Casi concluye uno de los meses en los que, con más sano orgullo, celebramos nuestra cubanía, identidad, cultura patria, y se nos reafirma, inevitablemente, de dónde venimos y hacia dónde vamos, pero sobre todo se nos convoca a reflexionar sobre lo que debemos a toda costa seguir defendiendo.
Este antepenúltimo mes del año inicia con el tributo doloroso y comprometido, a la vez, a los mártires de Barbados, confirmándonos que, para los revolucionarios, es deber sentir en carne propia toda injusticia cometida en cualquier parte del mundo.
Es también tradición rendir tributo a los guerrilleros Ernesto Che Guevara y Camilo Cienfuegos, a quienes volvemos buscando los caminos, los modelos de hombre nuevo que debemos seguir forjando y que nos hacen más falta que nunca.
Más allá de estandartes y homenajes, los buscamos y rencontramos en la sonrisa de los niños; en la entrega del deportista y el afán del campesino; en el ímpetu de nuestros médicos y especialistas en muchas partes de Cuba y el mundo; en la entrega de nuestros maestros y científicos; en los que luchan todos los días por ser mejores y aportar a esta sociedad, imperfecta y compleja, que sigue intentando ser la más justa posible.
A la Demajagua volvemos también, porque allí empezó todo, y la inquebrantable decisión del Padre de la Patria de llamar a la lucha a los hijos e hijas de esta tierra, rebelde y heroica, nos convoca a beber de esas raíces libertarias porque, todavía hoy, en eso nos va la vida.
Son también estos días el pretexto ideal para celebrar nuestra cultura, nuestra identidad, esa cubanía que llevamos por dentro, que nos hace actuar, pensar, reír, soñar, luchar y amar, levantarnos de cada caída o ante cada tropiezo, por muy complejos y desafiantes que sean los tiempos que corren, y vivir orgullosos de decir «Cuba» donde estemos y a donde vayamos.
Y es que esa mezcla de optimismo que nos corre por las venas y nos convida a no rendirnos, a seguir creando, viene de muchas ideas esenciales. Comparto algunas que me vienen a la mente, con las que termino, para que también este octubre sea una convocatoria a no cansarnos ni agachar la cabeza, y mucho menos a olvidar, que sería entonces naufragar.
De Martí: «Dos Patrias tengo yo: Cuba y la noche».
De Fidel: «Hay una razón que nos asiste y es más poderosa que todas. Somos cubanos, y ser cubanos implica un deber, no cumplirlo es crimen y es traición».
De nuestro Che: «Hay lazos que no se pueden romper como los nombramientos».
De Fernando Ortiz: «Para nosotros los cubanos nos habría de convenir la distinción de la “cubanidad”, condición genérica del cubano, y la “cubanía”, cubanidad plena, sentida, consciente y deseada; cubanidad responsable, cubanidad con las tres virtudes, dichas teologales, de fe, esperanza y amor»
De Eusebio Leal: «¿Qué es ser patriota? Es una carga muy pesada arriba de todos nosotros y de cada uno… ¿por qué? Primero la cubanía, la cubanidad, para mí la cubanía es superior, la cubanidad es un poco entre nosotros. La cubanía es un sentimiento que puede sentirse en cualquier ángulo de la tierra donde uno enfoca el lugar patrio, el lugar donde nació.
«Una cosa es el país, nuestro país es una tierra, es un espacio, es una isla (...); lo segundo era el concepto Patria, que era un sueño, un poema por el cual tanto se luchó; y el tercero una nación, el Estado de derecho, los símbolos nacionales, la vida común de todos reunidos respetando a cada cual su espacio, pero unidos en una convicción de acatado sentimiento de ser una nación.
«(...) el concepto de Patria no admite naufragio ni olvido...».