Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

No tropezar de nuevo con la vieja piedra

Autor:

José Alejandro Rodríguez

Una vez más, el Presidente cubano alertó que en economía, no podemos continuar haciendo lo mismo que no da resultados; algo que palpita en los debates académicos, en las insatisfacciones de los actores económicos; y en las pasiones de la esquina del barrio. El gran tema nacional.

Ese punto de inflexión lo proclamó Díaz-Canel al presentar ante el Consejo de Ministros la estrategia para «transformar el comportamiento de la economía cubana con agresividad, intensidad e innovación» —qué tres palabras—, y saldar la vieja deuda con propósitos pendientes de los Lineamientos Económicos y Sociales y la Conceptualización del modelo.

Lo esencial es que se comiencen a remover los añejos frenos y trabas burocráticas a las fuerzas productivas, precisamente en el momento más difícil, cuando Cuba sufre los graves saldos de la crisis mundial acentuada por la COVID-19, los perennes del bloqueo estadounidense y los propios errores internos en el accidentado camino de la construcción socialista.

De cómo se cumplan estos renovados propósitos, podría  prevalecer aquella visión del vaso medio lleno, en vez del medio vacío que solo ven los pesimistas. Podría confirmarse que crisis genera oportunidad, y sería la posibilidad de «convertir el revés en victoria», como nos enseñó Fidel.

Apenas esbozada, la estrategia sugiere una visión autocrítica sobre las dilaciones en el proceso de actualización del modelo económico cubano hacia el socialismo. Un sinceramiento de cuáles han sido sus puntos débiles.

Muy interesante es el sentido secuencial, y a la vez integrador y sistémico de los cambios anunciados, que partan de la urgida transformación estructural y funcional del sector agrícola, de la empresa estatal socialista y del sector no estatal. Todos hacia mayor autonomía y autosostenibilidad, complementados entre sí orgánicamente, hacia el crecimiento y desarrollo de la economía nacional.

Espero que deban desplomarse dogmas, y se fomenten más los incentivos económicos que las prohibiciones. Que cada actor tenga el espacio abierto para su emprendimiento, sin que desaparezcan los mecanismos de control y fiscalización. Que se alce el control popular como freno ante desviaciones, delitos y corrupción.

Que la planificación deje de ser forceps inamovible, y no implique asignación centralizada de recursos, como dijera  el Ministro de Economía y Planificación; y cada actor económico gestione y emprenda por sí mismo hacia la reproducción ampliada, y participar todos directamente en el comercio exterior, como se anunció. Que se reconozca siempre el papel del mercado, y se le regule por métodos indirectos, de manera que no se repitan inoperantes medidas administrativas sobre él.

Urge un mercado mayorista, pero hay que sacar del marasmo y la obsolescencia a la industria nacional como proveedor, al igual que a la agricultura, para liberarnos de la dependencia enfermiza de las importaciones y fomentar la diversificación de exportaciones en cada actor económico.

Que desaparezcan eufemismos y prejuicios hacia el sector no estatal. Que la cooperativa sea verdaderamente una cooperativa. Que asumamos sin temor «la propiedad privada» públicamente, como se valida en la Conceptualización del modelo económico y social. Que siempre contemos con ella para la construcción del socialismo, junto a la que deba ser su aliada mayor, la empresa estatal.

Por ahora, la eliminación del gravamen al dólar y las compras en tiendas mediante moneda libremente convertible suenan más. Pero en lo adelante vendrán transformaciones vitales como la unificación monetaria, que pondrá al día con el mundo, y con el propio país, ese supremo valor de cambio, no sin ajustes que se harán sentir. Y a la larga, lo vital será la capacidad de la economía cubana de fomentar muchos más valores entre todos sus actores para, en medio de tantas dificultades, crecer por sí misma. Que se dignifique y valorice el trabajo y no el invento y la vagancia en la isla de Cuba.

Para ello, hay que ir abriendo compuertas al emprendimiento, estatal o no, y cerrando esos viejos y gastados laberintos burocráticos que nos conducen al mismo sitio. No podemos seguir tropezando con la vieja piedra. No debemos, en materia económica y social, seguir haciendo lo mismo que no da resultados. Así se nos aleja la prosperidad y el tiempo se nos escurre entre las manos.

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