Queremos que las dos regiones se hablen entre sí. Foto: Roberto Suárez «Estoy positivamente sorprendido de este país, de su belleza. Es la primera vez que estoy aquí, y como político he podido admirar su sistema y me he informado sobre la construcción de la sociedad cubana».
Así expresó a nuestro diario el diputado del Partido Socialista de Flandes, Chokri Mahassine, poco antes de partir de regreso a Bélgica tras una semana de estancia en Cuba. Hablamos sobre su visita a nuestra Isla, pero también sobre su pequeño país, constituido en lo fundamental por dos regiones: Flandes (de habla holandesa) y Valonia (francófona), e inmerso en una crisis política por el desacuerdo entre los principales partidos acerca de qué competencias debe delegar el Estado en estas. Un desacuerdo que ha dado pasto a la prensa por varios meses.
Primeramente, la visita: «Durante esta semana, explica Mahassine he podido sostener muchos contactos con dirigentes del gobierno, pero también con sindicalistas, con trabajadores de la educación; en otras palabras: he podido hacerme de una visión global de este país».
«Algo que me marcó fue ver la aplicación del principio de igualdad de oportunidades en la seguridad social, el sistema de salud, en la educación, la expectativa de vida, el bajo nivel de mortalidad infantil. Como socialista, solo puedo tener buenas palabras acerca de cómo se ha podido preservar esta sociedad, a pesar de los difíciles años 90 y los problemas causados por los huracanes. Ello me causa gran felicidad y mucha esperanza por Cuba. Se demuestra como posible que países del Sur obtengan estos resultados.
«Por otra parte, conocí de los daños causados por el bloqueo estadounidense. No todos están suficientemente conscientes de esto. Y ese va a ser mi mensaje más importante a mi regreso: que el bloqueo es una gran injusticia contra este pueblo.
«Viendo lo que he visto, estoy convencido de que en Bélgica hemos seguido una política correcta hacia Cuba, oponiéndonos a las presiones de EE.UU. Estoy contento de que la Unión Europea haya tomado la decisión de trabajar con Cuba de otra manera. Es un signo de que la política belga y la española eran adecuadas. Creo importante que haya acuerdos bilaterales, pero aún más lo es que la UE juegue su papel, porque tiene un peso mayor. Y espero que seamos una alternativa ante un bloqueo completamente inútil e irracional».
—Bélgica experimenta una crisis política desde junio de 2007. ¿Cuál es la situación en este momento?
—Bien, el partido más importante, la CVD (democristianos-flamencos), ha visto finalmente que la cooperación con un partido separatista, la Nueva Alianza Flamenca (NVA), iba a llevarlo a la catástrofe, y rompió la alianza. Esto es por un lado. Por el otro, hay un problema más grande ahora, internacional, con los mercados financieros en shock, y una crisis que causará una reforma profunda en el sistema financiero mundial.
«Estimo que el actual gobierno se va a preocupar más por este asunto en los próximos meses. Los tiempos en que los socialistas éramos criticados cuando se hablaba de nacionalizaciones de bancos están cambiando. Pensamos que la situación puede crear nuevas oportunidades para poner sobre la mesa los temas sociales, que nos resultan importantes.
«La cuestión de la separación de Bélgica está a la sombra ahora, pues tenemos que hablar sobre lo esencial: ¿Cómo vamos a organizar nuestra sociedad, de modo que cada uno juegue su papel? Eso no quiere decir que no haga falta una reforma del Estado en la que haya que dar más competencias a las regiones. Igualmente tenemos demandas en este sentido».
—¿También desean más competencias para Flandes y Valonia?
—¡Claro! Esa delegación de poderes no significa que no haya solidaridad. Pero es importante que las regiones den soluciones particulares a sus problemas particulares, como el desempleo, por ejemplo. Esto es mejor para el país.
—¿Cuál es el mensaje del PSF ante esta situación de crisis?
—Pues que tenemos dos regiones, y queremos que ambas hablen entre sí, sin que haya acusaciones sin sustento. La única solución será escucharse unos a otros y tomar en cuenta las sensibilidades de cada uno. No es bueno que una región imponga sus exigencias a la otra. Debemos contar más el uno con el otro, y se debe trabajar sin apresuramientos, porque las heridas son tan serias entre ambas regiones que se necesita tiempo para acercarnos de nuevo.
«Como socialistas, tenemos la reputación de llevar muy lejos la solidaridad, y si una región es más pobre que la otra, debemos desempeñar un papel importante para construir la confianza».
—¿Verá usted el fin de la Bélgica unida o habrá convivencia para rato?
—No habrá tal fin; absolutamente no. Creo que avanzamos hacia una Europa de las regiones, donde existirán los países, claro, pero donde las regiones, y no solo las belgas, tendrán más competencias dentro de los propios países. No hay contradicción.