En la actual Sociedad de la Información, donde los cambios son cada vez más vertiginosos, EE.UU. anuncia que se prepara para ceder su papel administrativo sobre Internet, pero autoridades del tema en el país califican ese paso de simbólico. Mientras, crece la preocupación mundial por la gobernanza de la web y las acciones para reducir la brecha digital
WASHINGTON D.C.— Internet ha evolucionado de forma vertiginosa en las dos últimas décadas, aunque realmente es una tecnología que se acerca a los 50 años de vida desde que en los laboratorios de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa (Darpa, por sus siglas en inglés), en Estados Unidos, se enviaran los primeros paquetes de datos digitales en una red de computadoras.
No sería hasta la década de 1990 que comenzaría a generalizarse el uso de la web en EE.UU. y los países del llamado «mundo desarrollado», hasta lograr una red global de comunicación como nunca antes ha conocido la humanidad.
Hoy, poco más del 40 por ciento de los ciudadanos del mundo están conectados a la llamada red de redes, según datos de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), en su último reporte de 2014.
Sin embargo, este porcentaje indica que todavía es notable la brecha digital, especialmente cuando se mira hacia el sur del planeta, algo que remarcó la Doctora en Ciencias Laura DeNardis, profesora del American University, una casa de altos estudios en la capital de Estados Unidos y experta en el tema de la gobernanza de Internet.
Aunque se prevé que la conectividad continúe creciendo en los países subdesarrollados, añadió, la expansión de la web y su introducción como herramienta para actividades disímiles ha hecho florecer una serie de cuestiones en torno al tema de la gobernanza. Ya no se trata solo de los aspectos técnicos relacionados con el funcionamiento de la red de redes, sino de cómo se va a regular un ente vital para la actual economía mundial marcada por el modelo neoliberal.
Como consecuencia del perfeccionamiento y expansión de Internet, durante los últimos diez años hemos vivido además el ascenso de plataformas de intercambio social, una fiebre que ha permitido mayor interacción entre las personas; pero ello se ha visto ensombrecido por revelaciones como las del excontratista de la NSA (Agencia de Seguridad Nacional de EE.UU.) Edward Snowden, acerca del espionaje global perpetrado por esta entidad gubernamental.
Por eso hoy se impone buscar un consenso para proteger a esta tecnología y hacerla segura en términos de privacidad, al tiempo que son necesarias soluciones para cerrar la brecha digital.
Desde Estados Unidos, de forma general, la propuesta se presenta con un «modelo multistakeholder», palabra que si bien no tiene una traducción literal al español se interpreta como un modelo multilateral donde aboslutamente todas las personas tengan la capacidad de intervenir en las decisiones relacionadas con la web, tanto desde el punto de vista técnico como de regulaciones. Aunque, eso sí, la visión estadounidense del asunto, a diferencia de las expresadas por otras naciones como Rusia y China, privilegia al sector privado.
Desafortunadamente, hasta el momento son pocos quienes se interesan por el tema de la gobernanza de la web, un asunto marcado hoy por posiciones políticas que se mezclan con las cuestiones técnicas, un verdadero dolor de cabeza.
Como norma, los usuarios de Internet solo están interesados en que funcione su acceso, consideró de forma general DeNardis y otro grupo de expertos con los que intercambió Juventud Rebelde como parte de un recorrido organizado por el Departamento de Estado en torno al tema, iniciado este 18 de junio en esta capital.
Si en algo han coincidido todas las autoridades estadounidenses con las cuales conversamos sobre gobernanza, es que EE.UU. busca garantizar un modelo que no sea dominado por Naciones Unidas, el organismo internacional de mayor rango hoy.
A juicio de Cathy Novelli, subsecretaria de Estado para Crecimiento Económico, Energía y Medioambiente en el Departamento de Estado, «Internet es una nueva faceta de la vida y hay que asumirlo desde una perspectiva multilateral para tener una web más saludable que cuente con la participación de todos».
La funcionaria considera que el rol de los gobiernos en torno a Internet es garantizar la privacidad, seguridad y apego a la ley en la generación de contenidos. Empero, enfatizó que las regulaciones del futuro de Internet no sean controladas por Naciones Unidas, pues considera que «no está lista» para hacerlo.
Es la gobernanza un tema que concierne a todos, y el traspaso del poder administrativo que ejerce el Gobierno de Estados Unidos sobre Internet, dijo, es solo una cuestión técnica. Este proceso de transición fue anunciado el pasado mes de marzo.
Actualmente, abundó, el reto es hacer que la mayoría de las personas se interesen por participar en el tema de la gobernanza. Novelli consideró que un buen escenario para ello se desarrolla en el Foro de Gobernanza de Internet, evento de carácter anual desde 2005 una vez que terminó la segunda fase de la Cumbre Mundial de la Sociedad de Información celebrada en Túnez.
El Foro atrae a más personas en cada sesión, puntualizó la funcionaria. No obstante, acotó Novelli, es necesario sumar a decisores de sectores clave para las naciones, como salud, educación y ciencias, en aras de crear una mayor conciencia colectiva sobre la importancia de la gobernanza de Internet.
El futuro de Internet, dijo, no depende de una sola solución, sino de la multiplicidad de puntos de vista.
Muchos de los servicios que hoy se utilizan en Internet son aparentemente gratuitos cuando en realidad están soportados por compañías con fuertes intereses monetarios.
Estas empresas, explicó Laura DeNardis, proveen los servicios gracias a los ingresos obtenidos a base del uso de la publicidad y la recolección de datos de sus usuarios.
La evolución de la web indica que el próximo paso será a través de la llamada Internet de las cosas, lo que significa que la red de redes no será más un sistema de comunicación, sino un sistema de control de dispositivos donde los humanos son el centro pero las máquinas «hablan» entre sí de igual forma. El uso de dispositivos como relojes inteligentes y electrodomésticos programables a distancia, significa el siguiente paso evolutivo en un mundo interconectado.
Para garantizar el éxito de esta interoperabilidad de la red, abundó, el mundo necesita ponerse de acuerdo en cómo se regulará la misma.
La administración de recursos críticos, ajustes técnicos, una arquitectura basada en la protección de derecho de autor, el acceso y coordinación para la interconexión, la ciberseguridad y el rol de la políticas que regulan los derechos de autor, en el cual participan las compañías, son algunos de los tantos tópicos que rodean lo que DeNardis llamó el ecosistema de gobernanza de Internet, y sobre los cuales se necesita de consenso internacional.
A juicio de la experta, la pérdida de confianza pública en Internet es un tema muy polémico y difícil de resolver. Un estudio de la compañía consultora CIGI-Ipsos, relató, afirma que el 64 por ciento de los usuarios se preocupan más por su privacidad en línea actualmente comparado a como lo hacían hace un año.
En esto, evidentemente, tuvo mucho que ver Edward Snowden.
Al mismo tiempo, señaló DeNardis que el desarrollo de infraestructura de conectividad se dificulta por «cuestiones políticas» entre las naciones, un tema que hoy ha desatado la polémica tras el mencionado anuncio hecho por el Gobierno de Estados Unidos en el cual indicó que transferirá su papel de «administrador» de la web hacia la Corporación para la Asignación de Nombres y Números en Internet (ICANN, por sus siglas en inglés) y la IANA (Autoridad para la Asignación de Números y Nombres en Internet, según sus siglas en inglés), ambas compañías de carácter privado.
Para DeNardis el rol que hoy ejerce el Gobierno de Estados Unidos en Internet y su traspaso de poder a las compañías privadas antes mencionadas politiza el tema en tanto se «teme» por la libertad de la información y cómo se va a garantizar a quién responde la ICANN, una entidad creada en 1998 como resultado del trabajo de la Agencia Nacional de Telecomunicaciones e Información de Estados Unidos (NTIA, por sus siglas en inglés) bajo la administración de Bill Clinton.
Otro problema relacionado con la gobernanza de Internet, apuntó DeNardis, está relacionado con la administración de los datos digitales que cada persona genera en línea. A su juicio es una cuestión fácil de resolver desde el punto de vista tecnológico con la localización de servidores en cada nación.
Y así lo confirma el mencionado estudio de CIGI-Ipsos, el cual indica que el 72% de los usuarios quiere que su información personal se encuentre alojada en servidores dentro de las fronteras de sus países.
Pero la realidad es muy distinta actualmente. Son las compañías que brindan servicios las que recopilan nuestros datos, y las más populares están ubicadas en Estados Unidos.
El proceso de transición de poder administrativo «simbólico» —como lo llaman las autoridades estadounidenses con las que intercambiamos— hacia la ICANN, estará signado durante los próximos meses por amplias discusiones en numerosas instituciones internacionales.
Y si bien la gobernanza preocupa, también debe ocuparnos la brecha digital del planeta.
Mediante una teleconferencia el Doctor en Ciencias Derrick L. Cogburn, profesor de Relaciones Internacionales de la American University, opinó que si bien existe mucho potencial colaborativo en la gobernanza de Internet desde un punto de vista multilateral, el mundo no ha podido reducir de forma efectiva la brecha digital en la nombrada Sociedad de la Información.
La falta de acceso se refleja en todo el planeta, Estados Unidos incluido, indicó el académico.
Finalmente, el investigador y profesor mencionó que el problema más grande hoy en la gobernanza de internet es decidir cómo lograr la participación de múltiples partes para la creación de políticas públicas en el campo digital. Y es que las tecnologías asociadas a Internet han creado muchas partes interesadas en estos procesos, incluso aunque estas no lo hayan concientizado y deban hacerlo para convertirse en actores dentro de un escenario que tiene que ser, ante todo, multilateral.