La desnazificación de esos espacios territoriales, con raíces rusas, y el rechazo a una membresía de Ucrania a la OTAN que pondría a la Alianza Atlántica a las puertas de Rusia, fueron dos de las causas fundamentales del conflicto. Autor: Archivo Publicado: 14/05/2025 | 04:40 pm
Los ojos del mundo están puestos este jueves en la primera reunión directa Rusia-Ucrania desde que en 2022, a poco de iniciada la denominada operación militar especial de Moscú, Kiev declinara proseguir las negociaciones: una decisión alentada por Europa, con particular empuje del expremier británico Boris Johnson, según se ha filtrado después.
De entonces a acá, la imposibilidad de Occidente de asestar un golpe mortal a Rusia utilizando a Ucrania como punta de lanza, ha abocado finalmente al conflicto a la salida política, pasando por las divisiones en Europa acerca de la factibilidad de proseguir sufragando las posiciones militares ucranianas, y luego de un cambio de administración en Washington que ha traído a un Trump pragmático y opuesto a seguir gastando un solo céntimo más en un conflicto donde el gobierno protegido de Joe Biden parece condenado a la derrota.
Los majestuosos desfiles con que Rusia conmemoró hace unos días los 80 años de la victoria sobre el fascismo, de la cual la otrora Unión Soviética fue principal artífice junto al heroísmo de otros pueblos, fue magnífico telón de fondo para que el domingo su presidente, Vladimir Putin, convocara a la cita prevista este día en Estambul, fortificado por la aureola de credibilidad, prestigio y solidaridad que conformó la presencia en los actos de mandatarios de más de una treintena de naciones.
Ni la más eficiente campaña mediática de Occidente pudiera tratar de decir ahora que Rusia está militar o moralmente derrotada; y mucho menos, sola.
El mandatario ucraniano, Volodomyr Zelenski, ha dicho que acudirá al encuentro en persona, presionado por el mal estado de sus tropas en el frente, el retiro de la ayuda militar estadounidense y las fracturas en Europa… además de por la mala cara de la administración Trump, que se ha erigido en mediadora y ha reiterado el cansancio de una intermediación sin resultados, luego de arrancarle finalmente a Kiev un convenio sobre las tierras raras ucranianas que solventará los gastos del Pentágono comprometidos por Biden en la continuación inútil de la guerra.
Al fin, el conflicto no ha conducido a Occidente a algún buen lado, como no sea la demostración de fuerza dada por Moscú, y la conciencia de que fue un disparate mal intencionado prometer a Ucrania su entrada en la OTAN, uno de los detonantes a baja profundidad del conflicto, donde están el resto de las causas que deben ser analizadas y resueltas en eventuales negociaciones.
El mandatario ucraniano Volodomyr Zelenski trató de condicionar su presencia en Turkiye a la letra que le dictaron sus asesores en Europa, entre los que destacan el mandatario francés Enmanuel Macron y sus colegas de Gran Bretaña y Alemania: la imposición a Rusia de una tregua de 30 días que la rápida invitación de Putin pasó por alto, con lo que lanzó rápido el balón al otro lado de la cancha: Ucrania quedó en la disyuntiva de aceptar, o dejar a su país ante la vista del exigente Trump —quien ya ha tirado de las orejas a Zelenski— como un Estado opuesto las negociaciones y empeñado en un conflicto que, en lo adelante, Kiev debería enfrentar, prácticamente, por su cuenta.
El Kremlin ya explicó hace algunas semanas el porqué de su renuencia a una tregua extendida que ha suplido, sin embargo, con espacios intermitentes de alto el fuego decretados de modo unilateral que fueron desconocidos por la otra parte, según denunció la dirigencia rusa.
Nadie puede pasar por alto que 30 días de cese de los enfrentamientos servirían a Ucrania para reabastecer a sus tropas utilizando la escasa ayuda que le pudiera brindar el Viejo Continente, reducida ahora casi solamente a los esfuerzos del ejecutivo galo por hacer olvidar los males que le aquejan dentro de su país, con su beligerancia «en defensa» de Ucrania y, presuntamente, de la seguridad europea.
El reconocimiento por Macron, en la víspera del encuentro, de que a Kiev le resultaría difícil imponer su dominio sobre los territorios que declararon su adhesión a Rusia en referendos celebrados mientras transcurría el conflicto, constituirían un indicio de que las negociaciones esperadas no serían tan difíciles como se pensaba, si las presunciones del Presidente francés constituyen un adelanto de las posiciones que sostendrá Zelenski.
La desnazificación de esos espacios territoriales, con raíces rusas, y el rechazo a una membresía de Ucrania a la OTAN que pondría a la Alianza Atlántica a las puertas de Rusia, fueron dos de las causas fundamentales del conflicto que es preciso analizar en una deseada mesa de conversaciones. El mundo hace votos por la paz.