Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Históricos vínculos unen a Cuba y Yucatán

La Operación Milagro, que ha permitido a 1 200 mexicanos de bajos recursos recuperar la visión en Cuba, ha enriquecido esos nexos

Autor:

Marina Menéndez Quintero

El concurrido malecón de Progreso.

Para algunos en Yucatán, Cuba va dejando de ser solo el gusto por la misma música y la evocación de las novelas de Radio Progreso, que en los años 50 «se oían clarito» en muchas localidades yucatecas, motivo por el cual algunos todavía recuerdan la voz de la actriz Gina Cabrera y las estampas de la época de Luis Carbonell, salpicadas por la música pegajosa que acompañaba los anuncios del Jabón Candado, y las locuras de la Tremenda Corte, grabadas hace cinco décadas y que todavía en Mérida hacen reír, retransmitidas diariamente por alguna emisora radial, como si fueran nuevas.

Incluso, algunos afirman haber oído por primera vez la voz de Fidel, a través de las ondas insurgentes de Radio Rebelde; y no faltan historias y anécdotas con visos de leyenda que hablen de su paso por la península.

A una interrelación dada, en primera instancia, por esa proximidad geográfica que desde el siglo XIX hizo común el vaivén de yucatecos a Cuba y de cubanos al sureste mexicano, podría empezar a sumarse ahora el saldo de la magia que ha permitido a unas 1 200 personas de bajos recursos procedentes de los estados de Yucatán, Quintana Roo y Veracruz, recuperar la visión en hospitales cubanos. La Operación Milagro empieza a convertirse en motivo adicional que incrementa su conexión con la Isla.

Sin fanfarrias, el hecho fue recordado en los actos que, de modo sencillo pero sentido, organizó en Mérida el Instituto Cubano-Yucateco de Intercambio Cultural Dr. Ernesto Guevara de la Serna, para conmemorar el 26 de Julio.

Pero también puede ser evocado por un hombre o una mujer común que estén enterados entre la amplia población de aquellas latitudes. En una localidad de los alrededores del puerto de Progreso, antes de llegar a Chicxulub, doña Rosario, cuya vecina de 80 años ya fue operada, cuenta entusiasmada a una amiga sobre los pormenores del viaje y el éxito de la intervención quirúrgica.

La aplicación del programa allá tiene alrededor de un año. Los primeros pacientes fueron remitidos desde las zonas costeras, «donde están los pescadores, que son muy pobres», narra Layda Rodríguez Torres, presidenta del Instituto.

Luego fueron los trabajadores rurales de Suma, «un municipio campesino muy pequeño, de unos 4 000 habitantes. Allí iniciamos la jornada Siempre es 26. Fue una actividad muy modesta: unas breves palabras del alcalde y algunas mías. Luego pasamos la película Lista de espera, y se presentó un trovador. Uno de los beneficiados por la Operación Milagro dio su testimonio. La gente estaba muy contenta.

«A operarse a Cuba han ido ya hombres, mujeres, jóvenes, personas de mediana edad y otras “muy grandes”, de 70 y pico de años. Hay que hacer listas de espera...», afirma y ríe.

Antes de que el plan se pusiera en marcha fue, precisamente, el Instituto Cubano-Yucateco de Intercambio Cultural el que dio las explicaciones iniciales en los primeros de los 106 municipios de este estado. «Juntábamos a la población, les contábamos...» Según los cálculos de Layda, en aproximadamente un año, la Operación Milagro ya ha llegado a una cincuentena de sus comunidades.

Juan Jesús Socorro, cónsul de Cuba en Yucatán, es testigo del agradecimiento. Las personas, afirma, vuelven impactadas por haber recuperado la visión e, incluso, por el hecho de que no solo se les atiende la vista sino, además, cualquier otra afección que se les presente.

Un ciclo de conferencias sobre la actualidad cubana y la proyección de documentales en el centro cultural José Martí, ubicado en el conocido y hermoso Parque de las Américas, completaron la conmemoración junto a intérpretes yucatecos que cultivan la música de la Isla.

En el reverso de la hoja donde estaba descrito el programa, los agradecimientos iban por adelantado: «A los artistas, al Ayuntamiento de Mérida así como a todas aquellas personas que de manera solidaria y desinteresada participaron para la realización de esta Jornada».

Una amistad antigua

«La gente —dice Layda— se asombra de que yo pregunte: “¿Quieren participar?”, y me digan que sí. Lo hacen desinteresadamente aunque es gente que vive de la música y cobra por su trabajo. Pero no reaccionan así porque yo los invite. Cuba es la que convoca».

El Instituto que Layda preside tampoco constituye la primera institución de solidaridad con la Isla en aquellos lares. Puede decirse que siempre, desde el estallido de las guerras de independencia en Cuba y la llegada de los primeros cubanos a Yucatán, hubo en la península una entidad dedicada a fomentar y encausar los nexos.

Layda recuerda los momentos más recientes: el Instituto Mexicano Cubano de Intercambio Cultural José Martí-Peón Contreras, que se llamó así en homenaje al Maestro y a su amistad con el conocido dramaturgo yucateco.

«Ahí —rememora Layda— estaba la gente de izquierda; hablamos de 1962. Después, en los años 80, se fundó la Casa de la Amistad, llamada José Martí-Felipe Carrillo Puerto.* En 1986, el Instituto que hoy presido funcionaba como un Comité».

El Maestro preside el Parque de las Américas en Mérida.

No debe sorprender que la figura de Martí se reitere en cada propósito solidario y, más que eso, presida el Parque de las Américas, desde la Biblioteca donde radica el Centro Cultural que lleva su nombre. En una de sus manzanas, la efigie del Maestro se destaca y parece abarcar con la mirada a todas las naciones del continente, representadas en la plaza por columnas con arquitectura que recuerda la presencia allí de la civilización maya.

Martí también estuvo en Yucatán en 1875 y en 1876, asegura a JR Carlos Bojórquez Urzaiz. Carlos Bojórquez Urzaiz, investigador y ex rector de la Facultad de Ciencias Antropológicas de la Universidad Autónoma de Yucatán —quien estudia los vínculos cubano-yucatecos desde 1983—, asegura que el monumento, la biblioteca y el parque se inauguraron en el año 1953 para honrar el Centenario del Apóstol.

Cerca de la biblioteca, una réplica del Chacmool.

Los grupos de amistad con la Isla, junto a los monumentos, evocan también de algún modo el definitorio paso de Martí por esas tierras en 1877, que marcó el encuentro del Maestro con el indio americano y, por ende, su concepción acerca de lo que llamó «Nuestra América». Le impactó la magnificencia de la civilización maya cuando conoció Chichen Itzá y el simbólico Chacmool.

Ello explica también que en la ciudad de Progreso —conocida allá, sencillamente, como «El puerto»— exista otro busto de Martí restaurado recientemente y trasladado desde el malecón, donde permaneció hasta hace poco, a la Casa de la Cultura, lugar en el que siempre debió estar, según Bojórquez, pues fue uno de los sitios visitados en esa ocasión por Martí, y desde el cual escribió una de sus cartas al mexicano Manuel Mercado, asegura.

Las indagaciones del también colaborador del Centro de Estudios Martianos le han permitido documentar la constitución de la Junta Patriótica Cubana de Mérida en junio de 1869, «para agrupar a los emigrados decididos a seguir trabajando por la independencia desde una región favorecida por su proximidad con el occidente cubano».

Más adelante, los hermanos Rodolfo y Carlos Menéndez de la Peña presidieron el Club Yucatán y Cuba. Independentistas de pura cepa, llegaron allá desde la Isla tras el estallido de la guerra de independencia para evadir la represión de la Corona. Patriotas y amigos del general Antonio Maceo y de Martí, siguieron ayudando a la causa libertaria desde aquellas tierras.

Las más recientes investigaciones de Bojórquez —no publicadas, pero a punto de ver la luz— comprueban que «a partir de 1896, un año después de la muerte de Martí, el Club inició los homenajes al Apóstol.

«En 1904 se funda el Centro Cubano, ubicado en la plaza grande de Mérida, donde se siguieron haciendo las conmemoraciones martianas hasta los años 40».

Descendiente él mismo de cubanos patriotas que llegaron a fines del siglo XIX a Yucatán, Bojórquez Urzaiz conoce de cerca la historia del busto ubicado en la Plaza de las Américas.

«El promotor de la idea de que el Maestro presidiera el parque, y del monumento, fue el Comité Pro Centenario de Martí, que presidía mi abuelo, el doctor Eduardo Urzaiz (...) Como el gobierno cubano de entonces lo presidía el dictador Fulgencio Batista, encargaron el busto a un arquitecto particular e ignoraron a la dictadura.

«Días después de la inauguración del busto de Martí, el 28 de enero, un grupo de cubanos exiliados en Yucatán pintaron la base de rojo, significando que eran del movimiento contra Batista, y ese monumento y la biblioteca se convirtieron en el centro de reunión en cada aniversario».

No debe entonces sorprender que Layda y el Instituto que preside encuentren hoy el respaldo de gente que cree en lo que hace, y que Milagro se convierta en otro puente: la amistad viene de muy atrás.

*Felipe Carrillo Puerto (1874-1924), gobernador de Yucatán, líder del Partido Socialista del Sureste y organizador de los trabajadores rurales indígenas.

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