Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Un Parlamento, un país

Autor:

Lisandra Gómez Guerra

Cacha, la montuna de Condado, Trinidad, tierra donde los alzados se hicieron famosos a punta de violencia, dice siempre que Cuba es como una mano con sus cinco dedos diferentes, pero unidos.

«Cuando se pierde alguno, o varios, se guapea con lo que queda», asegura, y saca del bolsillo de la gastada bata de casa su mano derecha, desfigurada por un accidente cuando apenas empezaba a caminar, lo cual no ha sido jamás impedimento para sacarle frutos a la tierra.

Sabia esta guajira de piel curtida, que sin conocer sobre símil u otro recurso literario dibuja el espíritu de esta nación: su diversidad es el sostén en la construcción constante de un mejor país.

Y justo una representación de esa pluralidad que camina, convive y se esfuerza día a día subirá el venidero 19 de abril al Parlamento, esa especie de podio donde, en consenso democrático, se moldea gran parte de los caminos a transitar por quienes residimos en esta Isla.

Para nadie es un secreto: será un momento histórico para los 470 diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular, representantes de todos los sectores, no solo por la responsabilidad de elegir, entre ellos, a su presidente, vicepresidente, secretario y demás integrantes del Consejo de Estado, y al Presidente y al Vicepresidente de la República, sino por la tarea de buscar estrategias para sortear una de las crisis económicas que más nos han apretado los zapatos.

También le corresponderá volver sobre las mejores alte-rnativas, desde dentro, para revertir las huellas cada vez más profundas del recrudecido bloqueo norteamericano, de las escasas producciones, la galopante inflación económica, el desabastecimiento de alimentos y medicamentos, las ilegalidades dentro y fuera de los perímetros del sector estatal y la migración, sobre todo joven —un fenómeno mundial—, que, además de ser diana para la política más sucia, punza por los bajos índices de natalidad y altas cifras de envejecimiento.

Para ello, fue trascendental el proceso que por meses vivieron cada uno de los diputados, previo a las elecciones del 26 de marzo. Auscultaron palmo a palmo los diferentes rincones de esta Isla —muchos que ni en fotos habían visto—, dialogaron con directivos y vecinos, y constataron que, a pesar de cargar con más de una insatisfacción en tópicos vitales como el abasto de agua o el servicio eléctrico, de forma general cubanos y cubanas anhelan seguir empujando el proyecto altruista con que soñamos desde hace más de seis décadas.

Así lo comentó Andy González Santana, el guajiro de la finca familiar La Milagrosa, enclavada en el municipio espirituano de Yaguajay, especialista en Cirugía maxilofacial: «En todos los lugares hemos encontrado electores muy identificados con el proceso. Por eso, existe compromiso con todos estos asuntos. Lo que hay es que prepararse y buscar la información necesaria para participar en los debates de la Asamblea con argumentos».

¿La clave? La voluntad de diálogo, que siempre trasciende los salones del Palacio de Convenciones en días de Asamblea Nacional. Lo conoce la Doctora en Ciencias Marta Ayala, nominada otra vez por Yaguajay, una mujer cuya humildad es tan inmensa como aquellas largas semanas en que, junto a su colectivo del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, batalló para darle una estocada al coronavirus. «Ser diputada es un acto de conciencia», dijo llanamente en uno de los intercambios en el norteño territorio espirituano.

Con esa máxima se izarán en el Parlamento, a partir de este 19 de abril, la creatividad y el ingenio, para desterrar posturas y pensamientos anquilosados, lograr que la empresa estatal socialista se consolide como sujeto fundamental de la economía, tirar abajo prejuicios, trabas, burocratismos y el enfermizo Yo por encima del Nosotros.

Porque, como asegura Cacha, la humilde campesina del lomerío trinitario, no existe impedimento, a pesar de las diferencias, cuando se tira para el frente con unidad.

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