A.A.: ¿Puede cambiar un hombre celoso y violento? Él tiene 34 años y me ha demostrado que está enamorado. Tiene muchas virtudes. Yo lo amo y mi corazón quiere darle otra oportunidad, pero mi cerebro teme que no cambie. Lo único que nos separa hoy es eso; por lo demás estamos bien. Tengo 29 años.
El cambio es posible algunas veces y otras no. No basta con creer desearlo y mucho menos con prometerlo. Cambiar implica comprender qué más nos pasa y renunciar a ciertas satisfacciones que esa conducta provee, pues comportamientos como esos suelen constituir soluciones para afrontar situaciones que de otra manera serían insoportables.
Aquello de lo que muchas veces nos quejamos reporta ganancias o satisfacciones difíciles de reconocer por quien las experimenta. Por eso es imprescindible que la decisión de cambio provenga de él, que esté dispuesto a perder complacencias y encontrar nuevas maneras de arreglárselas con aquellas circunstancias que despiertan sus celos y violencia. También a ti puede que ese comportamiento te reporte ciertas gratificaciones y sin quererlo conscientemente estés estimulando esos celos violentos que rechazas. Por ejemplo, a veces nos gusta sentirnos celadas como prueba de amor, en otros momentos mantenemos la pelea más allá de los límites o empleamos frases o palabras lacerantes y, en ocasiones, la reconciliación resulta una manera de revivir el vínculo.
Esto no significa que te violenta por tu culpa, pues solo él elige cómo actuar ante su malestar. Cambiar implica inventar otras maneras de arreglárselas con lo que los separaría. No hay una que lo solucione todo y no faltarán los momentos difíciles. Tal vez una próxima oportunidad permita que cerebro y corazón tomen juntos futuras decisiones. No dudes ir a una consulta personal.