El rechazo a la agresión militar sionista en territorio palestino abarca los medios de prensa israelíes, ante la insostenibilidad ética y diplomática del primer ministro Netanyahu. Autor: AFP Publicado: 22/11/2023 | 10:39 pm
Es verdad que puede parecer una exageración. Y seguramente me preguntarán asombrados o incrédulos ¿Que Israel y Estados Unidos, juntos, con todo su poderío, ya perdieron la guerra contra Hamás? ¡Pero si todavía no se ha terminado! ¡Lo que se acordó fue una tregua de cuatro días! Y, por supuesto, también preguntarán ¿qué clase de victoria es esa? ante el desolador panorama de destrucción a la vista. Pueblos y ciudades reducidas a escombros, cientos de miles de habitantes desplazados, industrias, comercios, sembrados, escuelas, hospitales arrasados. Unos 14 500 palestinos muertos y alrededor de 30 000 heridos, de ellos dos tercios son niños, mujeres y ancianos.
¿Quién puede cantar victoria frente a semejante saldo? ¿Hamás? No, no creo que lo pueda hacer ahora. El único vencedor a esta hora es el pueblo palestino, atacado impunemente, diezmado, pero firme en el apego a su tierra, una vez más regada con abundante sangre, aferrados a su historia y a sus derechos a ser libres y soberanos.
«Israel ha perdido esta guerra», así lo imprimió este 22 de noviembre el influyente diario Haaretz, el día 47 de la rebelión de los cautivos de Gaza, bautizada Diluvio de Al-Aqsa.
Los mismos analistas de la prensa israelí, y sus lectores, no se han contenido en sus amargos comentarios de repudio al primer ministro Benjamín Netanyahu y a su Gobierno, dominado por una extrema derecha ultraortodoxa, fanática, racista, artífice del odioso apartheid colonialista implantado en los territorios palestinos militarmente ocupados de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Oriental.
No es Hamás quien canta victoria. Son los mismos israelíes enfurecidos con ese Gobierno, y con el ciego padrinazgo de Washington quienes critican, enjuician, condenan y piden la cabeza de Netanyahu.
El llamado acuerdo de «tregua humanitaria» por cuatro días fue dilatado por Tel Aviv durante una semana, pero se vieron obligados a aceptarlo ante la demanda de los familiares de rehenes que exigen su liberación sanos y salvos, así como la masiva presión de la opinión pública mundial, mostrada en las calles, incluso de Estados Unidos y sus aliados.
Los comentarios en Haaretz son lapidarios. Brillan por su apego a una amarga realidad. «Israel ha perdido esta guerra. Gran parte del mundo ha juzgado a Israel culpable de atrocidades masivas y asesinatos en los últimos 47 días, casi negando el impacto del horrible ataque de Hamás. Entonces, lo que queda es la despoblación de Gaza y la limpieza étnica en Cisjordania. Israel se encamina a convertirse en un Estado paria aislado.
«Este lío podría costarle la reelección a Biden, que ha enviado bombas a Israel». Fuerte , ¿no?. Hay más.
No es necesario romperse los sesos buscando causas del fracaso, que uno pudiera deducir. «El belicista Netanyahu ha estado hablando de una guerra larga. Hoy definió la guerra larga, dice otro lector. Su intención es
desradicalizar a los palestinos. En el fondo de su corazón, sabe que no puede hacer esto, particularmente después de tal masacre en Gaza. Sentido común: la desradicalización debe abordar ante todo las raíces de la radicalización. Y la raíz de la radicalización de los palestinos, los musulmanes chiítas y los musulmanes suníes es la ocupación». Más claro ni el agua. Lo mismo que dijo la Cumbre de los Brics.
Tampoco falta la ironía ante el desenlace provisional de la tregua. «Vaya... Israel aceptó frenar el genocidio de palestinos bajo el paraguas de Estados Unidos. Increíble». Y, por supuesto, no faltan los que explotan contra el Gobierno, como alguien llamado Alejandro Gendler, quien exclama: «¡Esto es tan asqueroso que me enferma! ¡Hamás volvió a ganar a Israel y Estados Unidos!».
El analista Aluf Benn remarcó este miércoles que «Netanyahu… es el principal responsable de la calamidad. Ignoró todas las advertencias y amenazas inminentes. Él es el principal responsable de la calamidad… por desconocer las cartas de advertencia que le envió el jefe de la división de investigación de la inteligencia militar, el brigadier general Amit Saar, en marzo y julio».
Y la ira del comentarista llega al punto de escribir: «Quienes en Israel piden la pena capital para los terroristas deben incluir, por definición, a Netanyahu y sus socios de coalición».
A esta altura hay quienes admiten lo que hemos dicho más de una vez sobre las causas del conflicto. El terror empleado por las bandas sionistas Stern, Irgún y otras para expulsar a más de 700 000 residentes palestinos de sus tierras en 1948.
«La provocación y el desprecio sionistas son los principios fundacionales de Jabotinski y de los judíos seculares asquenazíes de la Zona de los Asentamientos. Ilan Pappe, Noam Chomsky, Edward Saaid, entre otros, incluidos Albert Einstein y Hannah Arendt, muestran los registros históricos que lo demuestran, ¡sin lugar a dudas!».
A pesar de la destrucción masiva perpetrada en Gaza, dos encuestas encomendadas por la prensa israelí revelaron que más del 75 por ciento de los palestinos apoyó la rebelión desatada por Hamás.
El conocido analista Jack Khoury reconoce, con evidente amargura, que «la liberación de prisioneros palestinos de Israel aumentará su apoyo público. Hamás, maltrecho y magullado, ya ha ganado puntos con el público palestino, incluso antes de que finalmente se produzca el gran intercambio con la liberación de posiblemente miles de prisioneros a cambio de los rehenes restantes en Gaza».
Ningún líder puede negarles su honor –admite— prácticamente todos los hogares tienen una conexión directa con alguien que estuvo o está en una prisión israelí.