La delegación gubernamental hizo un balance sobre este ciclo de trabajo. Autor: Calixto N. Llanes Publicado: 21/09/2017 | 05:38 pm
Sin resultados finales sobre el tema de participación política, segundo tópico de la agenda, culminó este sábado un nuevo ciclo del diálogo de paz que siguen en La Habana las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) y el Gobierno colombiano.
Un comunicado conjunto emitido por las partes, habla solo que se inició la construcción de acuerdos sobre «Derechos y garantías para el ejercicio de la oposición política en general, y en particular para los nuevos movimientos que surjan luego de la firma del Acuerdo final. Acceso a medios de comunicación».
Durante este último ciclo, añade el texto, se escucharon los aportes de cuatro destacados profesores y académicos colombianos, conforme al mecanismo convenido para tal efecto en el Acuerdo General pactado entre ambas delegaciones en agosto del 2012.
Al hacer un balance por separado sobre lo logrado durante estas jornadas de trabajo, guerrilla y Gobierno coincidieron en que se han alcanzado progresos en torno a este segundo tema cuya discusión se inició en mayo pasado, después de lograr, en seis meses de negociaciones, un acuerdo en torno al primer punto de la agenda referente a la situación de la tierra en esa nación sudamericana.
Sobre las deliberaciones que siguen actualmente, las FARC-EP hablaron de «avances significativos y evidentes» luego de la presentación a la mesa de diez propuestas mínimas y 49 subpropuestas, que marcan el paso hacia la democracia verdadera en ese país, explicó el insurgente Jesús Santrich.
Entre las iniciativas está la creación del poder popular; establecer límites a la concentración del poder público; rediseño del orden jurídico-económico; reformas en lo jurídico y electoral; democratización de los medios de comunicación; conformación de cámara territorial y una convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente.
La Constituyente es la autoridad del pueblo y expresión de la soberanía nacional, no hay otra salida, sentenció, por su parte, el jefe guerrillero Iván Márquez.
«Esperamos terminar lo más pronto posible. Los avances son evidentes y tenemos que garantizar la participación de toda la ciudadanía en los destinos del país», concluyó.
El Gobierno, representado por Humberto de la Calle, afirmó que «paso a paso» se espera lograr un acuerdo para el fin del conflicto y darle una oportunidad a la paz. «Nunca se había llegado tan lejos», patentizó.
El también ex vicepresidente colombiano desestimó que existan «más excusas para continuar una guerra sin sentido» y agregó que quienes participen en la democracia deben tener las garantías por parte del Estado de que no van a ser «objeto de la violencia y que pueden ejercer la oposición y la actividad política legal».
Sobre este tópico en particular, al hablar sobre las garantías que las FARC-EP necesitarán para ejercer la oposición, el insurgente Ricardo Téllez señaló como lo más importante que no se «mate a la gente». En Colombia no se puede hacer oposición política abierta, argumentó Téllez.
De esa manera hacía clara alusión a la masacre cometida en la última década del siglo pasado y ordenada por el Gobierno de entonces, contra los miembros del partido izquierdista Unión Patriótica, conformado después de unos diálogos de paz entre las FARC-EP con el presidente Belisario Betancourt.
En segundo lugar —detalló— es imprescindible se lleve a cabo una reforma política profunda donde prime la democracia que hoy no existe. Se tendría que reformar también —agregó— el sistema electoral, así como disponer de plenas garantías para que los movimientos cívicos y sociales puedan participar en política. «No se trata solo de las FARC-EP, sino del conjunto de la izquierda y de los movimientos democráticos y revolucionarios del país que puedan exponer sus tesis sin temor de ser asesinados», recalcó el representante insurgente.
Ambas delegaciones agradecieron el apoyo de la región y de países que participan como garantes del proceso (Cuba y Noruega), así como a los que cumplen con su papel de acompañantes (Venezuela y Chile), por su eficaz y permanente apoyo.
Además, retribuyeron el sostén y la influencia positiva del entorno internacional, especialmente en las naciones del continente, donde es evidente —señaló el insurgente Marco León Calarcá— una preocupación por la paz en Colombia y esta como equivalente a la estabilidad de la región.