BANGKOK, marzo 12.— Tailandia vive hoy momentos de tensión ante el inicio de manifestaciones antigubernamentales y la anunciada visita, la semana próxima, del presidente estadounidense, Barack Obama, informó PL.
El llamado de cerca de 30 embajadas extranjeras a sus ciudadanos para que se mantengan alejados de las protestas contra el gobierno del primer ministro Abhisit Vejjajiva y el cierre de los colegios, matiza el ambiente.
El anuncio de la llegada de Obama, realizado por el subsecretario para los Asuntos de Asia Oriental y el Pacífico, Kart M.Campbell, evidencia el apoyo de Washington a las actuales autoridades que llegaron al poder tras un golpe de Estado.
El gobierno de Vejjajiva descarta que aflore una guerra civil a causa de los reclamos de los seguidores del ex primer ministro Thaksin Shinawatra, planteó este viernes el viceprimer ministro Suthep Thaugsuban.
Los partidarios de Shinawatra, miembros del llamado Frente Unido por la Democracia y contra la Dictadura (UDD, por sus siglas en inglés), esperan reunir cerca de un millón de personas, vestidas de rojo, el color que los identifica.
El movimiento popular busca la dimisión del gobierno, la disolución de la Cámara baja del Parlamento y otras acciones para favorecer el retorno de Shinawatra.
Actualmente el ex primer ministro está prófugo de la justicia tras recibir una condena de dos años de cárcel en octubre de 2008, por supuesta corrupción.
Mientras la situación tiende a empeorar, las autoridades aprestan un dispositivo de cerca de 50 mil efectivos del Ejército, la Policía y paramilitares para enfrentar las probables acciones de las llamadas camisetas rojas.
No obstante estos aseguran que si se les permite protestar, no habrá violencia, lo que pone en tela de juicio acusaciones en su contra de simpatizantes del régimen.
Allegados al gobierno aseguran el montaje de provocaciones encaminadas a provocar la intervención del aparato represivo.
Como muestra de la gravedad de la situación, el primer ministro Vejjajiva suspendió una visita a Australia este fin de semana.
El derrocamiento de Thaksin mantiene dividido al país entre sus partidarios, las masas rurales del norte y del noreste, y los grupos de poder de Bangkok, militares, burócratas y miembros de la monarquía.