Los soldados de Israel también están cayendo en esta guerra. Foto: AP Hizbolá es fuerte en el poblado de Bint Jbeil, donde el movimiento chiita defiende su suelo natal, y tiene el apoyo del pueblo libanés, como ocurre en casi todo el sur del país ahora agredido nuevamente por Israel.
Por eso, los soldados israelíes heridos en los combates en que intentan someter a Bint Jbeil aseguran que es «un infierno sobre la tierra». Pero son ellos los que han llevado el fuego, cumpliendo las órdenes del gobierno de Ehud Olmert, empeñado en una nueva masacre genocida contra el Líbano.
El Centro Médico Rambam, en la ciudad de Haifa, ha recibido 22 efectivos sionistas, heridos en esos duros enfrentamientos, una batalla que califican como «la más amarga», y donde las tropas terrestres que han invadido el sur del Líbano reconocen que las fuerzas de Hizbolá han organizado y planificado muy bien las emboscadas, pues reciben disparos desde todas las direcciones.
En Bint Jbeil murieron en esta semana ocho efectivos israelíes, mientras otro causaba baja mortal en el primer poblado libanés tomado en la incursión, Marum al-Ras.
Todo parece indicar que las cosas no están saliendo a la medida de lo programado por el régimen de Olmert, así que ya se comenta que el gabinete de seguridad israelí decidió un cambio en la estrategia de su campaña contra el Líbano: no expandir la ofensiva terrestre y proseguir con sus bestiales bombardeos, pues temen sufrir más pérdidas en cada poblado que intenten conquistar.
No hay duda de que los traumas de su experiencia durante la invasión del Líbano en 1982 salen a la palestra, pero para algunos en la coalición de gobierno, entre ellos el Partido Likud, sacan en cara ahora que fue un «error» haberse retirado en el año 2000 de la zona que ocuparon durante 18 años en el sur, la misma que ahora intentan recuperar y donde encuentran dura resistencia.
Quizá quien mejor expresó esa posición extrema del Likud ha sido el ministro de Justicia, Hasim Ramon, quien interpretó que la falta de acuerdos de la reunión en Roma, el miércoles, de los países más poderosos del mundo significaba vía libre para continuar los ataques contra Hizbolá. También hay que tener en cuenta que las llamadas Fuerzas de Defensa de Israel han convocado a 30 000 reservistas, y eso puede significar que simplemente, tomarán un aire, reforzarán sus tropas y avanzarán nuevamente en circunstancias más propicias.
Con el fuego despiadado de su artillería pesada y de la aviación, Israel pretende diezmar a la población civil, rendirla y quitarle a Hizbolá ese apoyo. Sin embargo, el 87 por ciento de los libaneses están a favor de esa resistencia y, por otra parte, aunque no tenga validez científica, es bueno hacer notar que en una encuesta realizada este viernes por la edición digital del diario israelí Haaret’z se contestó así una pregunta única:
«En el Líbano, usted siente que Israel está: Ganando decisivamente: nueve por ciento; Ganando logros limitados: 28 por ciento; Perdiendo la batalla: 51 por ciento; Muy temprano para decidir: 12 por ciento.
No son pocos los que sostienen que el desproporcionado ataque de Israel en definitiva fortalece la posición política de Hizbolá y no hay nada más difícil e infructuoso en este mundo que intentar aniquilar a un movimiento de raíz popular. El caso es que Líbano cuenta con 3,8 millones de habitantes y de ellos unos dos millones son de confesión chiita.
Sin embargo, otros temen que el empeoramiento de la situación, por el acoso criminal a que está sometido el país, pudiera también conducir a una división más profunda de las facciones políticas internas libanesas, que responden a los cristianos maronitas, los musulmanes sunnitas y los chiitas, aun cuando logren cierto equilibrio con el representante de cada línea en las posiciones de presidente (Emile Lahoud), primer ministro (Fouad Siniora) y presidente del Parlamento (Nabith Berri).
Otras fuerzas externas se mueven con ese propósito, especialmente el socio principal de Israel en la región, los Estados Unidos de George W. Bush, pues esta es también su guerra…