Una de las tantas imágenes de Al Sisi que abundan en El Cairo. Autor: Reuters Publicado: 21/09/2017 | 05:47 pm
Atrás quedaron sus ambages, esos que hasta el momento le han servido para construir, con la ayuda de los medios de comunicación oficiales egipcios, la imagen de un general sin aspiraciones de poder. Ya es público: Abdel Fattah al Sisi va por la presidencia de la nación norteafricana. Así lo anunció el miércoles, después de renunciar al cargo de Ministro de Defensa, un paso necesario para optar por la jefatura de Estado, pues la nueva Constitución exige que sea un civil quien ocupe ese puesto, aunque paradójicamente refuerza la autonomía y las prerrogativas del poder militar.
Totalmente desconocido hasta que el 3 de julio del año pasado protagonizó el golpe de Estado contra el presidente islamista Mohammed Mursi, cuenta con el apoyo de las Fuerzas Armadas y de buena parte de la ciudadanía por haber «salvado» la nación del extremismo islámico, que reprime bajo el argumento de lucha contra el terrorismo.
Al Sisi saltó a la palestra pública en junio de 2011, cuando justificó las pruebas de virginidad a las que miembros del ejército sometieron a las mujeres detenidas en la plaza de Tahrir, durante la revuelta popular contra el dictador Hosni Mubarak.
Nacido en El Cairo el 19 de noviembre de 1954, Al Sisi se graduó en la academia militar en 1977, y durante tres décadas se construyó una impecable hoja de servicios, fundamentalmente en labores de inteligencia. En 2011, escaló a la Junta Militar que secuestró las competencias ejecutivas después de la caída de Mubarak. A pesar de no tener experiencia de combate —aunque estuvo movilizado en la guerra del Golfo de 1991, en la que Egipto formó la coalición multinacional encabezada por EE.UU.— le fue otorgado por el Gobierno interino el máximo rango de Mariscal de campo.
Ha realizado estudios de superación militar en el Reino Unido, y en el Colegio de Guerra del Ejército de Estados Unidos, donde se han formado muchos otros militares egipcios. De ahí el estrecho vínculo entre Al Sisi y el secretario de Defensa, Chuck Hagel, con quien —se dice— conversa a menudo por teléfono.
Fue, además, agregado militar en Arabia Saudita, donde cultivó su proyección internacional entre países del Golfo Pérsico que hoy apoyan la ¿nueva? etapa en Egipto.