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Buscador Google revela intimidades privadas y oculta lugares de interés para Estados Unidos

Foto de una mujer desnuda tomando sol, divulgada por el buscador de mapas Google Earth, renovó el debate sobre la intimidad y las nuevas tecnologías La Red al Día 

Autor:

Amaury E. del Valle

La Casa Blanca desapareció del mapa y en su lugar se situaron recuadros que simulaban su silueta.

En Washington, una pequeña extensión de terreno en mitad de la ciudad queda oculta tras una silueta difuminada.

Extrañas islas al sur de Hawaii, en el Pacífico, difuminadas ex profeso para ocultar su silueta y las instalaciones en ellas.

La última actualización de Google Earth, el programa del famoso buscador que ofrece imágenes satelitales de todo el mundo, reveló la foto de una mujer desnuda tomando el sol en La Haya, Países Bajos.

Aunque la vista es lejana, y no se aprecia nítidamente, como el sistema además da la oportunidad de superponer a las imágenes satelitales unos mapas, los medios de prensa sensacionalistas descubrieron rápidamente la identidad de la mujer, a partir de su dirección.

La nueva invasión a la privacidad, aunque no la única de Google Earth, ha puesto al descubierto una vez más la fragilidad actual de la intimidad, especialmente por el abuso que en muchas ocasiones se hace de la tecnología.

La gran paradoja es que mientras Google Earth descubre «secretos» de personas comunes y corrientes, en cambio silencia, con un burdo pegote de color oscuro encima, otras áreas sin explicar el por qué.

YO, MI PAPARAZZI

Lo peor del «error» de Google Earth que ha puesto al descubierto la intimidad de la mujer es que ella quizá ni podría exigirle al sitio una compensación, pues este desliz parece caer en un limbo jurídico.

En primer lugar, el buscador de mapas y fotos satelitales alega que el error no es suyo, sino del proveedor de las imágenes, y que por demás ellos no develaron expresamente la identidad de nadie, sino una foto tomada desde el espacio donde por casualidad salía la ciudadana de Países Bajos afectada.

Y no es solo esta persona la que sufre por haber quedado expuesta públicamente. Aunque Google Earth ahora pretenda tomar de nuevo la foto satelital y por ende sustituir la imagen, de cualquier forma ya la instantánea ha sido captada y circula por la red de redes reenviada una y otra vez, sin que nadie pueda parar su divulgación.

Algo similar le ha sucedido a muchas otras por la costumbre, ya abordada por nosotros en diferentes ocasiones, de tomar fotos y videos digitales de todo tipo, sin tener en cuenta el destino potencial que pudieran tener en el futuro.

Muchas veces la persona se convierte en su propio paparazzi poniendo al descubierto sus intimidades, y así es frecuente ver en correos electrónicos y hasta en páginas web imágenes privadas de personas, notables o no.

Estos materiales, en la mayoría de los casos íntimos, una vez que salen de la máquina de su propietario por una u otra causa, e incluso estando en ellas, son copiados y reenviados una y otra vez, ya sea por correo o poniéndolos en alguna página de Internet, lo cual hace virtual y realmente imposible detener su divulgación.

CENSURA SATELITAL

La noticia del «hallazgo» íntimo de Google Earth ha circulado por todos los medios de prensa del mundo y ha reavivado el debate de la intimidad expuesta.

En especial, porque muchos afirman con razón que si bien la foto actual no es muy nítida, el avance vertiginoso de la tecnología posibilitará dentro de muy poco una resolución satelital, que podrían verse hasta detalles mucho más... precisos.

No faltan otras teorías que afirman con cierta lógica que todo podría ser una bien pensada estrategia publicitaria para resaltar la imagen de Google Earth, máxime teniendo en cuenta que el descubrimiento se produjo en Europa, continente que ha anunciado su intención de crear un buscador de mapas e imágenes satelital para hacerle la competencia al norteamericano.

Los foros de intercambio colapsados con la noticia, su reproducción en medios de prensa de todo el mundo, y las miles de personas descargando el Google Earth para ver el supuesto desnudo, ha dado una publicidad gratuita al sitio, resaltando su fama de buscador de mapas más potente que existe, capaz de ver hasta una mujer desnuda en su casa.

No obstante, lo que más molesta a otros no es precisamente lo que devela el buscador, sino lo que oculta, a veces sin razón alguna, y otras en evidente complicidad con el gobierno de Estados Unidos.

Sí, porque Google Earth no pone reparo alguno en develar los accesos privados del Palacio Real inglés o de la sede del gobierno español, o de aeropuertos internacionales de diferentes países.

Sin embargo, deliberadamente oculta otros lugares de «interés» para el gobierno de Estados Unidos, como la Casa Blanca y sus accesos, el Pentágono, o bases aéreas fuera de su territorio, e incluso lugares donde se supone existan instalaciones secretas, porque no se explica que los hayan borrado de las imágenes satelitales.

Así, hay triángulos oscuros sobre las Montañas Cheyenne, sin que se sepa qué hay allí; en Washington, una pequeña extensión de terreno en mitad de la ciudad queda oculta tras una silueta difuminada, mostrando un bajo nivel de detalle que impide ver lo que es; en Alemania y España hay zonas censuradas cerca de las bases aéreas de la OTAN, o están distorsionadas sin que sean visibles las cercanías de unas pequeñas islas al sur de Hawaii, en el Pacífico.

Según Bernardo Hernández, director de Marketing de Google España, «por requerimiento judicial, algunas instalaciones o edificios gubernamentales pueden verse con un bajo nivel de detalle, aunque los cuadros de colores suelen ser errores de las fotografías».

Esto no explica, en cambio, muchas «rarezas» a lo largo de los mapas, como extraños reflejos, carreteras que se cortan de repente, zonas que no encajan unas con otras o nubes que casualmente esconden lo que otros quieren ver.

Algunas de estas anomalías pudieran ser errores en las imágenes tomadas por los satélites, pero otras son evidentes muestras de censura que ocultan áreas protegidas.

ZONAS OSCURAS

Ninguna tecnología, por sí misma, es dañina. Es el uso que hacemos de ella lo que la convierte en potencialmente peligrosa. Sin embargo, no está de más recordar de vez en cuando, y hoy más que nunca, ese viejo refrán que dice que entre cielo y tierra no hay nada oculto.

Por eso, la privacidad de los datos, imágenes e informaciones que poseemos, debe ser en primer lugar una responsabilidad nuestra, pues jugar con ello puede traer consecuencias desastrosas.

No se puede olvidar que cualquier información hoy, ya sea a través del correo electrónico, Internet e incluso un DVD, CD-Roms o un simple disquete, navega y se multiplica para siempre. 

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