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Feliz, feliz, feliz…

Sexo sentido invitar a dialogar acerca de la felicidad, un tema que apasiona a la humanidad desde sus orígenes. Envíennos sus reflexiones: mientras más se piense y hable de la dicha, más cerca estará ella de nuestros corazones

Autor:

Mileyda Menéndez Dávila

De los tesoros de mi infancia, recuerdo una libreta de versos que perteneció a mi madre cuando era adolescente. Una de sus páginas tenía una estrofa que me marcó para toda la vida: «No busques la dicha hermosa,/ la dicha nunca se da:/ La dicha es piedra preciosa / que en el corazón reposa/ del que buscándola va».

Tres décadas después, ese mensaje viene a mi cabeza cuando escucho a una persona culpar a la vida porque «le niega» la pareja perfecta, la familia amorosa, el trabajo ideal…

Según el crítico suizo Alexandre Vinet, ser felices no es solo una urgencia sensitiva, sino también intelectual: «No solo para el alma, sino también para el espíritu, es una necesidad la dicha. La dicha forma parte de la verdad».

En nombre de esa verdad erramos a diario con la mejor de las intenciones, porque es arriesgada esa tarea de hacer feliz a alguien, sobre todo cuando se pretende hacerlo a costa del propio bienestar.

De este dilema hay mucho escrito, en prosa y verso. Hoy compartimos criterios de autores ya citados en Sexo sentido para invitarles a dialogar sobre un tema que apasiona a la humanidad desde sus orígenes. Envíennos sus reflexiones: mientras más se piense y hable de la felicidad, más cerca estará ella de nuestros corazones.

Te toca a Ti

Valerie Tasso, psicóloga, Francia: «Nos han hecho creer, y hemos caído como pardillos, que nuestra capacidad para acumular bienes de consumo es el indicativo de nuestro nivel de felicidad. Olvidando aquello tan sabio de que “las cosas son de nosotros tanto como nosotros de ellas” (…) y que, como decía Séneca, “el pobre no es el que tiene poco, sino el que desea más”.

«(…) Epicuro, en su teoría hedonista, clasificaba las apetencias en naturales y necesarias, naturales y no necesarias, y ni naturales ni necesarias. (…) La felicidad consistiría en satisfacer las primeras, no depender de las segundas y prescindir de las terceras».

María Elena Real, psicóloga, Cuba: La necesidad emocional más importante del ser humano es la intimidad. Muchas personas buscan placer, pero el placer es momentáneo y pasado ese momento necesitarán otro instante de felicidad. El sexo por sí solo puede traer felicidad en unos momentos y en otros no, porque es placer momentáneo. Podríamos sobrevivir sin intimidad, pero no seríamos felices porque es lo único que llena el plano emocional.

Paulo Coelho, escritor, Brasil. «Nadie quiere desorganizar su mundo. Por eso, mucha gente consigue controlar esta amenaza, y es capaz de mantener en pie una casa o una estructura que ya está podrida. Son los ingenieros de las cosas superadas.

«Otra gente piensa exactamente lo contrario: se entrega sin pensar, esperando encontrar en la pasión las soluciones para todos sus problemas. Descarga sobre la otra persona toda la responsabilidad por su felicidad, y toda la culpa por su posible infelicidad. Está siempre eufórica porque algo maravilloso sucedió, o deprimida porque algo inesperado acabó destruyéndolo todo.

«Apartarse de la pasión, o entregarse ciegamente a ella, ¿cuál de las dos actitudes es la menos destructiva?».

Pilar Sordo, psicóloga y comunicadora, Chile: «En la calle el otro día me detuvo una señora para preguntarme por qué, aun cuando estaba acompañada (me refiero a pareja), ella se sentía tan sola. Esto me hizo pensar primero en las muchas veces en las que yo me he sentido así y claramente es una sensación muy desagradable y hasta cierto punto difícil de codificar.

«Primero creo, y ese ha sido por lo menos mi trabajo con el tema, que nos cuesta mucho asumir que somos seres solos y que los otros no tienen la responsabilidad de hacernos felices y completarnos lo que nosotros hemos sido incapaces de hacer por nosotros mismos. El apego tan característico del Occidente nos genera más sufrimiento del necesario.

«(…) Creo que esta sensación primero hay que revisarla dentro de nosotros mismos, es un tema de expectativas, de cómo yo, dentro de mí, me invento la sensación de cómo debiera ser mi pareja. La otra pregunta es si tengo asumido que la responsabilidad de ser feliz es mía y el otro solo viene a compartirla, y eso implica que yo tampoco me puedo hacer responsable de la de él».

Apunta mejor

Deepak Chopra, filósofo, India. Al dar y al recibir, lo más importante es la intención. La intención debe ser siempre crear felicidad para quien da y para quien recibe, porque la felicidad sostiene y sustenta la vida y, por tanto, genera abundancia.

José Martí, escritor y filósofo, Cuba. Toda la felicidad de la vida (…) está en no confundir el ansia de amor que se siente a tus años con ese amor soberano hondo y dominador que no florece en el alma sino después del largo examen, detenidísimo conocimiento y fiel y prolongada compañía de la criatura en quien el Amor ha de ponerse.

Olga Tallone, terapeuta sexual, Argentina: «La adicción a la certeza no solo nos cierra la posibilidad de pensar, inventar y anticiparnos a ideas nuevas, sino que nos estanca en viejas creencias que tarde o temprano nos paralizan, nos distancian, nos dejan solitarios en ellas.

«(…) Abrir la mente también es abrir el corazón. Saber aceptar las diferencias, saber escuchar y escucharse. Todo en nuestro mundo es una construcción y, por lo tanto, dinámico y cambiante. Aprender a deconstruir, salir de la soberbia y la vieja muralla protectora, nos torna seres más amplios, comprensivos, solidarios y afectuosos.

«Aprender y aceptar la deconstrucción de las certezas nos vuelve más autónomos y libres. Sujetos que sienten que están en el mundo, sin pertenecerles ni que el mundo les pertenece. La construcción de la Felicidad es la contracara de la construcción de certezas».

Walter Rizo, psicólogo, Costa Rica: «En el enamoramiento puro no hay felicidad completa, porque el enamorado no soporta la ausencia del otro, y tampoco hay saciedad total, porque la expectativa es alcanzar el amor absoluto (“Llenarme de ti”), lo cual es imposible.

«(…) Desilusionarte del amor es desilusionarte de la vida. No puedes vivir en el desamor sin enfermarte; nadie puede. Enfrenta la próxima relación con valentía. Junta el corazón con la prudencia y haz una alianza estratégica que te permita moverte en los puntos medios.

«Evaluación consciente: si no tienes claro qué falló en el pasado, seguirás de tumbo en tumbo. Elegir bien con quién vas a estar, ya sea para casarte (lo cual es obvio) o para tener una aventura. Tener claro quién te merece y quién no. No te regales; no dejes que la soledad decida por ti. Afina la puntería: Esa es la clave».

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