Estados Unidos admitió haber usado las «relaciones diplomáticas» para obligar a Brasil, uno de los países más azotados por la pandemia de COVID-19, a rechazar la autorización de la vacuna rusa Sputnik V y, además, presionó a otras naciones para que no admitieran la ayuda de médicos cubanos.
Un reporte de nodal.am dio a conocer que, según el informe anual del Departamento de Salud de Estados Unidos, ese país reconoció haber ejecutado tales presiones.
Las autoridades estadounidenses atribuyeron sus acciones a la necesidad de «mitigar los esfuerzos» de Rusia para aumentar su «influencia» en la región, lo que, como argumenta el documento del Departamento, sería perjudicial para la «seguridad de Estados Unidos».
En el informe —ironiza el reporte— no se dio más detalles sobre cómo la aprobación de una vacuna adicional para combatir la pandemia en Brasil socavaría la seguridad de Estados Unidos.
El 17 de enero la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa) de Brasil, órgano regulador en ese país, había aprobado, en formato de emergencia, el uso de dos vacunas contra la COVID-19: la desarrollada por la Universidad de Oxford y AstraZeneca y la del laboratorio chino Sinovac, mientras la Sputnik V —que luego se conoció es una de las más eficientes— tuvo que esperar.
El boicot estadounidense se llevó adelante en toda Latinoamérica. El propio informe del Departamento de Salud de Estados Unidos, señala que estos esfuerzos se hicieron para garantizar la «seguridad nacional» y añade que el Gobierno de Estados Unidos ofreció «asistencia técnica y humanitaria para disuadir a los países de la región de aceptar ayuda de países malintencionados».
En el mismo documento se reconoce que usaron agencias para «persuadir a Brasil de que rechazara la vacuna del COVID-19 y ofrecer ayuda técnica a Panamá para que rechace a los médicos cubanos».