El estudio más integral sobre el cambio climático llega a su segunda entrega. El texto, dedicado a los impactos, la vulnerabilidad y la adaptación, ratifica que ese fenómeno es una amenaza para el bienestar humano y del planeta
Hace apenas cuatro meses que la COP26 sacó las lágrimas a medio mundo, cuando fue imposible lograr un acuerdo con la fuerza que el problema climático amerita. Ahora ha llegado al fin el segundo informe del Grupo de Trabajo II del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) pertenecientes a la Organización de Naciones Unidas (ONU), una evaluación integral que se completará este año.
El texto, con más de 3 600 páginas y contribuciones de más de 270 autores, revela con mayor detalle la severidad del asunto, y asegura que una parte de los daños por el cambio climático ya es irreversible, pues las especies —incluida la nuestra— están perdiendo la capacidad de adaptarse a los cambios en sus ecosistemas.
¿Es el principio del fin en cuanto al clima? Veamos.
El segundo informe de IPCC es el más completo sobre las repercusiones humanas y ecológicas del cambio climático, a causa de las emisiones de CO2. Foto:National Geographic
«Este es realmente un momento clave. Nuestro informe señala muy claramente que esta es la década de acción, si vamos a cambiar las cosas», refiere el comunicado que presenta el informe de la ONU.
El texto, que analiza las causas, los impactos y las soluciones al cambio climático, revela que el 40 por ciento de la población mundial es altamente vulnerable a los impactos del clima, y que la única esperanza de que ese porciento no aumente es si el incremento de la temperatura se mantiene por debajo de 1,5 °C.
Las olas de calor, sequías e inundaciones ya han superado los umbrales de tolerancia de las plantas y los animales, y han provocado la mortalidad en masa de diversas especies, como árboles y corales, revela el estudio.
Por si fuera poco, estos fenómenos meteorológicos extremos se producen de manera simultánea, lo cual genera impactos en cascada que resulta cada vez más difícil controlarlos.
A causa de estos fenómenos, millones de personas han quedado expuestas a una situación de inseguridad alimentaria e hídrica aguda, especialmente en África, Asia, América Central y del Sur, así como en islas pequeñas y el Ártico.
Para evitar una mayor pérdida de vidas, biodiversidad e infraestructura, es preciso tomar urgentemente medidas ambiciosas de adaptación al cambio climático y lograr reducciones rápidas y pronunciadas de las emisiones de gases de efecto invernadero.
De acuerdo con el nuevo informe, los avances en materia de adaptación son dispares, y las brechas entre las medidas adoptadas y lo que se necesita para hacer frente a los riesgos crecientes son cada vez más profundas. Las diferencias, detallan, son mucho mayores entre las poblaciones de menores ingresos.
Tras identificar estas tendencias negativas, el IPCC realizó un pronóstico que revela qué sucedería si la acción humana no consiguiera regular la temperatura. De no lograrse el control por debajo de 1,5 °C, el aumento del nivel del mar afectará cada vez más a los asentamientos costeros, para los que se pronostica la inmersión y su ulterior pérdida.
Asimismo, se espera, de seguir con el mismo patrón, que mil millones de personas más estén en riesgo por los peligros específicos para las costas. Por otro lado, dos posibles escenarios de agravamiento detallan que si las temperaturas aumentan entre 1,7 °C y 1,8 °C, la mitad de la población humana podría estar expuesta a períodos de condiciones climáticas potencialmente mortales a causa del calor y la humedad.
Una de las aportaciones novedosas de este análisis es el pronóstico sobre enfermedades, incluidas, por vez primera, las mentales. Además de una propagación mucho más rápida de enfermedades con vectores asociados a la humedad, como el dengue, el informe ha documentado el posible aumento de estrés postraumático, depresión y otro tipo de afecciones sicológicas, derivadas de la pérdida de espacios, culturas y grandes desastres meteorológicos.
Tras estos pronósticos, el secretario general de la ONU, António Guterres, describió el informe como un «atlas del sufrimiento humano», y enfatizó nuevamente en la responsabilidad de los líderes y decisores. «Los hechos son innegables. Esta abdicación del liderazgo es criminal. Los mayores contaminadores del mundo son culpables del incendio intencionado en nuestro único hogar», afirmó.
A su vez, Hoesung Lee, presidente del IPCC, declaró que «este informe entraña una seria advertencia sobre las consecuencias de la inacción». Añadió que en él se «demuestra que el cambio climático constituye una amenaza cada vez más grave para nuestro bienestar y la salud del planeta. Las medidas que se adopten en el presente determinarán la forma en que las personas se adaptarán y cómo la naturaleza responderá a los crecientes riesgos climáticos».
El documento no solo es claro sobre los impactos y las consecuencias de la tendencia actual, sino que dedica un especial interés a derribar falsas soluciones. Por ejemplo, señala la inutilidad de supuestas tecnologías «salvadoras» como la idea de desviar rayos solares o similares técnicas paliativas, y en su lugar apunta hacia la resiliencia social como la clave para cambiar los escenarios.
El desarrollo social y la resiliencia, la capacidad humana de adaptarse y de cambiar patrones destructivos sigue siendo la verdadera solución, señalan los especialistas encargados de la investigación. Brian O’Neill, autor y coordinador principal del informe, afirma que solo un mundo en el que realmente progresemos rápidamente en educación, salud y pobreza, es capaz de reducir el desastre del cambio climático, y nunca una fórmula mágica.
Si hubiera que subrayar en rojo las principales ideas que nos deja este informe integral anotemos la necesidad de responsabilidad y, sobre todo, entendamos que vivimos una década decisiva en el tema del cambio climático.