva bastante tiempo diseñar, desarrollar y ejecutar una misión espacial. En ese plazo de tiempo la solución más viable sería enviar un misil o una nave espacial muy pesada a gran velocidad para que chocara con el asteroide y cambiara su órbita, propuso.
Pero si se detecta un asteroide muy masivo, con un plazo de tiempo de 20 años, se podría diseñar y desarrollar una misión, aseguró.
«Pensamos que un tractor gravitacional, o la masa de una nave espacial que se sitúe cerca del asteroide peligroso, podría cambiar su órbita en el transcurso de muchos años sin necesidad de tocarlo», anunció.
Uno de los ejes del Asteroid Grand Challenge es acelerar la localización de asteroides potencialmente peligrosos, que es el primer paso y el más difícil. «Encontramos unos mil asteroides cada año, pero tenemos planes para ampliar la búsqueda y descubrir unos 10 000», concluyó.