ROMA, diciembre, 25.— El Papa Benedicto XVI pronunció hoy el tradicional mensaje de Navidad y la bendición Urbi et orbi con votos por la paz y la solidaridad mundial, tras sufrir ayer una caída por un ataque de una mujer, informó Prensa Latina.
Desde el balcón que da a la Plaza de San Pedro en el Vaticano, el Pontífice saludó a la multitud y bendijo a los presentes y a todos los fieles del cristianismo con su mensaje Urbi et orbi (A la ciudad y al mundo). Luego leyó congratulaciones navideñas en 65 idiomas, según la tradición, a los miles de fieles que asistían entusiastas a la ceremonia, bajo un sol resplandeciente.
Benedicto XVI se refirió a la violencia y a la injusticia en Tierra Santa (el Levante), a los conflictos en África, a la situación de la comunidad cristiana en Iraq y a los efectos de la crisis económica y financiera global para las familias y pueblos.
Mencionó entre los grandes problemas que afectan hoy al mundo las guerras, la destrucción de la naturaleza y la emigración a causa del hambre, la intolerancia y el deterioro ambiental, unido a críticas al egoísmo colectivo e individual. «Ante el éxodo de quienes emigran de su tierra y a causa del hambre, la intolerancia o el deterioro ambiental se ven forzados a irse lejos, la Iglesia es una presencia que llama a la acogida", dijo el Papa en su mensaje navideño que fue transmitido en directo por televisión a numerosos países.
En un mensaje especial a América Latina, el jefe de la Iglesia católica abogó porque se ayude a Honduras a retomar el camino constitucional, por la grave crisis institucional y política que desató el golpe militar perpetrado en junio pasado contra el presidente legítimo, Manuel Zelaya. También destacó el papel de la Iglesia en la región.
Extendió asimismo un llamado a la paz a todos los habitantes del planeta al invitarlos a que abandonen la lógica de la violencia y la venganza a favor de una convivencia pacífica.
El Atentado al Papa
Anoche, poco antes de la Misa del Gallo, cuando Benedicto XVI avanzaba por el pasillo principal de la basílica de San Pedro acompañado por unos treinta cardenales, una mujer saltó la barrera de seguridad, lo tomó por el cuello y lo derribó.
El Papa, de 82 años, salió ileso de la caída, aunque tuvo que comenzar la Misa dos horas antes, para evitar fatigarse demasiado. Sin embargo, el cardenal francés Roger Etchegaray, de 87 años, tendrá que operarse por una fractura de fémur, notificó el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi.
El cardenal francés Paul Poupard, quien estaba a algunos metros del Papa, describió en la radio francesa RTL la rapidez de la agresión: «Estaba a dos pasos, era uno de los que estaba más cerca de él (...), avanzábamos cantando con la alegría de Navidad y de repente oí un grito, me giré y entonces vi a una persona que se abalanzaba», indicó la AFP.
La agresora, Susanna Maiolo, una ítalo-suiza de 25 años, fue internada en un hospital donde está siendo sometida a tratamiento psiquiátrico, declaró Lombardi. Esta misma mujer ya había intentado el año pasado agredir al pontífice durante la misa de medianoche.
Cientos de mensajes de solidaridad y afecto han sido enviados al pontífice, entre ellos, los del presidente de la República italiana, Giorgio Napolitano, y del rabino de Roma, Riccardo Di Segni.
Las agresiones a los pontífices son recurrentes en la historia. Uno de los atentados más graves fue contra Juan Pablo II, el 13 de mayo de 1981, cuando le dispararon en plena Plaza de San Pedro y lo hirieron gravemente.