Como esta valla en Caracas, muchas en todo el país llaman al necesario ahorro de energía. Autor: Yander Zamora Publicado: 21/09/2017 | 04:55 pm
CARACAS.— Es marzo y, como anunció el presidente Hugo Chávez, llegó la anhelada lluvia en buena parte de Venezuela y hubo un suspiro general de alivio.
Esto no quiere decir que ya está solucionado el problema de la sequía: el Orinoco, el Apure y el Caroní siguen con sus niveles bien bajos, y el famoso Salto del Ángel, que hace poco volvió a retomar su nombre indígena de Kerepakupai meru, aparece como un hilito intermitente en las vistas que le tomara hace unas pocas semanas un equipo de la Televisión Cubana. Pero tampoco esa maravilla de la naturaleza va a desaparecer en sus monumentales 980 metros de altura, 807 de ellos de caída ininterrumpida.
El grave problema de la sequía ha estado afectando desde hace meses a este país, al punto de que el embalse El Gurí bajó su nivel a punto crítico, y estamos hablando de la fuente de suministro del 70 por ciento de la electricidad de este país, que ahora ha dado respuestas de emergencia, pero básicas para un cambio de la percepción energética.
La noticia de las precipitaciones vino acompañada de una declaración de Alí Rodríguez Araque, ministro del Poder Popular para la Energía Eléctrica, hecha con el tono sosegado que lo caracteriza, pero que en su caso no tiene nada que ver con el reposo, precisamente porque no ceja en la actividad encomendada hace unas pocas semanas por el Presidente: «No habrá colapso eléctrico nacional en Venezuela; eso pueden borrarlo tranquilamente de los comentarios aunque algunos insistirán en este mal deseo».
Se refiere a la campaña malintencionada de la oposición que convierte un problema nacional y global, provocado por los cambios climáticos y la presencia del fenómeno El Niño, en un asunto político.
Para estos obcecados, Chávez es culpable hasta de la sequía, aunque de acuerdo con el Observatorio Cagigal —el que tiene los registros más antiguos del país— la actual es la más intensa en 118 años de datos hidrológicos.
Si El Gurí —donde Venezuela está recibiendo asesoría de Brasil— llegase a los 240 metros, todavía en la cota 238 metros sobre el nivel del mar podemos trabajar en función de seguir generando, probablemente no en la misma cantidad de megavatios que hasta ahora, agregó el titular.
La represa, situada en el Estado Bolívar, en el Cañón de Necuima, cien kilómetros aguas arriba de la desembocadura del río Caroní en el Orinoco, cuenta con dos niveles (1 y 2). De caer el nivel del agua a los 238 metros afecta la sala de máquinas número 2 y alrededor de unos 5 000 megavatios, pero seguiría operando la sala de máquina número uno al igual que las instalaciones de Caruachi y Macagua, apuntaba Rodríguez Araque. «Tampoco es que se va a cancelar totalmente la capacidad de generación del Caroní. Además, tenemos otras plantas en el país que están generando hidroelectricidad, y todo lo que estamos haciendo en estos momentos en materia de generación termoeléctrica».
En la conferencia, el Ministro para la Energía Eléctrica señaló que «esto no quiere decir que vamos a consumir alegremente electricidad sin tener absolutamente ningún control, porque todavía estamos viviendo una situación difícil, está comenzando a llover, está mejorando el aporte del Gurí, pero este aporte no compensa la cantidad de agua que se está turbinando».
Tal coyuntura provocó que a principios de febrero, el presidente Chávez decretara la emergencia eléctrica nacional y se constituyera posteriormente un grupo de trabajo que preside el vicepresidente Elías Jaua, quien apeló también a los hombres y mujeres del sector para «asegurarle al país que no va a haber colapso ni apagón general», como vaticina la oposición, porque «estamos dando la batalla y la principal fuerza son sus trabajadores».
El presidente de la Federación de Trabajadores de la Industria Eléctrica (Fetraelec), Ángel Navas, saludó esa decisión del Ejecutivo que permitirá al sector laboral «tener el control de las empresas con verdadera conciencia revolucionaria, así como también evitar el “saboteo” interno y externo, y dar seguimiento a quienes vienen haciendo este tipo de acciones, que lo que buscan es hacerle mucho daño a la población».
En un reciente acto con los aspirantes por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) a la Asamblea Nacional, el presidente Chávez denunció ese sabotaje y presentó pruebas de las acciones de la contrarrevolución —fotografías de cortes intencionales a los cables de alta tensión de la recientemente inaugurada planta de generación eléctrica en Palo Negro, en el estado Aragua—, que se unen a un plan mucho más amplio para intentar derrocar al gobierno revolucionario bolivariano.
En el campo energético, la lucha incluye también el plan de ahorro que debe echar a un lado un modelo insostenible e inviable de consumo —Venezuela es la mayor consumidora del continente—, y entre las medidas está el cambio de los bombillos incandescentes por ahorradores, que se viene llevando a cabo en todo el país, esfuerzo apoyado fundamentalmente por las comunidades y que según informaron las autoridades de la Misión Revolución Energética, en su IV fase de ejecución, ha sustituido 48 millones de bombillas.
Venezuela busca un sistema eléctrico confiable y permanente.
Los días amanecen frescos en Caracas, hay posibilidades de lluvia dispersas en el Estado Bolívar y se han registrado precipitaciones en Guárico, Cojedes, Aragua, Carabobo, Yaracuy, Portuguesa, Barinas, Lara, Trujillo, Mérida, Táchira, Falcón y Zulia; también en Apure y Amazonas.
Bienvenida la buena nueva que trae el agua… y «ahorremos energía al máximo, apague la luz, compadre», dice constantemente Chávez en un mensaje de bien público que transmite la televisión por el canal de todos los venezolanos.