El primer grupo de 12 víctimas expresó su esperanza de que el proceso culmine en la paz. Autor: Calixto N. Llanes Publicado: 21/09/2017 | 05:54 pm
El primer cara a cara entre las víctimas y victimarios de un conflicto que ha generado dolor, muerte y desesperanza por más de 50 años, constituyó este sábado un hecho histórico sin precedentes en la historia colombiana y que se enmarca en el camino que siguen el Gobierno de ese país y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP), hacia la construcción de la paz.
Luego de una emotiva sesión a puertas cerradas de casi nueve horas, el primer grupo de 12 personas, seleccionados por la ONU, la Universidad Nacional y la iglesia católica, ofreció sus primeras impresiones a la prensa nacional y extranjera acreditada en La Habana.
En la mano de cada uno, un ramo de flores blancas como único estandarte y, en respuesta a interrogantes sobre el significado de tan bello detalle, las víctimas apuntaron que significan memoria, y esperanza de que el proceso culmine felizmente.
La delegación, compuesta por cinco víctimas de la guerrilla, cuatro de las fuerzas del Estado, dos de los paramilitares y una mujer ultrajada por distintos grupos armados, contó su historia y ofreció su propio mensaje para el proceso de paz.
En un comunicado leído por seis de las víctimas expresan, de forma unánime, su confianza en el proceso de paz como único camino para el fin de la violencia y la reconciliación nacional y compartieron el compromiso por la verdad como base de la total armonía.
«Unidas en el dolor», independientemente de quienes fueran sus victimarios, se mostraron estas personas e invitaron al resto de las más de 200 000 víctimas colombianas a hacer «causa común» en el camino hacia la paz.
De consenso fue también la exigencia a las partes a que no se levanten de la mesa de diálogo sin lograr el fin de la beligerancia, y reiteraron la necesidad de un cese el fuego bilateral, porque, según apuntó Jaime Peña —una de las víctimas— «no se puede hablar de paz en medio de la guerra».
Emotivo fue el testimonio ofrecido a la prensa por Constanza Turbay, quien perdiera parte de su familia por acciones de la insurgencia. «Este ha sido el encuentro más importante y trascendental de toda mi vida», dijo, y relató cómo Iván Márquez, jefe de la delegación guerrillera, fue hasta ella y le pidió perdón. «No fue un perdón mecánico, fue un perdón de corazón», reconoció.
Janete Bautista, por su parte, quiso también dejar claro que espera justicia por los crímenes cometidos: «No admitimos la amnistía para los militares responsables de las desapariciones forzadas», dijo en alusión a diversas iniciativas legales que podría dotar de inmunidad a algunos actores del conflicto.
Un mensaje claro enviaron para los que dentro de Colombia desestiman y rechazan el proceso de paz que se lleva a cabo en La Habana.
Ángela María Giraldo reconoció que si hoy no se llega al objetivo final, será muy difícil que otro Gobierno de esa nación apueste por intentar otra causa semejante.
«Nosotros, que quedamos en el fuego cruzado, que no causamos ni generamos el conflicto, somos, sin embargo, los más sacrificados», significó. Quienes no le apuestan a la paz, es «porque no han vivido nuestras amargas experiencias».
Se estima que más de 220 000 personas murieron en medio siglo de guerra en Colombia y la cifra de desaparecidos, según datos oficiales, asciende a 30 000. Pero «sabemos que los números son mayores», apunta Jaime Peña.
Venimos a buscar respuestas. Queremos saber dónde los enterraron, dónde están sus restos. No tenemos sentimientos de venganza, solo queremos la verdad, recalcó Janete Bautista.
Otro documento emitido a nombre de la Conferencia Episcopal Colombiana, la Universidad de Colombia y la Organización de Naciones Unidas, califican el histórico evento de conmovedor y comprometedor para la mesa de conversaciones y muy esperanzador para la construcción de la paz.
Celebran, además, el respeto y la humanidad con la que guerrilla y Gobierno han escuchado a sus víctimas, el reconocimiento que han hecho de la trascendencia de su participación y su compromiso por trabajar hasta lograr el objetivo final.
Hoy domingo parte hacia Colombia este primer grupo de cinco que viajarán a La Habana para exponer sus experiencias ante la mesa de diálogo. Ambas partes pactaron recibir en los próximos meses a un total de 60 personas afectadas por el conflicto.