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Ahora que La Habana es la sede del Ejercicio Regional de Simulación de la Respuesta a Terremotos (Simex 2019), evocamos el mayor de los captados instrumentalmente en toda la historia de la Humanidad, en el Cinturón de Fuego del Pacífico.
A las 6:02 a.m. del sábado 21 de mayo de 1960 se registró un primer terremoto en la ciudad chilena de Concepción. Y a las 6:33 a.m. tuvo lugar allí el segundo sismo. Las comunicaciones telefónicas desde Santiago de Chile con el sur se interrumpieron y las primeras noticias se obtuvieron por informes del periodista Enrique Folch, quien había recepcionado señales de radioaficionados desde la zona de la tragedia.
El presidente Jorge Alessandri suspendió inmediatamente las tradicionales ceremonias en honor al Día de las Glorias Navales y su acostumbrado mensaje presidencial a la Nación desde el Congreso Nacional, para pedir ayuda a los chilenos de las zonas no afectadas y a la comunidad internacional. Y también en la misma ciudad de Concepción, a las 2:55 p.m. de ese mismo día, estalló un tercer fenómeno de este tipo cuyos cortes eléctricos dieron lugar a numerosos incendios, derrumbes y calamidades como la rotura de las tuberías de agua potable.
Mientras Chile organizaba la estrategia gubernamental para ayudar a los habitantes de Concepción, un terremoto aún peor estaba por ocurrir. A las 15 y 11 horas del domingo 22 de mayo de ese propio 1960, igualmente en Chile, comenzó a producirse una ruptura tectónica de proporciones nunca antes registrada en toda la Historia del mundo, en la zona cercana a Temuco.
Sus temblores fueron físicamente percibidos por las personas en todo el Cono Sur de América, y con los instrumentos de medición en todo el planeta. Se le considera como un Megaterremoto o Terremoto Gigante, y afectó a Chile, Hawai, Japón, Filipinas, el este de Australia, Nueva Zelanda y Alaska, con muertes calculadas en más de 10 000 personas.
Su epicentro se detectó en las cercanías de Taiquén, provincia de Malleco, Región de la Araucanía. Provocó una serie de maremotos cuyo alcance se extendió a diversas localidades a lo largo del Océano Pacífico, a la vez que determinó la erupción del volcán Puyehue que cubrió de cenizas el gran lago homónimo. Nos referimos al Gran Terremoto de Valdivia, en Chile, que fracturó la zona completa entre la Península del Arauco, en la Región del Biobío y la Península de Taitaco, en la Región de Aysén.
Pero no se piense que por eso causó destrozos inimaginables solo en ese territorio. La onda expansiva recorrió el Océano Pacífico y 15 horas después un maremoto de 10 metros de altura azotó la ciudad de Hilo, en el archipiélago de Hawai, a más de 10 000 kilómetros de distancia del epicentro del terremoto de Valdivia.
Y los científicos han dicho, además, que casi el 25 por ciento de la energía sísmica de todo un siglo en el planeta se concentró en dicho fenómeno natural, de tal modo que movió tres centímetros el Eje de la Tierra, como resultado de que las placas sudamericanas de Nazca y de Chiloé se acercaron bruscamente a unos 40 metros, cuando normalmente lo hacen entre ocho y nueve centímetros anuales. Y con tanta energía que equivalió aproximadamente al 22,2 por ciento de la liberada por todos los movimientos sísmicos entre enero de 1906 y diciembre de 2005, es decir, durante cien años exactos.
El cataclismo devastó 400 000 kilómetros cuadrados entre Talca y Chiloé, y se extendió de Norte a Sur casi 1000 kilómetros de longitud, de tal manera que estudios posteriores concluyeron que el cruelmente célebre sismo de Valdivia no fue otra cosa que la sucesión de unos 40 terremotos que abarcaron realmente 1 350 kilómetros.
Un escritor, Hernán Olave, en un libro, expresaría: «Fue como un gigantesco cíclope que con un enorme mazo iba aplastándolo todo lleno de furiosa ira. Un gigante que enloqueció y empezó a repartir mazazos a diestra y siniestra, dejando brutalmente herida a toda la ciudad».
El Terremoto de Valdivia ha sido el más fuerte del mundo. Los otros cuatro más poderosos fueron los de Alaska, el 27 de marzo de 1964, de 9,1 grados Richter; Indonesia, el 26 de diciembre de 2004, de 9,2 grados; el de Japón, el 11 de marzo de 2011, de 9,0; y el otro en Chile, el 27 de febrero de 2010, de 8,8 grados.
Fotos: David Gómez Ávila.
Fuente: El terremoto más grande de la historia, Steve Benedetti, 2010, y Horas de tragedia, 1960, Hernán Olave.
