El Gobierno israelí ha respondido con fuego a las protestas, incluso con el uso de francotiradores. Autor: FDI Publicado: 21/04/2018 | 08:20 pm
Otro baño de sangre —semejante al cometido en 1948 por las bandas armadas sionistas Irgún, Stern y otras— contra indefensas poblaciones palestinas, marca el inicio de los festejos por el aniversario 70 de Israel.
En un despiadado ritual de conquistadores, guiados por una creencia supremacista de elegidos, dotados de impunidad, desde hace tres semanas soldados israelíes, incluidos cientos de francotiradores, disparan a matar contra pacíficos manifestantes palestinos en Gaza.
Considerada la mayor cárcel a cielo abierto, en una franja costera de 360 kilómetros cuadrados, bloqueada por aire, mar y tierra, en Gaza viven 2 000 000 de personas, y de ellas la mitad son menores de 18 años.
La Gran Marcha por el Retorno, organizada por movimientos sociales, comités de resistencia y formaciones políticas como Hamas, se diseñó como una movilización pacífica entre dos fechas emblemáticas: el 30 de marzo (Día de la Tierra, jornada contra la confiscación de tierras palestinas) y el 15 de mayo, día de la Nakba o Catástrofe, fecha que marca el desplazamiento de cientos de miles de palestinos a partir de la proclamación unilateral del Estado de Israel.
A pesar de que expertos en derechos humanos recuerdan que las protestas pacíficas son un método legítimo de expresión de la opinión, que las autoridades israelíes están obligadas a respetar, el Gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu y su titular de guerra, Avidor Lieberman, dieron orden de tirar a matar, sin rubor ni reparo, a cualquier manifestante que se aproxime a menos de 300 metros del muro de separación entre Israel y Gaza.
El Gobierno israelí pretende desconocer y hacer olvidar, por otra parte, la justeza del reclamo de los palestinos a su derecho al retorno a su tierra, motivo de la movilización.
«Pocas personas saben que, como condición para su admisión en la ONU en 1949, Israel aceptó la Resolución 194 de la ONU, que estipula que los palestinos que huyeron o fueron expulsados durante la toma de posesión israelí de Palestina en 1947-1949 tienen derecho al retorno», recordó la profesora Rima Najjar, investigadora en la Universidad de Al-Quds, de Cisjordania ocupada.
De los 13 millones de palestinos que hay en el mundo, seis millones viven como refugiados en una treintena de países.
Tirar a matar o mutilar
Un balance provisional —debido a la continua acción represiva— indica que desde el 30 de marzo 38 palestinos han muerto y casi 3 500 resultaron heridos, de ellos 1 600 por balas de francotiradores, algunas del modelo «dum, dum», que explotan al penetrar en la carne del «objetivo».
La cuarta jornada, este viernes, reunió a miles de manifestantes en la Frontera de Gaza con Israel, y según fuentes gazatíes citadas por AFP, un adolescente de 15 años y dos hombres de 24 y 25 fueron alcanzados por disparos israelíes en el norte del enclave, en tanto otro palestino, de 29 años, murió en el sur de la Franja. Otros 440 resultaron heridos por balas o inhalación de gas, refieren los servicios de socorro.
La tercera jornada había congregado a decenas de miles de palestinos en cinco campamentos cercanos a la frontera, bajo el lema de «la quema de la bandera israelí y el izado de la bandera palestina».
Amnistía Internacional indicó que entre los heridos desde el viernes 30 de marzo se cuentan 445 niños, 21 miembros de los equipos de emergencia de la Media Luna Roja Palestina y 15 periodistas.
Según el Ministerio de Salud en Gaza, 1 236 personas fueron alcanzadas por munición real. Otros han resultado heridos por balas de goma o tratados por la inhalación de gases lacrimógenos lanzados por aviones no tripulados.
La Organización Mundial de la Salud expresó su preocupación de que casi 350 de los heridos pueden quedar incapacitados temporal o permanentemente como resultado de sus lesiones: cuatro personas sufrieron amputaciones en las piernas.
Pese a las muertes, los palestinos en Gaza realizaron la cuarta jornada de manifestaciones pacíficas por su derecho al retorno. Foto: AFP.
Encarcelar a futuros líderes
El último martes 17 de abril, en ocasión de la jornada anual de apoyo a los palestinos detenidos por Israel, miles de manifestantes desfilaron en Gaza y Cisjordania, donde decenas de niñas enarbolaban fotos de mujeres detenidas por Israel, y se concentraron particularmente ante las oficinas de la Cruz Roja Internacional, ubicadas al oeste de la ciudad de Gaza.
La Asociación de Derechos Humanos y Ayuda a los Presos emitió un comunicado en el que informó que «hasta el 1ro. de marzo de 2018 había 6 050 presos y presas políticas palestinas, de ellos 530 condenados a cadena perpetua».
Lo más doloroso es que actualmente unos 350 niños, niñas y adolescentes palestinos están privados de libertad en cárceles israelíes «hasta por el hecho de tirar piedras», juzgados por tribunales militares. Uno de los casos más conocidos a nivel mundial es el de Ahed Tamimi, una joven de 17 años que recibió ocho meses de condena por abofetear a un soldado en una airada protesta tras ver que uno de sus primos caía herido de bala en la cabeza durante un acto de protesta contra la ocupación.
Silenciar periodistas
Otro objetivo evidente de la represión es silenciar a los informadores. Francotiradores israelíes durante la Gran Marcha del Retorno dispararon e hirieron de gravedad al fotógrafo de prensa palestino Ahmad Abu Hussein, quien falleció en Ramallah, a donde llegó demasiado tarde, después de ser rechazado en todos los hospitales israelíes.
Abu Hussein no es el primer periodista que ha sido blanco de las fuerzas israelíes mientras cubría las protestas de la Gran Marcha del Retorno. El 6 de abril, el fotógrafo palestino Yaser Murtaja recibió un disparo en el abdomen mientras cubría las protestas cerca de la frontera de Gaza con Israel. En ese momento llevaba una chaqueta azul con la palabra Prensa claramente escrita en ella. Murió a causa de las heridas en el hospital al día siguiente.
El portavoz de la Gran Marcha, Ahmed Abu Rtaima, afirmó que «el objetivo estratégico es mandar un mensaje al mundo de que los palestinos se apegan a su derecho legítimo del retorno y no cederán. Lo hacemos —enfatizó— mediante una marcha pacífica».
Con la luz verde del Gobierno y la indiferencia de las potencias que como Estados Unidos y sus aliados de la OTAN apoyan ciegamente al Gobierno de Tel Aviv, a los que no les importa cultivar la amistad de violadores de derechos humanos y despiadados asesinos uniformados, los disparos siguen causando víctimas.
«No tenemos intención de cambiar las consignas de tiro, seguimos en la misma línea», advirtió el ministro de Defensa Avigdor Lieberman.
A pesar de las críticas de la ONU y de la Unión Europea, que reclamaron una «investigación independiente» sobre el uso de balas reales, las autoridades militares y gubernamentales israelíes mantienen sus consignas de tiro para las manifestaciones. Todo se desenvuelve en la mayor impunidad: ningún israelí resultó ni siquiera lesionado hasta ahora.