Lo nuevo es reconocerlo. Ryan Crocker, el embajador de Bush en Iraq dijo —no se le fue— una palabra clave para definir las condiciones en que se vive en Iraq: «miedo». Debe saberlo de muy primera mano porque la resistencia iraquí los golpea hasta en la mismísima Zona Verde, supuestamente inexpugnable centro de poder de la ocupación y también del gobierno nativo impuesto, a pesar del valladar de concreto y los puestos de control armados hasta los dientes.
«Si hay una palabra que usaría para resumir el ambiente en Iraq, en las calles, en las zonas rurales, en las urbanizaciones y a nivel nacional, esa palabra es miedo». Esa fue la frase exacta de Crocker.
De patrullaje en Bagdad. Foto: Reuters Mientras hacía esta confesión, el teniente general Raymond Odierno, segundo jefe militar de Estados Unidos en Iraq, pedía un plazo hasta noviembre para informar de los «progresos» en ese país. Recordemos que está dispuesto que en septiembre hagan tal evaluación ante ambas cámaras del Congreso y sus jefes en la Casa Blanca. Pero, un pase de revista reciente daba resultados nada halagüeños sobre la «seguridad» que debiera haber arrojado el reforzamiento de las tropas estadounidenses en el país mesopotámico y los operativos en gran escala que han lanzado contra Bagdad, Baquba y otras ciudades donde la rebeldía iraquí no ceja.
Solo con el conteo diario basta para mostrar la gravedad de la situación. El jueves, por ejemplo, se hallaron 17 cadáveres en los barrios bagdadíes de Rasafa y Al Kart, hubo estallido de coches bombas en Al Mansur, una lluvia de proyectiles cayó sobre la fortificada Zona Verde, se atentó contra un convoy policíaco en el barrio de Kadimimya, cinco efectivos norteamericanos murieron en eventos separados, el número de los iraquíes fue mucho mayor —policías, insurgentes y civiles—, se mencionan enfrentamientos o incidentes bélicos variados en Muqdadiyah, Mosul, Hawija, Kirkuk, Haqlaniya y Cukurca. En fin, es un día como otro cualquiera. Sí, hay razones para tener miedo en Iraq.
Pero también ese desasosiego se siente en EE.UU. Una encuesta de CBS News y The New York Times revela que 61 por ciento de los norteamericanos estima que el Congreso no debe seguir financiando una guerra que no tiene fecha exacta para la retirada de las tropas, mientras que un ocho por ciento cree que debe cesar totalmente, y ya, ese presupuesto para la guerra.
Aunque el 64 por ciento de esa ciudadanía estima que la guerra va mal y el 45 por ciento dice que va muy mal, los demócratas no lograron hacer avanzar en el Senado una ley que obligaría a la retirada.
Harry Reid, líder de la mayoría demócrata del Senado dijo que «lamentablemente, los republicanos eligieron bloquear esta enmienda» y «eligieron continuar protegiendo al Presidente en vez de a nuestros soldados, sin importar el precio que nuestro país deba pagar».
Tampoco los empuja otra encuesta más reveladora aun, la realizada por el sitio web Military.com, cuyos lectores tienen interés especial en la temática y, sin embargo, han dicho en un 60 por ciento que Estados Unidos debe retirar las tropas de Iraq ahora o, cuando más, terminar ese repliegue para finales de 2008, porque se están «desperdiciando allí vidas y recursos».
Como es de esperar de un segmento lector de una publicación militar, el 41 por ciento consideró que «América debe pelear hasta que la insurgencia sea totalmente derrotada»; pero el debate está también en las filas de los uniformados, sus adeptos, y sus detractores, quienes no dejan de dar su opinión contundente.
«Esta no es una guerra —es una invasión— que gasta 12 000 millones de dólares mensuales, derrocha vidas, derrocha recursos, y ni una maldita cosa ha cambiado con excepción del número a contar de los soldados norteamericanos muertos», decía uno de los lectores bajo el apelativo de «leekujawa», todo un anuncio de que más tarde o más temprano la historia pasará la debida cuenta. Entonces, el «miedo» que hoy Crocker describe para Iraq se ensañará también en la Casa Blanca de Washington...