Roberto Micheletti encabeza a los usurpadores golpistas. Se autoproclamó «presidente» apoyado por el poder judicial, el Congreso que presidió hasta ese día y por los militares que llevan cinco jornadas reprimiendo a los hondureños; pero no solo esos agujeros negros salpican su historia. Su camaleónica carrera política ha tenido un único objetivo: Llegar a la presidencia de Honduras. Tras casi tres décadas y muchos intentos sin conseguirlo, la fuerza era el único recurso que le quedaba. Pisotear al pueblo y desconocer su voluntad expresada en las urnas, fue lo primero, porque a fin de cuentas, si se trata de un golpe de Estado no son necesarios muchos reparos.
El más antiguo de los miembros del Parlamento hondureño —28 años— y veterano del Partido Liberal ya tiene la banda presidencial, pero es aborrecido por su pueblo y desaprobado por la mayoría de los mandatarios del planeta. No lo reconocen y exigen que sea restituido el presidente legítimo y constitucional de Honduras, José Manuel Zelaya Rosales.
Además de sus veladas ambiciones de poder, iban en contra de sus intereses económicos y los de sus socios los planes de Zelaya para gobernar defendiendo a los más pobres, a los olvidados. Porque Roberto Micheletti es un empresario, dueño de redes de transporte interurbano y de una emisora de radio en la ciudad de El Progreso, donde nació hace 61 años. No es casualidad que haya mantenido su cuota de poder en los años del militarismo y de los golpes de Estado y también cuando retornó la «democracia», dictada desde Washington a través de la doctrina de la Seguridad Nacional implementada en Centroamérica por John Dimitri Negroponte.
En el expediente del usurpador, quien ahora se ensaña con los hondureños que reclaman justicia y esperan en las calles a su presidente legítimo y constitucional, figuran toda clase de jugarretas políticas. Seguramente el dinero u otros favores han servido para desaparecer pruebas o borrar memorias, pero siempre quedan los hechos.
«El año pasado Micheletti participó en los comicios internos del Partido Liberal y se presentó para optar a la candidatura presidencial por esa organización, pero perdió. Su adversario y quien resultó ganador, Elvin Santos, lo acusó públicamente de ofrecer dinero a varios funcionarios del Poder Judicial y del Tribunal Supremo Electoral, para que no se le permitiera a Santos inscribirse en las elecciones internas del Partido Liberal», así lo denunció en un artículo publicado en su blog de Internet el comunicador venezolano Esteban Mejías.
Entonces supuestamente no habían pruebas, pero el empresario de origen italiano salió a defenderse y dijo, como refiere el propio Mejías, que él si no era como otros que tenían socios económicos y proyectos millonarios entre manos. No caben dudas, dice Mejías, que Micheletti olvidó comentar sobre los contratos que su sobrino y testaferro William Hall, obtuvo de la Secretaría de Obras Públicas, Transporte y Vivienda, incluido, el Proyecto Construcción y Pavimentación de la Carretera San Luis-El Rodeo, localizado en el Departamento de Santa Bárbara con una longitud aproximada de 29,2 kilómetros.
Por cierto, este sobrino William Hall —por obra y gracia de la policía y los militares que han esta reprimiendo violentamente a los manifestantes antigolpistas en San Pedro Sula—, fue colocado este jueves por la fuerza como «alcalde» de esa ciudad considerada la capital económica del país.
Mientras, el verdadero alcalde, Rodolfo Farías, permanece desaparecido, según denunciaron a través de TeleSur los participantes en la resistencia popular. Es obvio que los golpistas no quieren dejar ningún cabo suelto y si el control político queda en familia, mucho mejor.
Si continuamos indagando sobre quién es el hombre que dice que apresará a Manuel Zelaya en cuanto retorne a Honduras este sábado, descubrimos otros elementos que hablan de su calaña y dan luz sobre los acontecimientos a los que ha precitado a la nación centroamericana.
Según Mejías, Micheletti también fue mencionado como uno de los sospechosos del atentado cometido en septiembre de 2008, contra el fiscal Luis Javier Santos, quien había emprendido un movimiento contra la corrupción. ¿Por qué le interesaría silenciarlo...?
Otra de las acusaciones que destaca a su vez Chevige González Marcó, otro periodista e investigador venezolano, tiene que ver con la destrucción del patrimonio cultural. Uno de los balcones del Congreso fue remodelado en ejercicio de Micheletti, solo para evitar que allí fueran instaladas las cámaras de un medio de comunicación. Por lo ocurrido en estos días con la censura a los medios y la represión a quienes intentan contar la verdad, ya se sabe que practicaba estos métodos con anterioridad.
En las actitudes que mejor desenmascaran al ilegítimo portador de la banda presidencial hondureña también se cuenta su oposición a la entrada de Honduras a la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (ALBA) impulsada por Zelaya, y ha usado el hecho de que Honduras sea miembro activo del ALBA para sustentar la satanización del presidente, acusándolo de demasiada cercanía con el mandatario venezolano Hugo Chávez.
A pesar del rechazo casi unánime de la comunidad internacional al golpe de Estado, Roberto Micheletti repite cada día las mismas mentiras, quién sabe si para intentar creérselas él mismo. Según él, todo ha sido para proteger al pueblo hondureño de los supuestos abusos de poder de Zelaya. Sin embargo llama la atención que a poco de cumplirse una semana del zarpazo, decenas de miles de hombres y mujeres continúen en las calles reclamando el regreso de Mel, mientras los militares y Micheletti hacen de todo para evitarlo.
Su primer decreto al Congreso suprimió un grupo importantes de garantías individuales avaladas por la Constitución: la inviolabilidad de la libertad personal, los derechos a la asistencia jurídica al ser detenido, y de asociación, circulación y reunión.
Y por si no bastara con su largo historial, Roberto Micheletti también quedará para los hondureños y latinoamericanos como quien intentó devolver a toda la región a un pasado tenebroso. A este digno representante de la oligarquía hondureña con infinitas ansias de poder, deben quedarle apenas unas horas para lucir la usurpada banda presidencial.