En esta era de teléfonos inteligentes una aplicación móvil se ha convertido en la vedette preferida de los jóvenes
Si tuviera que formular una premisa como columna vertebral para estas líneas, sería la siguiente: el uso de Zapya en Cuba es directamente proporcional al número de teléfonos inteligentes, tabletas y, en menor medida, ordenadores, existentes en el país.
No dispongo, empero, de números concretos al respecto para fundamentar tal hipótesis. Carezco, además, del dato sobre la cantidad de equipos móviles que hay en Cuba, o del elevadísimo porcentaje de ellos que debe tener instalada la mencionada aplicación.
Pero si, como yo, usted observa o interactúa con su móvil con otros, o ha estado en un lugar público y ha activado Zapya, o ha escuchado palabras o frases como «zapéamelo… ve al Zapya… voy a zapear», probablemente coincida en que mi premisa no es descabellada.
Simplemente, Zapya se ha convertido en la vedette entre las aplicaciones más usadas en el país, acaso solo rivalizada por la no exenta de polémica base de datos telefónica de Etecsa, que también es un «imprescindible» instalado en cuanto smartphone o tableta habita en este archipiélago.
«Yo uso Zapya en cualquier lugar, especialmente si hay mucha gente», afirmó a este reportero Idalmis, una muchacha de 14 años, que cursa el noveno grado.
Según la adolescente, la aplicación le ha permitido conocer muchas otras a partir de encontrarlas en grupos a los que se ha conectado. «¿Y no temes que alguna aplicación que copies, sin conocerla, sea maligna?», le pregunto. «Tengo instalado en mi móvil un antivirus y siempre analizo las que copio», responde Idalmis.
Sin embargo, más tarde me confiesa que esta medida de seguridad la tomó luego de que una vez se le colara un «bicho» que le borró todos los datos del móvil. El virus en cuestión venía insertado dentro de una versión no oficial del juego MyTalking Tom, también muy popular entre las nuevas generaciones.
Además de descubrir aplicaciones, Idalmis usa Zapya para chatear. Lo mismo hace Ruslán, otro adolescente, de 15 años de edad, que cursa el décimo grado en un preuniversitario de La Habana.
«En la escuela el uso de los teléfonos está regulado. Podemos tenerlos con nosotros, pero en vibrador solamente», dice el joven. No obstante, asegura que siempre revisa Zapya para ver quién está conectado.
Y es que el chat es un componente activo y plenamente usado por los más bisoños. Los adolescentes consultados por este reportero indicaron, por ejemplo, que en las fiestas Zapya es parte de la diversión.
«Cuando llego a una fiesta y saludo a la gente del grupo, me conecto a Zapya para ver “cómo está la cosa”», dice Ruslán. «A veces encuentro a alguien con mis intereses, e incluso llegamos a conocernos en persona», agrega.
Lo de conocerse cara a cara tiene que ver con que en el reino de Zapya la mayoría de los adolescentes que se conectan para chatear en espacios como el de una fiesta, usan apodos o nombres falsos. Es el germen offline de lo que fuera internet antes de que las redes sociales convencieran a medio mundo de presentarse tal cual son.
Amparados en el anonimato que la aplicación permite, nuestros adolescentes usan Zapya como una vía de socialización. Son, a la vez, beneficiarios y benefactores, aunque también pueden ser objetos de acoso.
«En la escuela un socio se quedó dormido en el aula y el profesor lo despertó. El muchacho se asustó y gritó. Alguien lo filmó y el video pasó de Zapya en Zapya a la hora del receso. Muchos se burlaban», cuenta Ruslán.
Lo descrito desde la ingenuidad de este joven, en una edad en la cual la empatía es una cualidad en formación, se tipifica como ciberacoso, y es uno de los peligros a los que se pueden exponer los adolescentes con las nuevas tecnologías. En esta materia se debe ser más incisivo en el área del respeto y la ética, con el hogar y la escuela como puntales para una correcta formación de las nuevas generaciones.
Y es que el móvil o la tableta no deben ser equipos para que «se entretenga y comunique el muchacho» —especialmente el adolescente—, sin que sus padres sepan cómo lo usa. Incluso, suscribo también un consejo para los profesores: el chat puede ser peligroso durante los exámenes.
Por el contrario, si subimos un poco el grado escolar y llegamos a la enseñanza superior, los usos de Zapya varían. Como en la mayoría de los usuarios de todas las edades, la aplicación es una excelente vía para compartir contenidos. Y también se socializa a través del chat, aunque este es más respetuoso.
Jóvenes como Yoan, que estudia en la Universidad de las Ciencias Informáticas, afirman que crean grupos con sus amigos y los protegen con contraseñas para evitar intrusos. La actitud del joven no solo protege sus archivos, sino que levanta un muro ante la mirada de desconocidos.
Zapya es una aplicación de la compañía Dew Mobile Inc., de origen chino. En su web oficial, www.izapya.com, afirman que disponen de más de 450 millones de usuarios globales, y se autodefinen como una plataforma que es «el futuro para la transferencia de archivos».
En esencia, Zapya permite crear un hotspot en cualquier equipo que sea capaz de transmitir datos a través de tecnología wifi, alcanzando velocidades de hasta 10 MB/s.
La aplicación está disponible para los sistemas operativos Android, iOS, Windows, Mac OS X y también permite la transferencia de archivos a través de la web. En Google Play, la tienda oficial de Android, la última versión registrada es la 4.8 y data de este 2 de junio.
Una vez instalada la aplicación, el usuario puede crear un «grupo», al que se suman otras personas para intercambiar archivos como fotos, videos, aplicaciones y hasta carpetas enteras de contenido.
Los grupos creados por los usuarios pueden ser abiertos, o estar protegidos por contraseña o códigos QR.
Las capacidades de la aplicación están potenciadas, además, porque permite crear un respaldo total del equipo móvil y transferir los archivos a otro dispositivo para evitar la pérdida de datos.
También Zapya, cuyo alcance depende de la potencia wifi del equipo móvil, y promedia los 40 metros, tiene una función que habilita al usuario para controlar la cámara de otro dispositivo conectado al grupo, y así usarla como si fuera un circuito cerrado de seguridad personal.
Aunque no es de uso exclusivo por parte de los jóvenes, Zapya se ha ganado su favor en Cuba por el componente de socialización que brinda el chat y sus excepcionales capacidades para compartir archivos. ¿Y usted, cómo usa Zapya?