Vista aérea de Malé, capital de la República de Maldivas, una de las regiones del océano Índico más vulnerables al cambio climático. Autor: Getty Images Publicado: 03/01/2023 | 11:13 pm
Justo antes de que la carrera aéreo-espacial se convirtiera en una obsesión para las potencias militares y económicas, los océanos fueron el espacio por excelencia para los intercambios entre los seres humanos, tanto de carácter mercantil, como cultural y migratorio. Las superficies oceánicas, pródigas en recursos de asegurado valor —desde los hidrocarburos hasta las especies marinas—, han ofrecido también a las generaciones humanas un aporte poco difundido, pero no menos trascendente, en términos de regulación climática.
Los pequeños Estados insulares en desarrollo (PEID) han sido ardorosos promotores de los Objetivos del Milenio en materia de crecimiento demográfico, disponibilidad de recursos, aislamiento territorial, inseguridad climática y observancia a los vaivenes del comercio global. Estos territorios —localizados en el Caribe, el Medio Oriente, el Océano Índico, el Pacífico Sur y el Asia Oriental— han clamado en múltiples foros internacionales su voluntad plena de acogerse a los principios del desarrollo sostenible. Pese a haberse aumentado en esas regiones la inversión social en materia de comunicación, infraestructura, energía y transportes; su condición vulnerable ante la concurrencia mercantil y la fragilidad de sus medios naturales de supervivencia, limita el ámbito de acción de Gobiernos locales y comunitarios.
El contexto internacional traumatizado por la irrupción de la pandemia de la Covid-19, ha complejizado los desafíos ambientales y socioeconómicos de los atolones, islotes y archipiélagos que conforman la geografía insular. Las afectaciones materiales provocadas por la restricción de las exportaciones de servicios y el desplome de los ingresos generados por el turismo de masas, han restringido las capacidades de los PEID para la importación de bienes manufacturados, para solventar las distancias de los mercados emisores de intercambio comercial e implementar las instalaciones requeridas para la conectividad digital.
Según el Índice de Vulnerabilidad Medioambiental concebido por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), los PEID han consagrado de manera sostenida preciosos recursos a la adaptación de sus estructuras socioeconómicas al cambio climático. Pese a albergar menos del uno por ciento de la población mundial y generar una dosmilésima parte de las emisiones de carbono en el planeta, los territorios insulares presentan una inseguridad apreciable en cuanto a los efectos previstos del calentamiento global y el consecuente incremento del nivel de los océanos. Más allá de los perjuicios ocasionados a la pesca, la acuicultura y el turismo, los gases de efecto invernadero han puesto bajo amenaza los hábitats marinos y las infraestructuras costeras en un plazo estimado por los expertos ambientales en escasas décadas.
Los habitantes insulares han clamado en escenarios planetarios por la salvaguarda de su espacio vital, desde que la Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible en 1992 —la célebre Cumbre de la Tierra— identificara la susceptibilidad particular de los PEID a las problemáticas ambientales y las conmociones del comercio a escala mundial.
La isla de Santa Lucía fue reconocida por el PNUMA por su trabajo medioambiental. Foto: Pinbax Images.
Esta preocupación de los seres humanos por la supervivencia de la especie en un contexto socioambiental cada vez más adverso, fue ratificada durante la 15ta. Conferencia de Diversidad Biológica COP15 (Montreal, 3-19 diciembre de 2022). En esta reunión de alto nivel fueron identificadas las Iniciativas Emblemáticas de la Restauración Mundial, las cuales procuran la restitución de ecosistemas con vistas a revertir la crisis planetaria generada por el cambio climático, la pérdida de la biodiversidad y la contaminación provocada por la acumulación de desechos.
En consonancia con el Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas (2021-2030), esos proyectos se han concebido para mitigar a gran escala y a plazo extendido, la degradación de los espacios naturales en el planeta. Dichos planes de restitución de los ecosistemas terrestres y marítimos fueron amparados por el Grupo Consultativo Interinstitucional sobre los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo, con plena actividad mancomunada desde la década de 1990.
Ante este escenario ambiental y geopolítico, los habitantes de las naciones insulares podrán aspirar a un futuro sostenible para sus territorios, a través de acciones ciudadanas y colectivas que trasciendan la desidia y el negacionismo de buena parte de la comunidad internacional.
La República de Vanuatu, entre otros archipiélagos del Pacífico, han sido declarados en estado de emergencia climática.Fotos: Getty Images.