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Canciller egipcio renuncia por presión desde Plaza Tahrir

Ahora, se abre un compás de espera durante el cual los manifestantes, que no tienen cabeza visible, velan sus armas y el gobierno castrense del mariscal Hussein Tantawi se esmera en evitar una reedición de las protestas sociales

Autor:

Juventud Rebelde

El Cairo, 17 de julio.—  El canciller egipcio, Mohamed al Orabi, presentó este domingo su renuncia al gobierno militar de transición, presionado por la amenaza del reinicio de las manifestaciones que meses atrás costaron la presidencia al expresidente Hosni Mubarak.

Fuentes oficiales indicaron que el primer ministro Issam Charaf prepara una remodelación del Gabinete, sin precisar la extensión y las causas de la decisión, aunque es obvio que trata apaciguar a los manifestantes que se han vuelto a concentrar en la Plaza Tahrir (Liberación).

La renuncia fue aceptada por Charaf, sujeto a fuertes críticas de los manifestantes, frustrados ante la lentitud en la aplicación de reformas democráticas y la presencia en el Gabinete de funcionarios allegados a Mubarak.

Desde la semana pasada una muchedumbre de inconformes retornó al espacio capitalino, otrora escenario de manifestaciones de apoyo al extinto presidente Gamal Abdel Nasser, quien en su momento encarnó la resistencia a la política de apoyo a ultranza de Estados Unidos a Israel y el espíritu de resistencia panárabe al neocolonialismo.

La decisión gubernamental, anunciada esta semana, de juzgar a puertas abiertas a los próximos de Mubarak acusados de corrupción, a los oficiales de la policía culpables de abusos durante las protestas sociales este año y presiones del Consejo Militar Supremo (gobierno) fueron insuficientes para disuadir a los manifestantes.

En paralelo, la junta castrense informó que las elecciones prometidas para agosto próximo quedan suspendidas hasta septiembre u octubre, en atención de pedidos de los partidos políticos por razones organizativas.

La tensión escaló a mediados de semana, pero el viernes, los manifestantes dejaron saber que conceden a las autoridades un período de gracia antes de reiniciar las protestas que han dejado a la economía egipcia semiparalizada y tienen a Estados Unidos preocupado por el estado de cosas prevaleciente en este país árabe, eje central de su política levantina.

Ahora, se abre un compás de espera durante el cual los manifestantes, que no tienen cabeza visible, velan sus armas y el gobierno castrense del mariscal Hussein Tantawi se esmera en evitar una reedición de las protestas sociales, las cuales, saben por experiencia, pueden provocar un terremoto político de proporciones imprevisibles.

 

 

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