Por debajo de la luminosidad trepidante del Vietnam actual, con sus edificaciones acristaladas que se empinan hacia el cielo, las miles de motos y vehículos que se disputan las calles de Hanoi, los pequeños y pintorescos comercios en los que se expende lo humano y lo divino, los enormes carteles digitales que anuncian desde mundiales marcas norteamericanas a humeantes Habanos cubanos, sigue discurriendo abundante, como las aguas de los famosos y numerosos ríos del país, la generosidad y la hermandad de un pueblo que no se olvida de su historia ni de sus amigos verdaderos.
El cubano que pasa a rendir honores al Tío Ho, en el mausoleo tan solemne como impresionante que le honra en el centro político de la capital de la nación, siente como si este hombre venerado se tomara otra de las siestas que le son comunes a su gente, para levantarse luego en su cercana cabaña de madera a continuar guiándolo en su destino.
Lo esperan los pocos bienes de un líder cuya humildad toca todo en este país, entre estos los toronjales y otros frutos y árboles que sembró, y los peces que alimentó con sus manos en el pequeño lago que debió prodigarle a su alma la misma paz interior que ahora regala a la de los visitantes.
Quien recorre, aunque apurado, con el corazón abierto a las emociones, estos espacios que tanto marcan el pasado y la gloria del pueblo de los anamitas, tan preciosamente descritos por José Martí, sale más presto a entender los pilares sobre los que se afinca la pujanza, bordada por la nobleza, la inteligencia y la entereza, sobre la que descansa y se impulsa la enorme transformación que se observa por todas partes.
Pasados 40 años de la renovación del modelo socialista, Vietnam es hoy una nación pujante dentro de su propio entorno geográfico y en el mundo, que se proyecta vertiginosamente al futuro sin renegar de su pasado, mejor aún dignificándolo con el aliento de cambios que transpira su sociedad.
«Cambio o muerte» es una de las ocurrentes y lapidarias sentencias con la que nos sorprenden editores y colegas de Radio-televisión de Hanoi, con quienes sostuvimos un encuentro tan profundo como cariñoso y distendido en nuestro primer día de estancia en esta tierra, en fecha memorable que recuerda la primera visita de Fidel, cuando todavía este era un país asolado por la guerra y las carencias, un gesto, junto a otros del rebelde cubano y de su pueblo, que aquí se guarda en el más precioso de los cofres.
Lo impostergable de los cambios, aún con los peligros que suponen, fue la tónica de todos los intercambios, muy especialmente en el sostenido con Le Quoc Minh, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Vietnam, vicejefe de su departamento de propaganda, editor en jefe del diario Nhan Dan y presidente de la Asociación de Periodistas.
Quoc Minh, con más de 30 años en la profesión y un enamorado de los secretos de las tecnologías e impulsor renombrado de la innovación en los medios vietnamitas, es uno entre los diversos editores del país que insiste en lo ineludible de la modernización, la transformación y la renovación, sobre todo para encarar los desafíos que en este ámbito imponen las nuevas tecnologías de la información y la comunicación y el intento de utilizarlas para debilitar ideológicamente a los adversarios, como ocurre con países como Cuba y Vietnam.
Si cambia el socialismo lo tiene que hacer con el mismo énfasis el periodismo, insistió el fundador de Vietnam Plus, considerada aquí como un referente en la modernización y cambio en los ámbitos mediáticos.
El Presidente de la Asociación de Periodistas de Vietnam subraya que en el caso de internet y las redes sociales no basta con salir a buscar a las audiencias donde estas se encuentren, porque ello ya significaría una debilidad, sino que es preciso posicionarse con espacios y propuestas en esos ámbitos que las atraigan, tratando de hacer contrapeso a la fragmentación y la dispersión.
El líder de los periodistas sinceró las ventajas y los conflictos que ha supuesto el cambio de las formas de gestionar económicamente los medios de prensa de su país, sobre todo cuando se enfrentan situaciones de crisis como las derivadas de la COVID-19, que impactaron sobre las posibilidades de la publicidad, por lo que no faltan quienes añoran la seguridad que supone el presupuesto del Estado, aunque reconoció que depender de este siempre supone límites que frenan el ímpetu y la fortaleza mediáticas.
Insistió en el valor de la revolución tecnológica e innovativa en el sector, algo que no es posible, consideró, si los editores principales no tienen conocimientos y conciencia sobre la trascendencia de su uso.
De ahí la relevancia que ofrecen a la superación de los profesionales de los medios en estos temas, sobre todo de los más jóvenes, con el interés de que impulsen, con su mentalidad abierta y mayores posibilidades de apropiación, los nuevos conceptos y códigos.
Como muchos afirman aquí, con la pragmática disposición de sus conciencias, no se trata de negarse sino de crecer, para defender siempre, desde los medios, el bienestar y la paz que un pueblo tan agredido y sufrido merece.
En ello también cubanos y vietnamitas estamos hermanados. (Tomado de cubaperiodistas.cu)