A.R.: Estoy casado hace seis años. Nos va muy bien, nos queremos y respetamos. Tenemos una niña de dos años a la que adoramos. Estamos muy apegados. Próximamente debo ir a otro país temporalmente. Es muy importante para mí profesional, personal y económicamente. Sin embargo, la separación me hace sentir mal. Me cuesta definir si hago bien o mal en irme. Mi esposa sabe lo importante del viaje, pero a la vez sufre la separación anticipadamente y eso me afecta. Quiero que me ayude a dirigir el pensamiento para sentir paz interior. Tengo 30 años.
Infiero que están dados los pasos para tu viaje. Pero aún no han pensado suficientemente esta decisión. Trata de analizar tus diferentes objetivos, otórgales un orden de prioridad y valora las posibles alternativas ante la elección de irte o quedarte. Habla con tu esposa sobre sus miedos y posibles estrategias para superarlos, ya sea contigo aquí o fuera. Coméntale tus sentimientos. Dile qué requieres de ella para que analice el modo en que puede realmente ayudar.
Es importante que valores cómo encontrar el desarrollo que esperas si te quedas y mantener el apego familiar si te vas. Cualquier elección implica sacrificio o postergación de determinadas satisfacciones. Tú y tu esposa deben llegar a un acuerdo sobre el orden de prioridades según sus intereses, opciones y recursos.
Ese tipo de decisión debes tomarla junto a tu familia, que hoy es fuente de desasosiego, pero inspirará tu trabajo si mañana estás lejos. Ahora se sienten en crisis, pero si se convencen de la mejor decisión, encontrarán el modo de estar a la altura de las exigencias que sus objetivos imponen.
Mariela Rodríguez Méndez, máster en Psicología Clínica, consejera en ITS y VIH/sida y psicoanalista
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