Desde el viernes a las once de la mañana, cuando Cuba experimentó la desconexión total del Sistema Electroenergético Nacional, muchos empezamos a pensar en megawatts, generación distribuida, termoeléctricas, paneles fotovoltaicos y, por supuesto, en el retorno de la «luz» a la vida cotidiana de los cubanos.
Poco después, vivimos junto a obreros de la central térmica de Mariel, Máximo Gómez, el ajetreo de quienes esperaban ansiosos un barco con combustible casi desde el otro lado del mundo, para que la central flotante generara electricidad a su máxima capacidad en los tres motores en funcionamiento y, por consiguiente, iniciar ese proceso en las tres máquinas disponibles.
Al ingeniero Roberto Pigueiras Fernández, director de la termoeléctrica marieleña lo escuchamos buscando alternativas entre los operarios y también a los especialistas, sin descuidar ni un minuto las salas de control de cada unidad, y con la mirada puesta en hospitales, fuentes de abasto de agua y otros servicios vitales de la población, a quienes debían llegar los primeros MW generados.
Al tiempo que la desesperación crecía, había una minoría alentando a repletar parques en contra de un «Estado fallido»; el mismo Estado que mantenía servicios de Salud con grupos electrógenos o intentaba ser creativo al elaborar menús desde entidades de comercio o alojamiento, en función de menguar las insatisfacciones.
Un microsistema en el occidente del país, la generación de los motores de Mariel, que es una tecnología más rápida, islas con generación distribuida en Bahía Honda y San Cristóbal para unos 5 000 clientes, un Despacho de Carga desde la Empresa Eléctrica Provincial para calentar líneas y ofrecer servicio paulatinamente, la conexión de un microsistema más grande desde Artemisa a Holguín, de nuevo la desconexión total…
Como en la pelota, cada quien piensa en la jugada perfecta, esa que Cuba también desea poner en base, pero ¡qué nadie piense que es tarea fácil, ni que objetivamente están las condiciones creadas! ¡Qué nadie piense que lo será en lo adelante!
De estos días oscuros se sacan experiencias, habrá estrategias; pero sobre todo, a muchos nos queda la solidaridad de quienes nunca dan la espalda y se vuelven solución ante las dificultades. De eso también saben los eléctricos. Esa también es Cuba, la de días oscuros y voluntades intensas.