«Me gusta llegar del trabajo y que mi mujer me esté esperando en la casa con todo hecho».
«No quiero recibir mujeres jóvenes en la empresa porque después de enseñarlas y darles responsabilidades, tienen hijos y comienzan a ausentarse».
«Si te graduaste de ingeniera con Título de Oro, ¿por qué estás en una plaza laboral de secretaria?».
«Nadie cree que tú, como Directora de la unidad, puedas lograr mejores resultados en la producción».
Y pudiera seguir recordando otros parlamentos del guion de la telenovela cubana Asuntos pendientes, a cargo de Yamila Suárez y dirigida por Felo Ruiz, cuya transmisión apenas inició hace dos semanas. No son pocas, y me alegra que se visibilicen en un producto audiovisual de alta demanda, las situaciones comunes que no pocas mujeres enfrentan a diario en sus vidas.
Sin comentar sobre la fotografía, la calidad de las actuaciones, el sonido o cualquier otro aspecto a debatir desde el punto de vista artístico, la telenovela ha colocado en la pantalla chica algunas de las escenas que usted y yo sabemos que existen a nuestro alrededor. Se ha preguntado entonces: ¿cuánto machismo aún debemos desterrar de nuestra sociedad?
Otras pueden ser las preguntas que afloren, a raíz de las realidades presentadas: ¿cuántos hombres cubanos se han acogido en los últimos tiempos al Decreto-Ley 56/2021 De la maternidad de la trabajadora y la responsabilidad de las familias? ¿Cuántos ancianos son cuidados por hijas, nietas, sobrinas, tías y otras familiares que renunciaron a su vida profesional porque «nadie» podía hacerlo? ¿Cuántas mujeres en calidad de directoras de escuelas, centros hospitalarios, medios de prensa, fábricas, hoteles y cooperativas agropecuarias poseen tres y cuatro jornadas laborales en 24 horas, porque en la casa siguen siendo las que lo hacen todo? ¿Cuánto debe ganar aún el empoderamiento femenino en el país?
No se trata de armar dos bandos y enarbolar banderas: machistas vs feministas. Se trata de convivencia social basada en el respeto, la admiración y la equidad. Debemos echar por tierra mandatos arcaicos del patriarcado y ampliar los horizontes. ¿Usted le frenaría a una hija su deseo de crecer profesionalmente porque alguien dictaminó que le corresponde el delantal y la escoba? Como madre no debe inculcarle a su hijo que su esposa debe abandonar su superación «porque tiene que atenderte como toda mujer de familia».
Los roles que se construyen y se pretenden mantener contra viento y marea, lastiman, cercenan, duelen. Y fíjese que la marca en la espalda de Patricia, quien llegó a la capital huyendo de Cienfuegos, aún no se ha aclarado en la telenovela, y ese es otro tema al que envuelve el silencio muchas veces.
Le propongo que vea la telenovela, que si bien puede tener desaciertos como cualquier obra, ya ha tocado aspectos neurálgicos en lo que respecta al rol de la mujer en la Cuba actual. Ello, en principio, le puede provocar a usted para que detecte en su entorno más cercano los hechos similares y le convide a pensar qué hacer para evitarlos.
Hágalo ahora, no lo deje para mañana. De «asuntos pendientes» nos colmamos el camino que conduce a un mejor país.