El año pasado más de 21 200 cubanos perdieron la vida a consecuencia del cáncer. Es muy posible que en el 2009 esta enfermedad se convierta en la primera causa de muerte en la Isla. En siete provincias ya sucede así
¡Cáncer! La sola mención de esa palabra hace que cualquier persona se estremezca. Muchos quisieran no oírla nunca. Otros, desgraciadamente, viven repitiéndose esa palabra día a día, ya sea porque llevan la enfermedad en sus entrañas, o porque deban lamentar su presencia en un ser querido.
La realidad es que este padecimiento mundial, que engloba bajo el término cáncer a más de 220 patologías, cada una con sus propias especificidades, ha aumentado vertiginosamente en los últimos años en todo el planeta. Cuba no es la excepción.
El cáncer ha avanzado en la isla, tanto en su incidencia como en su mortalidad, a tono con las tendencias internacionales.
Esta situación, según los expertos, está provocada por el incremento de los factores de riesgo, y por el hecho de existir cada vez mejores medios de diagnóstico, lo que hace que hoy se pueda clasificar como cáncer a enfermedades que anteriormente no se reconocían como tal.
En sus palabras introductorias al Programa Integral para el control del cáncer en Cuba, la doctora Lea Guido López, representante de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en nuestro país, reconocía que aproximadamente el 72 por ciento de las defunciones por cáncer ocurridas en 2007, se registraron en países de ingresos bajos y medianos, mientras que se prevé un aumento del número de defunciones anuales mundiales por cáncer, las cuales llegarán a unos 12 millones en 2030.
Según la OMS los tipos de cáncer más frecuentes a nivel planetario, ordenados por el número de defunciones que causan, entre hombres son el de pulmón, estómago, hígado, colon-recto, esófago y próstata. Mientras, entre mujeres está el de mama, pulmón, estómago, colon-recto y cuello uterino. Las estadísticas de la enfermedad en Cuba no están muy alejadas de esta tendencia.
Algo más preocupante es que hasta el pasado año el cáncer se considera como la segunda causa de muerte, pero como la razón de mayor impacto en la esperanza de vida al nacer.
En 2009 la situación pudiera cambiar... para peor.
Los expertos vaticinan que este año el cáncer podría llegar a convertirse en la primera causa de muerte en la Isla, como ya sucede en siete provincias del país, desplazando del fatídico primer puesto a los accidentes cardiovasculares.
Lo más duro es que, según un estudio realizado en 2005 por colaboradores internacionales de la OMS en la esfera de la oncología, es posible prevenir aproximadamente el 30 por ciento de los casos de cáncer mediante la modificación o la prevención de los principales factores de riesgo; incluso, esa cifra podría ser aún mayor.
El olor a hospital es algo que difícilmente se olvide. Todos lo conocemos, aunque cada cual lo describa a su modo. Algo similar sucede en el ánimo de una persona cuando penetra a uno de estos recintos, donde, nos guste o no, al final siempre nos vamos a tropezar con el sufrimiento humano.
Pero una sala o consulta de oncología es diferente, y por más que uno quiera, no puede dejar de pensar que quienes están allí llevan sobre sí una condena, aunque muchas veces nos olvidemos que nosotros mismos también podemos tenerla sin saberlo, sin embargo, tratado a tiempo puede ser curado.
«Es algo curioso, y se ha estudiado bastante el hecho de que familiares de personas que padecen cáncer de pulmón en fase terminal continúan fumando, pensando que a ellos mismos no les va a pasar».
El doctor Jorge Luis Soriano García, jefe de los Servicios de Oncología del Hospital Clínico Quirúrgico Hermanos Ameijeiras y jefe del Grupo Especial de trabajo de Oncología Médica, de la Unidad Nacional de Control del Cáncer, cree firmemente que modificar los hábitos de vida, disminuyendo los factores de riesgo, es la acción principal que puede hacerse contra esta enfermedad.
«En primer lugar está el hábito de fumar, causante principal del cáncer de pulmón, el de mayor incidencia y mortalidad entre los hombres, en Cuba y en el mundo.
«En nuestro caso, esa cifra ha ido creciendo, incluso entre las mujeres; algo muy alarmante, ya que en estos momentos están muy cerca de equipararse la cantidad de casos de este tipo en ambos sexos. La explicación para ello es muy sencilla: la cantidad de fumadores existentes en uno u otro caso».
—Pero el cáncer de pulmón también le da a los no fumadores...
—Eso es un mito que utilizan muchas personas para escudarse y mantener su visión. Las estadísticas muestran que solo el cinco por ciento de los casos de cáncer de pulmón ocurren entre no fumadores o fumadores pasivos. El resto fuma, y mucho.
«Lo que sucede es que este tipo de enfermedad es de avance lento. Los estudios indican que pueden transcurrir entre 20 años o más hasta su aparición en un fumador empedernido, y eso conspira contra las campañas educativas. Pero lo cierto es que los números no mienten, y las afecciones cancerígenas pulmonares encabezan la lista de defunciones a nivel mundial y en Cuba».
Todos los tipos de cáncer de una manera u otra están relacionados con distintos factores de riesgo, como el ya mencionado tabaquismo, o los malos hábitos alimenticios, caracterizados por un alto consumo de grasas, de nitritos y nitratos —que se encuentran tanto en los preservantes de muchos productos como en los aceites y grasas refritos una y otra vez—, la poca presencia de frutas y vegetales, así como no consumir alimentos ricos en fibras dietéticas, o la alta ingestión de sales y carnes de abundante colesterol.
Impacta también negativamente la obesidad, los hábitos alcohólicos o la exposición a enfermedades de transmisión sexual, como el Virus del Papiloma Humano (HPV) producto del cambio frecuente de pareja.
«En este caso sucede algo muy significativo, y es que la mayor cantidad de casos de cáncer cérvico uterino, cuyo principal detonante es la presencia de esta enfermedad, según las estadísticas actuales ocurre entre mujeres jóvenes, fundamentalmente entre los 25 y 45 años de edad.
«Igualmente resulta curioso que en Cuba, a diferencia del mundo, el cáncer bucal se haya situado entre los diez primeros de mayor incidencia», asegura el doctor Soriano.
—¿Y esto a qué se debe? ¿Tiene que ver con la higiene o los tratamientos odontológicos?
—No necesariamente. La principal razón de la incidencia del cáncer bucal, incluso entre los jóvenes, es el tabaquismo. No se trata de que tenga mejor o peor cuidado los dientes, aunque la mala higiene empeora la situación, sino del daño que está haciendo el mal hábito de fumar y la coexistencia de otros factores nocivos como la ingestión excesiva de alcohol y las dietas pobres en frutas y vegetales.
Otro elemento que está incidiendo de manera negativa entre los cubanos es la exposición incorrecta al sol, muy fuerte en nuestra zona climática, y que provoca un daño severo en la piel, sobre todo en aquellas personas de piel blanca y ojos claros.
«En Cuba existe un horario crítico, entre diez de la mañana y cuatro de la tarde, donde los rayos ultravioletas son muy fuertes. Exponerse al sol sin protector y/o excesivamente en estas horas puede ser muy peligroso. El cáncer de piel, en sí, no es uno de los mayores causantes de muerte, pero estéticamente su efecto puede ser devastador».
El rostro de la muchacha deambula entre el miedo y la esperanza, tal vez infundada. «No he ido porque mi tiempo libre es escaso, para asistir a esa consulta tendría que faltar al trabajo y estos no son momentos de ausencias...», explica, intentando envolver en las más disímiles excusas el temor inmenso que la embarga: verdadera causa de su inactividad.
—¿Eres consciente de que podrías tener un cáncer?
—¡Solavaya, niña, no digas eso; por qué tendría que tocarme a mí esa suerte! —replica como mordida por una serpiente—, además, si lo tengo... no sé si quiero saberlo», se repite, y ni sus treinta y tantos años ni su formación universitaria alcanzan para defenderle la salud.
Ella es una de las 132 mujeres santiagueras con un diagnóstico de citología alterada que hasta ahora son esperadas en las consultas de patología de cuello de útero.
El ejemplo estremece, pero a contrapelo de toda lógica, es muy común, a pesar de que Santiago de Cuba es una de las provincias en las que las neoplasias malignas constituyen la primera causa de muerte, por encima de las enfermedades del corazón y las afecciones cerebro vasculares.
Durante el 2008, en el oriental territorio fueron diagnosticados 3 369 nuevos casos de cáncer y 1 561 personas (905 hombres y 656 mujeres) fallecieron por esta causa.
El doctor Francisco Perera Fernández, jefe de la Unidad Provincial de Lucha Contra el Cáncer, es enfático cuando asegura que el cáncer no es, de forma absoluta, sinónimo de muerte, siempre y cuando se cumplan con cuestiones como la prevención, un diagnóstico temprano y el tratamiento oportuno.
Tumores malignos en la próstata, los pulmones y cánceres de esófago, estómago, colon y cavidad bucal, fueron en ese orden las principales causas de muerte por la enfermedad entre los hombres santiagueros el pasado año. En el caso de las mujeres, las afecciones de pulmón, mamas, colon, cuello y cuerpo de útero, ocuparon los primeros lugares en las estadísticas de fallecidas.
Más del 90 por ciento de los cánceres de pulmón, por ejemplo, el de mayor incidencia entre mujeres y hombres aquí, surgen en fumadores activos o pasivos, ilustra Perera Fernández. Sin embargo, por encima de esta certeza y de la advertencia de las autoridades de salud, el hábito de fumar crece en Santiago.
Según datos oficiales, en el 2006 se vendieron en esta provincia 166 millones de pesos en cigarros y tabacos, cifra que en el 2007 ascendió a 216 millones, sin incluir las ventas en divisas. Así, sin pensar en neoplasias o tumores los santiagueros continúan fumando tranquilamente en lugares abiertos o cerrados, en reuniones o escuelas.
Otro ejemplo, en el que se subestiman los factores de riesgo es el del cáncer cérvico-uterino. Las afecciones de esta localización, al decir del doctor Perera, más que un padecimiento crónico no transmisible, se han convertido en una enfermedad de transmisión sexual, que cada día padecen personas de menor edad.
El 28 por ciento de las mujeres que perdieron la vida por esta causa el pasado año tenía menos de 35 años, y el desarrollo de la enfermedad tuvo que ver con el inicio de las relaciones sexuales a edades cada vez más tempranas, la práctica del sexo no protegido, el cambio frecuente de parejas, las infecciones de transmisión sexual como el papiloma virus, el herpes virus..., y el alto número de interrupciones de embarazo en edades tempranas.
Asimismo, a pesar de los consejos sanitarios y la alta incidencia de los cánceres de vías digestivas: colon, recto, esófago... la ingestión de alcohol y de comida chatarra es elevada entre los santiagueros, tanto como el poco consumo de frutas y vegetales y/o el sobreuso de grasas reutilizadas y de origen animal.
Pero no solo es la prevención lo que falla, el 78,82 por ciento de los diagnósticos de cáncer de mama realizados en este territorio en el mes de marzo, se hicieron en estadíos avanzados. Esta es una evidencia de que un mecanismo tan sencillo como desarrollar entre las féminas el hábito de hacerse el autoexamen de mamas una vez al mes y acudir a los especialistas en caso de encontrar alguna alteración, no está suficientemente entronizado.
Igual ocurre con la prueba citológica, que gratuitamente se realiza en las áreas de salud a las mujeres sexualmente activas, entre 25 y 50 años, y a toda aquella que la necesite, y que a veces se convierte en un verdadero problema para médicos y enfermeras ante la reiterada inasistencia de las beneficiarias.
Tampoco los servicios de urología que hay en los nueve municipios son suficientemente aprovechados por la población masculina ante cualquier malestar que dé indicios de alguna afección cancerígena en la próstata.
Igual pasa con las consultas de estomatología, que existen hasta en los sitios más recónditos de la provincia. En este caso la simple visita al médico, al menos una vez al año, pudo haber evitado, recalca Perera Fernández, las 56 muertes provocadas por cáncer bucal en 2008.
«Es preciso que la población cambie de actitud ante el cáncer —considera el doctor Perera. No es posible que en esta provincia estas afecciones sean la primera causa de muerte, y ante esto, solo algunos se sensibilicen y sean consecuentes con los cuantiosos recursos que el país eroga para detener este problema de salud».
Al igual que sucede en Santiago de Cuba, en otras ocho provincias del país el cáncer ya ha desplazado a las enfermedades cardiovasculares como la primera causa de muerte.
Villa Clara, Cienfuegos, Sancti Spíritus, Ciego de Ávila, Camagüey, Holguín, Santiago de Cuba, Guantánamo y el Municipio Especial Isla de la Juventud se cuentan entre los territorios más impactados.
Ciudad de La Habana, que por la cantidad de habitantes tiene un peso estadístico muy importante en las cifras de la nación, no está muy lejos de llegar a esta situación, ya que si bien las enfermedades cardiovasculares representan 131,9 defunciones por cada cien mil habitantes, el cáncer ocasiona 129,5.
En el país, el cambio también pudiera darse pronto. La tasa de mortalidad al cierre del año pasado indicaba que por cada cien mil habitantes el 199,6 defunciones fueron por problemas cardiovasculares, mientras que 189 las ocasionaron los tumores malignos, apenas diez puntos menos.
Ambas están muy alejadas de la tercera causante de defunciones, las enfermedades cerebrovasculares, con una tasa de 82,3.
Desgraciadamente, buena parte de estas muertes pudieran haberse evitado con solo reducir algunos de los factores de riesgo, o con lograr una detección más temprana de la enfermedad.
En Santiago de Cuba, por ejemplo, la aplicación de pesquisajes masivos en tres áreas de salud de la Ciudad Heroína permitió el diagnóstico temprano de afecciones cancerígenas de próstata y mamas en personas aparentemente sanas.
La simple realización de un análisis de sangre, con ayuda de un novedoso medio diagnóstico como el Antígeno Protático de Superficie (PSA), logro de la ciencia cubana, abrió el camino hacia la detección de 66 personas aquejadas de neoplasias malignas, las que reciben hoy el tratamiento oportuno que defiende su existencia.
Igualmente, desde el 2008, según precisiones de las autoridades de salud, y tras el adiestramiento del personal de enfermería en los policlínicos 28 de Septiembre y Abel Santamaría, para la realización de exámenes físicos de mamas a las mujeres del área, fueron pesquisadas 14 731 santiagueras mayores de 30 años, de las cuales 12 padecían de la enfermedad.
Las evidencias son claras. Las estadísticas de una enfermedad como el cáncer son cada vez mayores. El país, por ejemplo, ha tenido que multiplicar por cinco el presupuesto destinado a citostáticos desde el año 2000 hasta la actualidad.
También, como explica el doctor Jorge L. Soriano, al crecer la expectativa de vida de la población, que en Cuba ya rebasa los 76 años, es lógico que aumente la aparición de tumores malignos, más frecuentes después de los 60 años, por el incremento del tiempo de exposición a diferentes factores de riesgo.
La solución para ello no está solo en manos del personal de la salud o en la búsqueda de una vacuna mágica que cure este mal que adopta tantas formas.
Es el cambio en los hábitos de vida y la detección temprana de la enfermedad, las que junto con la garantía de un sistema de salud como el cubano, pudieran ahorrar muchas vidas y sufrimientos humanos.