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Frigidez es un término inexacto

Los sinónimos que más se asocian son apatía e indiferencia, como si fuera voluntaria la falta de habilidades para responder a una situación erótica, error común

Autor:

Mileyda Menéndez Dávila

No tiene sentido realizar la danza de la lluvia, cuando no apreciamos el valor del agua.

Proverbio inca

Para la mayoría de los diccionarios, frigidez es el vocablo que describe la falta de deseo o de placer sexual de origen sicológico que suele manifestar un buen número de mujeres, y como segunda acepción, algunos catedráticos lo emplean para definir la incapacidad de sentir frío o calor.

Los sinónimos que más se asocian son apatía e indiferencia, como si fuera voluntaria la falta de habilidades para responder a una situación erótica, error común en quienes dan por sentado que todas las personas deben reaccionar a los mismos estímulos en similar orden e intensidad.

A menos que se trate de profesionales muy conservadores, es difícil que alguien emplee en la actualidad frigidez como diagnóstico, porque esa palabra es peyorativa e inexacta, en tanto engloba una serie de inhibiciones o disfunciones de la sexualidad femenina muy distintas en sus causas, manifestación y tratamiento.

Es más acertado hablar de trastornos del deseo o deseo hipoactivo por un lado, y por el otro de anorgasmia primaria o estado preorgásmico si nunca se ha llegado al clímax, y de anorgasmia secundaria si ya se ha vivido esa experiencia, pero se escabulle en condiciones específicas o con una pareja en particular.

Al sugerir una terapia, no se manejan por igual la ausencia de excitación a la inhibición orgásmica, ni se puede absolutizar su pronóstico, porque este depende mucho de la subjetividad y las condiciones concretas de cada mujer… sin contar con que ese tipo de dificultades también suele darse en hombres de forma episódica o prolongada.

Nuevos problemas, viejas miradas

Otra forma de denominar la ausencia de deseo es anorexia sexual o anafrodisia, en referencia a la diosa Afrodita, como en el vocablo más conocido: afrodisiaco. Solo que el prefijo «an» significa ausencia, lo que en este caso se traduce en rechazo, vergüenza y estrategias para esquivar las relaciones íntimas.

En el sitio digital Psicología y coaching se aclara que esa falta de respuesta sexual puede ser absoluta, situacional o aleatoria (a veces sí, a veces no), y también se evalúa como primaria si nunca ha aparecido el deseo, o secundaria si desapareció después de algún tiempo de disfrute.

En cualquier caso se impone un diálogo diáfano con la pareja para decidir los pasos a dar, si no quieren que la falta de una intimidad aceptable dañe la relación.

Lo complejo de estos fenómenos es que algunas personas sienten deseo (esporádico o frecuente) de recibir caricias o practicar el coito y hasta puede que disfruten esos intercambios, pero no llegan nunca a tener orgasmos, mientras otras no sienten deseo espontáneo jamás y aun así logran disfrutar del acto y hasta tener uno o varios orgasmos.

En ambos casos esa peculiaridad se convierte en problema cuando la pareja, hombre o mujer, se queja de expectativas incumplidas o no se conforma con que la parte supuestamente «frígida» preste su cuerpo para evitar reclamos, sin participar de sus fantasías o al menos de su entusiasmo.

En cuanto a las causas de estos malestares, la ciencia occidental reconoce que una educación muy prejuiciosa y ciertas enfermedades modernas como el estrés y la depresión crónica producen cambios endocrinos significativos que bajan el nivel de andrógenos, hormona muy vinculada a una sexualidad despierta. Igualmente, el abuso de medicamentos y la dependencia del alcohol, el tabaco u otras drogas generan alteración química de los nervios que regulan la respuesta sexual.

En culturas orientales milenarias como el Tantra, el Tao o el Ayurveda, se sugiere conjurar las disfunciones del deseo o el placer con un estilo de vida saludable, pues para sus seguidores la práctica sexual, y particularmente el orgasmo, son una nutritiva vía de intercambio con la pareja y la naturaleza, a la cual se accede con una correcta respiración, mente relajada y sencillos ejercicios para mantener activos los músculos del suelo pélvico y vivificar los canales energéticos de todo el cuerpo.

En todo caso, la «cura» de estas disfunciones existe, pero no está en un manual de posturas o una exploración de puntos más o menos sensibles en la zona genital.

Como en todas las artes, la consagración erótica solo se adquiere con una práctica intuitiva y abierta al cambio, no etiquetando a los demás. Para lograrlo lo primero que hace falta es comunicación y confianza; lo segundo es autoconocimiento, para guiar, si es necesario las caricias ajenas, y lo tercero es aceptar que todo el mundo no reacciona a los mismos apremios ni en similares tiempos.

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