A morder el coco
ANDRÉS Jardín Delgado, un panameño de 60 años, reclama el derecho de entrar al Libro Guinness de los récords por haber pelado con sus propios dientes, y en solo seis horas, 500 cocos. «Pelacocos», como es conocido popularmente, realizó su hazaña el pasado 13 de septiembre en una calle del centro de la capital panameña, pero por falta de dinero para registrar su formidable «dientada» se le escapa el reconocimiento a un potencial que le viene no solo de cepillarse como es debido, sino de ir a las playas cercanas a su casa y en la bajamar lavarse los dientes con el dedo y una arena negrita que «ustedes no saben el potencial que tiene para los dientes».
Nomás por distraídoCuando una agente de la policía municipal en Aguascalientes trataba de controlar una riña, el mexicano Alejandro Juárez quiso pasarse de listo y vea lo que le sucedió: vio la patrulla con las llaves puestas, pensó quitarles las llantas y venderlas, pero se embulló y dio un paseíto de dos horas hasta que impactó contra un contenedor de basura y fue capturado. «Nomás que choqué por distraído», explicaba más tarde, pero bien cuidadito en una celda de la penitenciaría.
Amor en cadenas«Si amas a alguien déjalo libre, si regresa es tuyo, si no nunca lo fue«. Así dice el sabio proverbio, pero para un hombre de Dearborn, Michigan, de cuyo nombre las agencias no hablaron, no vale la máxima y decidió esposar a su mujer a la cama —tampoco se sabe con cuáles intenciones—, solo que olvidó dónde puso la llave. Al final el dicho tuvo esta conversión: «Si tú amas a alguien, déjalo libre. Pero si no puedes liberarlo, llama a la policía. Los agentes del suburbio de Detroit respondieron la llamada del hombre y con una llave universal «rompieron» esas intimidantes cadenas de amor...