Mercenarios que operan en Afganistán se mudan a Libia. Autor: Cortesía de Producciones de la 5ta. Avenida Publicado: 21/09/2017 | 05:15 pm
Culminada la agresión contra Libia y asesinado Muammar al-Gaddafi, muchas transnacionales hurgan como buitres en la nación norteafricana en búsqueda de jugosos contratos y negocios. Ese objetivo no les cuesta trabajo, pues el apátrida Consejo Nacional de Transición (CNT), el rostro libio de Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia y sus socios de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en la cruzada por el cambio de régimen, prometió que las nuevas autoridades sabrían recompensar ese respaldo.
Lo difícil es llevar a cabo el saqueo, fundamentalmente del petróleo, en paz y tranquilidad, pues aún reina la inestabilidad, existen amenazas de una reorganización de focos de resistencia por parte de quienes apoyaron a Gaddafi, y siguen sin aparecer gran cantidad de los arsenales del antiguo régimen. Además, las nuevas autoridades todavía no han sido capaces de establecer un control sobre el país, incluso casi dos meses después de que Gaddafi fue asesinado.
Ante esta situación, otros empresarios han visto la oportunidad de sacar también su tajada: los contratistas privados de seguridad. Muchas de sus compañías, como la británica Sne Special Projects Ltd., ya se encontraban en Libia desde antes de que Occidente culminara allí su trabajo sucio. Específicamente esta operaba en Misurata, Bengazi y Trípoli desde mayo.
Dirigida por Jason Woods, un ex paracaidista que ya trabajó como mercenario en Israel, Iraq, Afganistán, Sudán y Nigeria, Sne Special Projects Ltd. ofrece en su página web servicios que van desde «alojamiento seguro y cómodo» en su complejo de villas —el cual también cuenta con un centro de negocios— hasta escolta personal, así como «visitas y auditorías a instalaciones de empresas utilizadas previamente en los campos petroleros del sur y en Bengazi, Misurata y Trípoli», con el objetivo de «determinar el estado actual de la infraestructura y ayudar a organizar la seguridad de la ubicación para el futuro».
Además, ofrece transporte desde el aeropuerto a Trípoli (unos 15 minutos de viaje) con todas las garantías: un vehículo blindado y conectado vía satélite con un centro de operaciones en la capital y con otro en el Reino Unido, que a su vez está enlazado al sistema de vigilancia de la OTAN. Así, ante cualquier incidente, la propia Alianza —que al culminar sus operaciones en Libia dijo estaría atenta a los futuros acontecimientos en ese país— podría ordenar nuevamente sus bombardeos.
Otra de las que recogerá bastante dinero en la Libia post Gaddafi es Trango Special Projects, uno de los socios de la Sne. Poco después del asesinato de Gaddafi, en su página web preguntaba a los empresarios, para luego ofrecer sus servicios: «¿Están listos usted y sus negocios para regresar a Libia?»
Esta compañía cobra tarifas bien altas por sus prestaciones. Por ejemplo, el transporte desde el aeropuerto a Trípoli (unos 15 minutos de viaje) cuesta ahora unos 800 dólares, cuando antes el costo no pasaba de los cinco.
La también británica G4S, una compañía que emplea a unas 625 000 personas en todo el mundo y con un amplio espectro en su agenda que va desde proteger aeropuertos hasta a estrellas de la música, quiere ahora invertir en el entrenamiento de la policía libia y en servicios de protección a instalaciones petroleras y de gas. Sería la primera vez que G4S, cuyas raíces se remontan a 1901, en Dinamarca, operaría en la nación africana.
Su jefe, Nick Buckles, asegura que la compañía ha obtenido un crecimiento del nueve por ciento en sus nuevos mercados, particularmente en países como Egipto, Yemen y Bahrein (también tiene oficinas en Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Kuwait, Omán, Qatar, Iraq, Jordania y Líbano), países donde en los últimos tiempos el negocio de la seguridad es una mina de oro por la inestabilidad que sufre la región, muy aprovechada por estos cazadores de riquezas.
La lista es bastante amplia: las británicas Blue Montain Group, Control Risks Group, Olive Group y AKE; Sicuro Group, con sede en Dubai; Garda World (filial de Garda Security Group, de Montreal); la francesa Gallice Security, las estadounidenses Scn Resources Group y Security Contracting Nerwork…
El botín petrolero es prometedor (Libia, miembro de la OPEP, produce 1,6 millones de barriles diarios) y las transnacionales están dispuestas a pagar lo que sea necesario por saquear en paz y tranquilidad.