Víctor Gaute entregó varios de los reconocimientos Autor: Luis Naranjo Publicado: 22/12/2017 | 10:39 pm
SI una sorpresa agradable quiebra la formalidad de un guion, los asistentes al encuentro terminan agradeciendo que alguien haya decidido aportar de repente una idea, un mensaje, un abrazo… Lo vivieron, este viernes, nuestros colaboradores en Venezuela, que celebraban en Caracas el acto central por el Día del Educador cubano cuando un visitante inesperado «se incorporó» a la actividad.
El amigo reveló un secreto: hizo un alto en su camino —otorgaría poco después el Premio Nacional de Historia de Venezuela— para saludar hermanos: «¡cuánto hemos avanzado, con el apoyo de nuestros pedagogos, complementado con la larga y sistematizada experiencia de los pedagogos cubanos!», afirmó.
Luego habló de otras esencias y ubicó entre las grandes victorias bolivarianas del año que cerramos, junto a la paz, la certeza de que la educación pública venezolana es muy superior, en valores, a la privada y acotó que ese es un logro para compartir entre Caracas y La Habana. «¡No habrá vida para agradecer tanta cooperación, tanto esfuerzo hermanado de dos pueblos bajo la guía y convocatoria de Fidel y Chávez!», afirmó en discurso breve e intenso.
El acto siguió. Participaban en él representantes de nuestras agrupaciones internacionalistas y los responsables de toda nuestra estructura de hermandad con Venezuela, encabezados por Víctor Gaute, jefe de la Oficina de Atención a las Misiones Cubanas. También estuvo Fidel, recordándoles, con tono de maestro, cómo leer y escribir en la práctica esa clase que se llama Revolución.
A nombre de muchos, la colaboradora Damaris Navas evocó a Fidel, a Chávez, a José de la Luz, a Conrado y Manuel Ascunce y a todos los jovencitos que hicieron la Campaña de Alfabetización… ¡tanta gente de pecho limpio como una pizarra escolar! Seguidores suyos apoyan a los venezolanos desde variadas tareas educativas: Yo sí puedo, Yo sí puedo seguir, Robinson II productivo, Ribas productiva y Sucre.
Los ejemplos estaban allí mismo: 25 internacionalistas que merecieron reconocimiento por la altura o la culminación de sus misiones, honra asentada en diplomas que, seguramente, guardarán toda su vida. Casi paralelamente, un amplio documental del colega Luis Naranjo resumió en emociones un año de servicio de miles de buenos cubanos en Venezuela.
Orlando Álvarez, jefe del Grupo de Trabajo de Cuba en este país, comentó el cumplimiento de los planes de colaboración, el fortalecimiento de la atención a los internacionalistas y la mayor hondura político ideológica que sostiene esta avanzada del noble caimán. Álvarez recordó la tarea dada por Fidel: atender bien al pueblo venezolano, «cuidar a la tropa» y preparar el relevo. Por ahí andan ellos.
Otro detalle curioso tuvo el acto: aunque lo parecían, el trovador y el actor declamador no eran cubanos, al menos formalmente. Handel Mendoza y Antonio Machuca son venezolanos, pero los tintes hermanos, las frases y el cruce de aplausos borraron toda frontera.
Al final, acabó la clase magistral de solidaridad. El auditorio se multiplicó en grupos de cuentos, abrazos, mensajes de ida o vuelta para Cuba. Jocosamente, más de uno comentó: «¡Oye, tremenda sorpresa nos dio a mitad del acto Elías Jaua, el ministro de Educación venezolano!».