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Rachel Corrie y la burla macabra de Israel

Un juez israelí rechazó el reclamo de los padres de la joven estadounidense aplastada por un buldócer del ejército sionista en 2003, cuando protestaba contra las demoliciones de viviendas palestinas. Fue su culpa al no quitarse del camino, declaró el magistrado

Autor:

Juana Carrasco Martín

Insultante ha sido el fallo de Oded Gershon, un juez israelí de Haifa que acaba de rechazar el reclamo de los padres de Rachel Corrie contra el militar sionista —nunca identificado— que aplastó con un buldócer a su hija y le ocasionó la muerte el 16 de marzo de 2003, cuando la activista estadounidense y otros amigos del Movimiento de Solidaridad Internacional, intentaban detener la demolición de las viviendas de familias palestinas en la Franja de Gaza.

Su veredicto fue corto y despreciativo de la justicia: «Yo rechazo el reclamo. No hay justificación para demandar al Estado a pagar ningún daño». Para Gershon, el crimen fue apenas un accidente…

Apenas como reconocimiento simbólico de que se había actuado mal, los Corrie reclamaban simplemente un dólar como sanción moral, pero fue más injurioso el juez cuando dijo que la joven de 23 años fue responsable de su propia muerte por no haberse quitado del camino…, con lo que le ha dado visto bueno a un asesinato.

Nada sorpresivo para un régimen que a diario atenta contra el derecho a la vida de cientos de miles de palestinos en los territorios ocupados, detiene y encarcela a menores, golpea, tortura y hasta encierra de por vida a quienes se enfrentan a las fuerzas sionistas, les niega el derecho a su tierra y nación, permite el asentamiento de colonos sionistas en territorios que resoluciones de la ONU admiten como palestinos, impidiendo la formación de un Estado independiente y soberano, atenta contra tradiciones y cultura, y mucho más.

Cindy Corrie, la madre, contó a la prensa sentirse «herida», pero también que tenían claro desde el inicio de su lucha para exponer el crimen que hay «un bien aceitado sistema para proteger a los militares israelíes, a los soldados que ejecutan las acciones, que les provee de impunidad al costo de todos los civiles que han sido impactados por lo que hacen».

«Creo que es un mal día no solo para nuestra familia, sino un mal día para los derechos humanos, para la humanidad, para el imperio de la ley y también para el país de Israel»

Y si el juez Oded Gershon actuó con tal desprecio por la justicia, no hizo más que refrendar la actuación de los militares, cuando ni siquiera exigió los testimonios de quienes presenciaron los hechos. Testigos que no pudieron entrar a Israel por prohibición expresa del Ministro de Defensa, y que pudieron haber reiterado en la corte fraudulenta lo que presenciaron horrorizados, y refutado las irrespetuosas palabras del magistrado, porque Rachel ni siquiera hubiera podido salirse del camino del buldócer porque sus piernas habían quedado atrapadas por los escombros que le echaron encima con la maquinaria, a pesar de que el conductor la había visto perfectamente vestida con un jacket fosforescente naranja, como todos ellos, y a pocos pies de la máquinaria, y escuchado sus gritos para que detuviera la demolición. Sin embargo, el buldócer, luego de apresarla con los destrozos de la demolición, volvió a pasar una segunda vez y aplastó su cuerpo.

La política de las demoliciones para robarle su suelo a los palestinos y convertirlos en parias en su propia tierra es práctica actual, tal y como sucedía cuando Rachel Corrie y otros activistas acudían de todas partes del mundo a Palestina, en solidaridad con ese pueblo.

Hoy en día, en Jerusalén, en el Valle del Jordan, en las alturas de Hebron, las familias palestinas viven en constante temor de que sus casas y propiedades sean confiscadas y demolidas por las autoridades de Israel; los campesinos han visto actuar a los buldóceres arrancando de raíz sus olivos milenarios…

Es casi reciente que uno de los olivos más antiguos del mundo, con unos 4 000 años de existencia, todo un patrimonio de la humanidad, ha sido puesto en peligro y probablemente se seque porque a su lado, dañando sus raíces cavaron los enormes cimientos del muro de separación, la pared del apartheid, que Israel construye alrededor de asentamientos o como línea divisoria que segrega y separa pueblos y familias.

Se sabe que Israel tiene un gran aliado para sus crímenes, y así le ha tendido la mano una vez más como reválida de la complicidad: la Embajada de Estados Unidos en Tel Aviv no ha hecho, hasta el momento, ningún comentario…

Una vez más, la impunidad en zona de guerra.

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