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La deuda que no brinca un chivo

Autor:

Lázaro Fariñas

Cada uno de los ciudadanos que residimos en Estados Unidos debemos, en el momento que escribo este comentario, $47 000,00. Parece una enorme cantidad, ¿verdad? Sí que lo es, pero lo peor es que, cuando nos levantemos mañana por la mañana, deberemos un poco más.

Cada día que pasa, nuestra deuda aumenta, y que yo sepa, nadie de los que aquí vivimos sabemos cómo vamos a pagarla. Los números no engañan. El 16 de mayo de este año la deuda nacional ascenderá a la pequeña cantidad de 14,27 millones de millones de dólares. Lo terrible no es eso, sino que el Gobierno le está pidiendo al Congreso que suba el tope para que podamos deber más.

Por la ley vigente en estos momentos, el Gobierno no puede endeudarse más de esa cantidad y a partir de esa fecha, si no recibe más dinero, creará un caos al no poder cumplir con las obligaciones financieras contraídas. Lo más probable es que el Congreso acepte el pedido del Gobierno y suba el tope.

Los republicanos, que son los que tienen el control de la Cámara de Representantes, no quieren hacerlo hasta que el Gobierno no reduzca más los gastos públicos, pero el problema es que ya hay pocos lugares de donde se puedan reducir. Los demócratas acusan al Gobierno de George W. Bush de ser el culpable de la situación actual, por haber hundido al país en dos guerras que han costado cientos de miles de millones de dólares y haber reducido las entradas con los cortes de impuestos a los contribuyentes, que a los que más han beneficiado ha sido a los más poderosos y a las grandes corporaciones del país. Al mismo tiempo, acusan a los demócratas por los grandes gastos públicos en programas sociales.

No importa si son los republicanos o los demócratas los culpables, lo que sí es cierto es que, por cada dólar que gasta el Gobierno norteamericano en este momento, necesita pedir prestados unos 40 centavos. Es casi inconcebible, pero es así.

En el presupuesto aprobado para el período fiscal que se termina en septiembre de este año, el déficit ascendió a la friolera de 1,5 millones de millones de dólares. Cuando Bill Clinton terminó su mandato en la presidencia, dejó un presupuesto balanceado con cero déficit pero con una deuda de seis billones, la cual Mr. W. Bush llevó a diez billones al término de sus ocho años en la presidencia.

Lo peor del caso es que Obama, en solo dos años y medio, la ha llevado a la cantidad actual. A los republicanos no les queda otro remedio que aprobar la medida para subir la cantidad que el Gobierno puede deber. No hay nadie que pueda imaginar que los Estados Unidos deje de pagar los intereses y los capitales que tiene que pagar, por lo que ha pedido prestado, poniendo a la venta bonos del Tesoro de la Nación. ¿Hasta cuándo —habría que preguntarse— se puede funcionar en esta situación de insolvencia financiera?

Leyendo sobre la historia del país, parece que algunos creen que hasta siempre, porque desde el mismo comienzo el Gobierno comenzó a empeñarse. Lo que pasa es que desde Reagan para acá se ha desbocado la deuda, y en los últimos 30 años ha ido de un billón a más de 14.

Es casi inexplicable que se pueda funcionar debiendo esas exorbitantes cantidades de dinero. No hay persona en el mundo que pueda recibir prestado un centavo debiendo dinero y gastando más de lo que le entra. Quien está en esa situación no le queda más remedio que declararse en quiebra económica y los Gobiernos que han estado en una situación como esa, han recibido préstamos del Fondo Monetario Internacional o del Banco Mundial, pero imponiéndoles tremendas condiciones de ajuste interno de sus economías.

Aquí en Estados Unidos, quien impone las condiciones es una parte del Gobierno a otra parte de sí mismo. Es como si el esposo le dice a la esposa que no puede gastar tanto, pero termina comprándole los zapatos que esta quiere. Es tan así que en los últimos diez años, desde que Bush hijo llegó a la presidencia y hasta el momento, el Congreso ha subido el tope de la deuda en diez ocasiones diferentes.

Hay un sitio público en Internet en que un reloj marca en tiempo real el endeudamiento del país y el aumento del déficit, entre otras cosas. En realidad, no vale la pena ir al mismo a no ser que quiera uno ser presa de un ataque de ansiedad y no solo por nosotros mismos, sino por el futuro que les depara a nuestros hijos y nietos. Si ahora nos toca a $47 000,00 por cabeza, ¿cuánto le tocará a nuestros nietos cuando tengan nuestra edad? Es mejor no mirar el reloj, y meter —como el avestruz— la cabeza en la arena, para no ver nada, ni siquiera el futuro.

*Periodista cubano radicado en Miami

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