Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Cuba, la prensa, la big data y el eleguá

Autor:

Ricardo Ronquillo Bello

Decidir el tipo de caminos a escoger y la forma de abrirlos no fue nunca una elección menor en ninguna parte del mundo. En la Cuba del ajiaco cultural esa disyuntiva alcanza su personificación espiritual en Eleguá, el Orisha-guerrero que abre los senderos.

En el archipiélago, como ocurre con el resto de los humanos, no pocas veces tenemos la tendencia a escoger los caminos trillados, sin cuestionarnos si esa es la mejor elección, como alerta una fábula del escritor brasileño Pablo Coelho. Lo anterior ocurre pese a que otra parábola sentencia: «No quepa duda, duda no quepa, a Juan lo mató el camino, sí, lo mató el camino, lo afirmo y lo vuelvo a afirmar…».

Parte del enorme desafío cubano del siglo XXI, heredado desde los tiempos fundacionales, se decide en nuestro tipo de elección. Así es para la nación entera y para cada uno de sus componentes, entre los que no podría faltar, por supuesto, el sistema de comunicación del país; el mismo que en reciente reunión de la Junta de Gobierno se ubicó, por el Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, entre los tres pilares de la gestión gubernamental, junto a la ciencia, la innovación y la informatización.

Si la comunicación es un pilar básico para la gestión de Gobierno en Cuba, este sería endeble sin una gestión de innovación al interior de ese sistema —incluyendo la prensa— que nos aparte de los caminos trillados, de la instrumentalización, la improvisación y la intuición repetitiva y mecánica. Nada puede ser menos rutinario en el sistema de prensa nacional que las afamadas rutinas productivas.

Sobre, todo, cuando heredamos la encomienda de concretar la idea de Fidel —a quien honramos especialmente con este Primer Festival Nacional Virtual de la Prensa a cuatro años de su muerte—, de que la espectacular transformación provocada por las tecnologías de la información y la comunicación sean una ventaja especial para nosotros, los marginados y silenciados por los siglos de los siglos. El éxito nuestro sería imponernos sobre las amenazas para aprovechar especialmente sus enormes oportunidades.

Superar los problemas estructurales de nuestro sistema público de prensa, que solo encontrarán solución definitiva con el avance de la voluntad recogida en la nueva Constitución, la Política de Comunicación del Estado y del Gobierno y las disposiciones legales que se requieren, obliga —como en todos los ámbitos— a crear las condiciones para el impulso de una sólida gestión de innovación y desarrollo, que impone replanteos sistémicos en la gestión editorial, económica y tecnológica de los medios, así como en su relación con las universidades y los estudios académicos.

Con el Festival la Unión de Periodistas de Cuba funda una plataforma de socialización, debate y competitividad para estimular dichas transformaciones, sin los cuales no podríamos avanzar en la construcción del nuevo modelo de prensa público para el socialismo cubano, que convierta a esta en parte de los mecanismos de control popular, horizonte principal del 10mo. Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba y urgencia de nuestro tiempo para un país sometido a un asedio mediático descomunal, unas veces sibilino y enmascarado y en otras estridente y cavernario.

Resulta muy gratificante que, sometidos a los reacomodos radicales que implicó la COVID-19, agudizada por la asfixia criminal del actual Gobierno de Estados Unidos, tuviéramos la capacidad para organizar este primer encuentro, en el que están disputándose los seis premios a la innovación más de 40 medios —entre los que suman más de 90 proyectos— y 19 investigaciones académicas en aplicación.

La anterior es una señal promisoria de que en esta era de plena transformación digital, pese a obstáculos e incomprensiones todavía diversos, el sistema público de prensa manifiesta una propensión al estudio, la prueba y el aprendizaje que apuntan al cambio, más acentuado donde se renuncia a los estilos formales y burocráticos de dirección a favor del liderazgo creativo.

Este último exige una mentalidad exploratoria, inspiradora, que potencie la curiosidad, el ejercicio del criterio y la capacidad para transformar la incertidumbre en un activo de las organizaciones, de saber qué se quiere conseguir y por qué, de la construcción de equipos multidisciplinares con capacidad y atribuciones para modernizar, de una comprensión colectiva de la importancia del cambio, y de un enfoque pionero y de riesgo.

No podría ser de otra manera en los tiempos de la big data y la post verdad, cuando se requieren productos periodísticos personalizados, contenidos relevantes para distintos segmentos de audiencias, de privilegiar los intereses de estas —ahora también productoras de contenidos—, y de la agenda pública, del uso de nuevas narrativas, formatos y maneras de contar —responsivos o adaptables—, de profesionales con una mentalidad digital y de cambio continuo.

Igualmente se requiere de capacidad para empatizar con distintos tipos de destinatarios, de agilidad, de fuerza analítica, de síntesis, de construir historias en tiempo real y con honduras humanas, de salir a buscar a las audiencias donde estén, de la conciliación entre los productores de contenidos y las plataformas tecnológicas, de las suscripciones digitales, del empleo de los más diversos y potentes buscadores digitales…

Tenemos que saldar las deudas sistémicas del periodismo del siglo XX compatibilizándolas con las modernizadoras del XXI. Cambiar la prensa, como confirmó Julio García Luis, Premio Nacional de Periodismo José Martí, no resuelve los problemas del socialismo, pero sin hacerlo este no sería nunca tan pleno, democrático, próspero y participativo como nos lo hemos propuesto

Lo anterior sería como el Eleguá periodístico y comunicacional cubano en este cambio de época. El que haría posible que, contrario a lo ocurrido al Juan de la fábula, nos salve el camino.

(Palabras de apertura del Primer Festival Nacional de la Prensa, que se realizará entre este 24 y 26 de noviembre)

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