Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Cuando la cigüeña toca la puerta antes de tiempo

Autor:

Lisandra Gómez Guerra

Laura cambió casi a la velocidad de un pestañazo las libretas y libros por pañales y ropa en miniatura. Sin concientizar la nueva realidad se vio sobre una cama hospitalaria. No solo por tener 14 años, sino porque en su historia clínica cayeron de golpe varios riesgos para echar adelante sus 16 semanas de embarazo.

Desde allí, a fuerza de muchos empeños personales y del claustro de profesores de su secundaria básica, cerró el noveno grado. Postergados quedaron los anhelos de continuar estudios en la enseñanza técnica. Por ahora, solo atina a ganarle horas al día para atender a Rolandito, su pequeño de seis meses, y el resto de las labores de la casa.

El caso Laura es uno entre las 420 espirituanas, casi niñas que dieron a luz en 2023. Cifra que no solo enciende el bombillo rojo del sistema de Salud por la cantidad, sino por los contratiempos asociados con los partos pretérmino, el bajo peso al nacer y el crecimiento intrauterino retardado… realidades frecuentes en el grupo de embarazadas menores de edad.

A ello se suma lo que en los libros especializados aparece más exacto que una cuenta matemática: en las adolescentes se incrementan los riesgos de aborto, sangrado, infecciones, enfermedades hipertensivas y anemias… Incluso, se habla de un alto índice de ocurrencia de muerte durante el parto.

Refuerza ese amargo panorama la tendencia a abandonar los estudios y no incorporarse al trabajo por mantener relaciones afectivas con hombres mayores de edad que se lo imposibilitan, o solo encontrar opciones laborales que exigen de esfuerzos físicos, ante sus bajos niveles educativos.

Todo ello convierte el embarazo en la adolescencia en un problema de salud y social, y su prevención se coloca entre las principales preocupaciones y ocupaciones del Ministerio de Salud Pública y otros sectores.

Tampoco es secreto el desabastecimiento de preservativos en la red de farmacias del país, por lo cual han aumentado las prácticas sexuales desprotegidas. Sin embargo, estudios científicos también han develado, en más de una ocasión, que las adolescentes cubanas usan menos la anticoncepción que las mujeres de edades más avanzadas.

Dicha realidad apunta directamente a otra diana: la deficiente educación integral sobre la sexualidad en nuestro contexto. Les corresponde a hogares y escuelas elevar mucho más sus voces al respecto.

Sobre este fenómeno, además, se mira con lupa que en los últimos años crece la heterogeneidad de la fecundidad adolescente, según zonas de residencia, provincias y municipios. Sancti Spíritus no es la excepción. Los territorios con significativas áreas rurales, como La Sierpe, Jatibonico y Cabaiguán, registraron en 2023 índices de embarazo en la adolescencia que superan la media del territorio.

Y si de no romper con lo estándar se refiere, las cifras nos remiten a tendencias nacionales e internacionales: el 18,9 por ciento de los nacimientos de 2023 corresponden a mujeres entre 12 y 19 años de edad, y la Organización Mundial de la Salud alertó sobre el número de nacimientos de madres adolescentes: 16 millones cada año a escala global.

De ahí que los desafíos trascienden fronteras y exigen el compromiso de todos los implicados en la educación integral sobre planificación familiar, maternidad y paternidad responsables, y salud sexual y reproductiva, como los métodos preventivos más eficaces.

Mientras la cigüeña siga tocando la puerta antes de tiempo, será el embarazo en la adolescencia uno de los problemas sociales y de salud más acuciantes a solucionar.

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