WASHINGTON, enero 12.— El cartel de «misión cumplida» en Iraq, colocado a sus espaldas en 2003, y el proyecto para privatizar parcialmente la seguridad social son los dos únicos errores que reconoció George W. Bush durante la última rueda de prensa de su mandato.
En un encuentro este martes con los periodistas que cubren la Casa Blanca, Bush admitió fallos en sus ocho años en el poder, pero al mismo tiempo defendió su presidencia e intentó negar que la posición moral de Estados Unidos en el mundo esté peor que cuando él asumió el poder, dijo EFE.
Preguntado por las innumerables faltas cometidas, el mandatario dijo que poner la famosa pancarta que proclamaba victoria fue un fallo «claro» que envió «el mensaje equivocado».
Con la declaración de una supuesta «misión cumplida» de fondo, Bush dio un discurso en la cubierta del Abraham Lincoln, un portaaviones que se encontraba en el Pacífico, poco más de un mes después de la invasión a Iraq.
Otro de sus errores, dijo, fue promover la privatización parcial del sistema de pensiones norteamericano tras su reelección en 2004, porque el Congreso, dominado entonces por los republicanos, no creía que era inminente una crisis de la Seguridad Social, comentó. Dijo que en su lugar debería haberse enfocado en obtener su proyecto para reformar el sistema migratorio, que contemplaba legalizar a los 12 millones de inmigrantes indocumentados del país y que nunca logró, pese a ser una de sus prioridades, mintió.
El gobernante tampoco asumió culpa en la respuesta al huracán Katrina, que arrasó Nueva Orleans en 2005 y se justificó al decir que haber aterrizado personalmente en esa ciudad o las inmediaciones, habría requerido usar la policía para protegerlo a él y no para auxiliar a las víctimas. También negó que la respuesta federal al desastre fuera lenta, aunque admitió que «podrían haberse hecho mejor las cosas».
Asimismo calificó de simples «decepciones» algunos de los grandes escándalos que han sacudido su desastroso mandato, comenzando por las torturas contra detenidos en la prisión bagdadí de Abu Ghraib, y pasando por la siempre conocida ausencia de armas de destrucción masiva en Iraq, mentira con la que justificó la invasión a ese país.
«No sé si se quiere llamar a eso errores o no, pero fueron cosas que no marcharon de acuerdo con los planes», dijo con cinismo Bush, sin hablar de los miles de norteamericanos muertos en Iraq y Afganistán, ni de su apoyo a las masacres israelíes contra los palestinos.