(Para Saúl Landau, con admiración y cariño)
No es cierto, Saúl, no lo repitas. Ya sé, otros también lo dicen, pero no es cierto. Hay dolor en la voz de Carmen cuando me responde el teléfono, pero no puede ser cierto.
Me dirás que sí, que viejos amigos te han llamado y que otros han llegado desde lejos para verte, que tu propio cuerpo te lo dice a gritos, que han comenzado ya los homenajes... No importa, yo sé que no es cierto.
¿Cómo va a ser cierto, con tanta gente que te admira y te quiere? Adriana, cada vez que hablamos, me pide que vuelva a llamarte. (Y si eso no te dice mucho, es porque no sabes que ella defiende «como gata boca arriba» cada uno de nuestros minutos de teléfono). Todo el mundo le pregunta por ti, todo el mundo, pero saben que se trata solo de un viaje, que lo otro no es cierto.
¿Un viaje a dónde? No sé bien. En eso, como en la pelota, es muy difícil ponerse de acuerdo. Es un viaje del que muchos no regresan, pero tú sí, tú eres de los privilegiados. Estarás aquí cada vez que Danny me visite, y en Cuba cuando nos reunamos Los Cinco. Volverás siempre que sea leído alguno de tus libros, o visto tus documentales.
¿Cómo no vas a estar cuando alguien pregunte quién filmó esas imágenes de Fidel empujando el yipi atascado en el fango de aquel camino? ¿O tantas otras de cuando recorriste media Cuba con él, en el año 68?
¿Crees que podrás ausentarte cuando alguien vea «Que el verdadero terrorista, por favor, se ponga de pie» y por fin comprenda el caso de Los Cinco? Ni hablar de eso, compadre.
Tú estarás siempre que se vea la entrevista con Salvador Allende, quizás la única o la más importante que le realizaran en inglés, y cuando alguien descubra esas imágenes aún inéditas de Fidel conversando en su casa con Harry Belafonte.
Es solo un viaje, Saúl, lo otro no es cierto. Vendrás cuando alguien desee saber todo lo del carro-bomba que mató a Letelier y a Moffit en pleno corazón de Washington DC.
Cuando se quiera entender lo de Chiapas, o lo de las maquiladoras. Cuando lean tus poemas, o tus siempre certeros artículos.
Cuando mencionen tu Medalla de la Amistad, de Cuba, tu Bernardo O Higgins, de Chile, tu Emmy, y tus otros tantos premios y condecoraciones.
Vendrás siempre que yo cuente cómo tuve el privilegio de conocerte, de aprender contigo, de disfrutar tu sentido del humor, y cuando me pregunten a quién debo mi hermandad con Danny Glover. Estarás siempre con tu familia, con tus amigos, con tus alumnos.
Claro que no es cierto, Saúl, yo sé que es solo un viaje. Lo que no sé es si entonces podremos comunicarnos, y por eso no quiero esperar a que partas para decírtelo: Gracias por todo, mi hermano, fue un honor compartir contigo.
En nombre de Los Cinco, de nuestros familiares, y de tantos cubanos buenos: íGracias!
No te voy a negar que estamos tristes, pero a la vez nos alegra saber que en tu caso, cuando sea, será solo un viaje, porque tú supiste ganarte ese privilegio.
Muy pronto volveré a llamarte, pero ya sabes, no me repitas lo otro, porque no es cierto, Saúl. No es cierto que vas a morirte.
Gerardo Hernández Nordelo
Tomado de Granma