¿Sabe usted lo que hace su hijo o hija en las redes sociales? ¿Conoce a quiénes sigue y las páginas que lee? ¿Se ha preocupado por enterarse de sus motivaciones para darle likes (o no) a una publicación? ¿Ha visto las fotos que postea? ¿Está al tanto de su interés (o no) por retos virales?
No son un problema las redes sociales. El problema lo generan las personas con lo que divulgan, reproducen o comparten en ellas. El uso que hacemos de estas herramientas define en realidad el alcance, positivo o negativo, de su poder.
Otras veces en estas páginas he abordado el poco sentido común de algunos adolescentes y jóvenes al dejarse llevar por videos incitadores para sucumbir a «retos» que, al final, atentan contra su salud. Me preocupa inmensamente el nivel de ingenuidad e inmadurez que puede hacerles «perder la cabeza».
Recientemente se ha multiplicado el desafío conocido como chroming: una «invitación» a inhalar sustancias tóxicas. ¿Se imagina? Insecticidas, desinfectantes, detergentes, aerosoles, pinturas, esmaltes… Muchos de los que aspiran a salir ilesos de esos «experimentos» son menores de edad.
La mayoría de estos videos triunfantes a ser imitados circulan por Tik Tok, a pesar de que esta red social advierte que las normas de su comunidad prohíben los desafíos peligrosos. Pero los videos ahí están.
No pocas muertes por esas razones han conmocionado, no solo a las familias en cuestión, sino a los gobiernos. ¿Pero cuántos han tomado cartas en el asunto?
Venezuela es un buen ejemplo. El presidente Nicolás Maduro instó al Tribunal Supremo de Justicia a conformar un grupo multidisciplinario para estudiar los efectos de esta «moda» —ya alertados por pediatras a nivel mundial— y le anunció a Tik Tok que tomará medidas severas en su contra si esos contenidos no son eliminados. A la par, desarrolla charlas basadas en el slogan NO al reto Chroming, abraza tu vida.
De eso se trata. La vida es frágil, es casi un milagro estar vivos y es demasiado tonto no cuidar ese estado. Viralicemos retos de otro tipo y propiciemos un mejor aprendizaje. Estar al borde de la muerte o caer a sus pies no puede ser el «reto» que busque la nueva generación. ¿No piensan, no miden los riesgos, no evalúan las consecuencias? A ese paso…
Le invito, entonces, a hablar con sus hijos, a preocuparse por el consumo que hacen de las redes sociales, lo que les parece atractivo y lo que les motiva. Pudiera empezar por ahí el camino de la sensatez. Esa sí puede inhalarse.