Nuevamente el telescopio James Webb revela imágenes nunca vistas que abren otras teorías sobre el Universo
«Estas observaciones simplemente te hacen explotar la cabeza. Este es un capítulo completamente nuevo en la astronomía. Es como hacer una excavación arqueológica y de repente encontrar una ciudad perdida o algo que no conocías. Esto es sencillamente impactante».
Qué placer cuando una noticia de astronomía viene en esos tonos. No por sensacionalismo, sino porque realmente el hallazgo lo vale.
Ese fue el caso, esta vez, de la investigadora Paola Santini, y se refería a la imagen de las galaxias más antiguas observadas jamás por un telescopio, que nos trajo el flamante James Webb hace apenas unos días para competir con el notición del lanzamiento, al fin logrado, de la misión Artemis.
Pero como de Artemis ya hemos hablado hace poco, regocijémonos juntos en las novedades del Webb y lo que significan para nosotros, que no es poca cosa.
A escasos días aún del inicio de sus operaciones, el telescopio espacial James Webb, de la NASA, ha revelado un reino de galaxias antiguas que habían estado fuera del alcance de todos los demás telescopios hasta ahora.
«Una vez más, el universo nos ha sorprendido. Estas primeras galaxias son muy inusuales en muchos sentidos», expresó otro de los coautores del análisis de estas imágenes, Tommaso Treu, de la Universidad de California en Los Ángeles, citado por NASA Ciencia.
Los resultados provienen del Sondeo desde el Espacio Amplificado con Lentes Grims para el Programa de Primeras Observaciones Científicas de Webb (GLASS-JWST, por sus siglas en inglés) y el Sondeo de Primeras Observaciones Científicas sobre la Evolución Cósmica (Ceers, por sus siglas en inglés), dos artículos científicos publicados en la revista Astrophysical Journal Letters.
El revuelo responde a que con solo cuatro días de análisis, los investigadores encontraron dos galaxias excepcionalmente brillantes en las imágenes y descubrieron que estas existieron aproximadamente entre 450 y 350 millones de años después del Big Bang, si bien las futuras mediciones espectroscópicas con Webb ayudarán a confirmar estos datos.
En breves palabras, se trata de las galaxias más cercanas al momento del Big Bang, cuyo estudio podría revelarnos mucho más de lo poco que conocemos sobre ese momento original del universo.
En parla, la galaxia más lejana observada, conocida como GLASS-z12., presumiblemente se remonta a 350 millones de años después del Big Bang, mientras la anterior poseedora del récord es la galaxia GN-Z11, que existió 400 millones de años después del Big Bang y fue identificada en 2017 por el telescopio Hubble.
Pero más allá de las emociones del alcance, las observaciones de Webb llevan a los astrónomos hacia el consenso de que una cantidad inusual de galaxias en el universo primitivo eran mucho más brillantes de lo que se esperaba. Esto le facilitará a Webb encontrar galaxias aún más antiguas en estudios posteriores del cielo profundo, según los investigadores. Con ello, pronto tendríamos muchas más observaciones de galaxias cercanas al momento fundacional y numerosos datos para contrastar y estudiarlo con mayor detalle del nunca soñado.
Si bien aún faltan etapas de estudio más profundas, el análisis preliminar de las imágenes de estas antiquísimas galaxias ya está apuntando a novedades en lo que pensábamos del origen universal. Una de esas nuevas ideas es que probablemente la etapa de formación de las primeras galaxias fue mucho más rápida de lo que se consideraba hasta hoy.
«Hemos logrado algo que es increíblemente fascinante. Estas galaxias tendrían que haber empezado a juntarse tal vez apenas cien millones de años después del Big Bang. Nadie esperaba que la edad oscura hubiera terminado tan pronto», dijo Garth Illingworth, de la Universidad de California en Santa Cruz. «El universo primitivo habría tenido solo una centésima parte de su edad actual. Es una fracción mínima de tiempo en un cosmos en evolución de 13 800 millones de años de edad».
Erica Nelson, integrante del equipo de Naidu/Oesch en la Universidad de Colorado, señaló que «nuestro equipo quedó impresionado al ser capaz de medir las formas de estas primeras galaxias; sus discos tranquilos y ordenados cuestionan nuestra comprensión de cómo se formaron las primeras galaxias en el abarrotado y caótico universo primitivo».
Este notable descubrimiento de discos compactos en tiempos tan antiguos solo fue posible gracias a las imágenes mucho más nítidas de Webb, en luz infrarroja, en comparación con Hubble. «Estas galaxias son muy diferentes a la Vía Láctea u otras grandes galaxias que vemos hoy en día a nuestro alrededor», dijo Treu.
Las dos galaxias brillantes halladas por estos equipos tienen mucha luz, y esto ha generado ya el inicio de impresionantes hipótesis que buscarán ser probadas o descartadas dentro de poco.
Una opción es que podrían haber sido muy masivas, con muchas estrellas de baja masa, como las galaxias posteriores. Otra opción, explica la NASA, es que podrían haber sido mucho menos masivas y consistirían en una cantidad mucho menor de estrellas extraordinariamente brillantes, conocidas como estrellas de Población III.
Propuestas en teoría durante mucho tiempo señalan que estas serían las primeras estrellas en nacer, ardiendo a temperaturas abrasadoras y compuestas solo de hidrógeno y helio primordiales, antes de que las estrellas pudieran cocinar más tarde elementos más pesados en sus hornos de fusión nuclear. En el universo local no se ven estrellas primordiales tan extremadamente calientes.
«De hecho, la fuente más lejana es muy compacta y sus colores parecen indicar que su población estelar está particularmente desprovista de elementos pesados, e incluso podría contener algunas estrellas de Población III. Solo los espectros de Webb lo dirán», dijo Adriano Fontana, miembro del equipo de GLASS-JWST.
Por ahora, el solo hecho de captar estas impresionantes y antiguas estrellas está ya motivando tanto estudio por venir que lo seguro es que la Astronomía dé unos cuantos pasos hacia adelante en la reescritura de nuestro origen.
Telescopio James Webb.