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Abilio y los encantos de la tierra

El campesino mayabequense Abilio Carlos Piedra Torres, Héroe del Trabajo de la República de Cuba, conserva en los recodos más selectos de la memoria sus encuentros con Fidel. Con él conversó  Juventud Rebelde, a pocos días del congreso de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños

Autor:

Darian Bárcena Díaz

A media luz entre la noche y el día, después de desperezarse del sueño, el gallo rompe la quietud habitual de la sabana. Y como si de una conexión invisible se tratase, la gente sencilla del campo, esa que suda mares para producir alimentos, sale al encuentro de la nueva jornada.

La vestimenta de pantalón carmelita y camisa gris, así como su casco naranja, desvencijado y desteñido, como testigo del paso de los años, delatan el talante laborioso de Abilio Carlos Piedra Torres. En las inmediaciones de la cooperativa de producción agropecuaria (CPA) 17 de Mayo, en Quivicán, Mayabeque, este cordial hombre, que atesora el título honorífico de Héroe del Trabajo de la República de Cuba, coordinó y orientó a sus asociados durante 26 años.

De pie y bajo una pequeña arboleda de cocoteros, matas de mango y otros especímenes de la flora, típicos de la campiña cubana, transcurre el diálogo, porque este conocedor de los secretos mejor escondidos de la tierra, no se detiene durante mucho tiempo en el mismo sitio.

«Desde que nací estoy vinculado con la agricultura. Vine al mundo, como se dice, con el pie en el surco, pues mi familia es de estirpe campesina. Y sigo enamorado de la labranza.

«Cuando triunfó la Revolución, mi papá dijo que debíamos apoyar cada orientación de Fidel y Raúl, porque ellos habían garantizado el derecho de los pobres a la tierra. El hombre que trabaja es dueño de ella y le saca sus mejores frutos.

«Desde 1997 y hasta hace pocos meses presidí la junta directiva de esta CPA. Aquí nos vinculamos, sobre todo, con la producción de caña de azúcar, aunque en los últimos años, la realidad es que no ha tenido la calidad que deseamos. Pero nos hemos diversificado. No solo nos quedamos con la caña, también producimos arroz, frijoles, plátano, boniato y yuca, entre otros renglones. Todo está en función de dar un poquito más de alimentos para el pueblo.

«Por idea de Fidel establecimos módulos pecuarios que garantizan la comida de los trabajadores y la entrega de leche a los cooperativistas. La alimentación para los animales tiene base en plantas proteicas como la moringa, morera, tithonia y caña, para evitar la importación de piensos y que los ejemplares estén bien nutridos.

«Esta cooperativa es como mi segunda casa. Vengo todos los días. Lo fundamental para producir es que el hombre tenga deseos. Si hay recursos, mejor; pero si está la tecnología y no hay voluntad, la tierra se llena de maleza y se desaprovechan sus potencialidades», confesó Piedra Torres.

El primer desafío

«En 1971 acudí a una convocatoria del Ministerio del Interior y, tras una serie de intensos cursos de entrenamiento, pasé a integrar la Dirección de Seguridad Personal. Desde ese momento tuve la posibilidad de vincularme con la protección de la integridad física de algunos dirigentes entre los que, por supuesto, estaba el Comandante en Jefe, al que acompañé en distintas visitas y recorridos por la entonces provincia de La Habana.

«Recuerdo que en una ocasión llegamos a un centro de reproducción con Fidel. En vez de entrar por el lugar previsto, estuvo revisando los animales y mandó a buscar al director para preguntarle si una determinada vaca había parido ya. El hombre dijo que no y cuando llegaron al sitio ya el ternerito daba saltos», rememoró Abilio Piedra Torres.

Hacer las cosas bien

El 21 de septiembre de 1977 se fundó la Cooperativa de Producción Agropecuaria 17 de Mayo, con Manuel López como presidente, quien desempeñó el cargo durante 20 años. A partir de ese momento, mi interlocutor regresó a esa forma productiva, que tenía el compromiso de la actividad cañera, por la importancia de ese cultivo para nuestra economía. Pero la visión de Fidel y Manuel no quedaba ahí. Ellos querían que también esta entidad fuese un centro de vanguardia en la producción de alimentos para la población.

«El 17 de mayo de 1991, como reconocimiento a los resultados de la CPA, se celebró el Acto Nacional por el Día del Campesino y por las tres décadas de la creación de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP). Allí estaba el Comandante, quien pronunció las palabras centrales y después intercambió con los asociados.

«Ese día pudimos compartir de cerca con Fidel, que se sentía como uno de nosotros. Allí se interesó por los rendimientos cañeros, por los cultivos y, sobre todo, por la atención al hombre. Siempre estuvo muy preocupado porque tuviéramos las mejores condiciones de trabajo y de vida.

«Incluso, entregó reconocimientos y medallas a distintos compañeros y puedo asegurar que ese día fue feliz. Después, al terminar el acto, visitó el Instituto de Investigaciones Hortícolas Liliana Dimitrova (IIHLD), pues su directora en aquel momento, Hortensia Cardoza, quería que Fidel comprobara los rendimientos y las características de una variedad de habichuelas que él mismo había entregado al IIHLD para su multiplicación entre los agricultores.

«También, en 1998, tuve una reunión con él en un hotel de la ANAP, que está ubicado en Arroyo Arenas. Las cosas de Fidel, eran increíbles y únicas. Ya habíamos incorporado aquí en la cooperativa un módulo pecuario y sembradíos de distintas plantas proteicas, que había sido una indicación suya, y en medio de una conversación sobre ese tema, le preguntó al entonces presidente de la organización, Orlando Lugo Fonte, si alguna vez él había padecido de catarro.

«Me asombré de esa pregunta y Lugo le respondió que sí. Entonces él le dijo que lo mejor para tratar ese catarro era el cocimiento de las hojas de acerola. Así comencé a sembrar la planta aquí en la 17 de Mayo. Pero me sorprendió la manera de introducir ese tema, sobre el que habló varios minutos con amplio conocimiento, algo habitual en él. Las cosas con Fidel había que hacerlas bien», sostuvo el cooperativista.

Una vida en Revolución

En 2008, durante la 7ma. Legislatura del Parlamento cubano, Piedra Torres fue electo diputado. A la par de sus funciones como presidente de la CPA 17 de Mayo, ocupó un escaño en la Asamblea Nacional del Poder Popular, que mantuvo hasta 2018.

«Esta Revolución es tan grande, que un guajiro como yo pudo llegar a los debates en la Asamblea, como un parlamentario más, sin que me discriminaran por mi origen. Por el contrario, era distinguido como agricultor.

«Tuve la posibilidad de representar a Quivicán y a sus campesinos ante el país, de trasladar sus planteamientos y preo-
cupaciones. Yo un día estaba con la guataca en la mano y, al otro, sentado en el Palacio de Convenciones en el debate de una ley o resolución. Esa es una esencia importante que nunca debe perderse: la posibilidad de la participación.

«He transitado por una vida dedicada a la Revolución, como me inculcó mi padre, desde los años de la infancia en Cayo Piedra. Desde entonces, he dado todo de mí en cada cosa que he hecho», confesó el agricultor.

Recompensa al mérito y la entrega

Acontecimientos relevantes han marcado la vida de Abilio, mas, el otorgamiento del título honorífico de Héroe del Trabajo, en 2019, es uno de los más preciados. «Fue un momento de mucha alegría, sobre todo porque me entregó ese reconocimiento el Comandante José Ramón Machado Ventura. Pero uno no puede detenerse por ser Héroe del Trabajo, al contrario, hay que aportar aún más. No he hecho nada para obtener reconocimientos. La vida me ha asignado tareas y las he cumplido», expresó Piedra Torres.

En medio de tantas dificultades, los campesinos cubanos siguen insuflándole su aliento a esta nación. Otros menos tozudos ya hubieran desistido. Mas la gente del campo sigue levantándose a media luz entre la noche y el día, después de desperezarse del sueño, cuando el gallo rompe la quietud habitual de la sabana y, con el pie sobre la tierra, sale al encuentro de la nueva jornada.

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