Enciendo el televisor y está en marcha la revista especial con detalles de lo que sucede en Naciones Unidas cuando se presenta por 28va. ocasión la resolución Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra Cuba.
Escucho las diferentes intervenciones y me asalta un pensamiento: cuánto le ha costado a nuestro país el derecho a ser.
El documento que este miércoles y jueves provocó debates en el seno de la ONU no es más que una nueva declaración de principios por parte de nuestro pueblo, de un país que ha tenido que defenderse desde su nacimiento para existir.
Si se analiza la historia de Cuba, incluso de forma somera, veremos que es una de luchas. Múltiples son las gestas acontecidas en este Archipiélago que buscaron la emancipación de toda nuestra geografía. Y, cuando finalmente esta se logró de forma definitiva, la lucha no cesó.
La soberbia del Gobierno yanqui de turno en 1959 —sentimiento que ha sido heredado por todos los que le sucedieron luego—, no podía admitir que a poco más de 150 kilómetros de sus costas se alzara un Estado soberano, libre de determinar sus destinos, y dispuesto a hacerlo al precio que fuera necesario.
Por eso existe el bloqueo, porque Washington ha querido negarnos nuestro derecho a ser. Sí, los cubanos somos diferentes. Lo somos desde el lenguaje que empleamos —a pesar de ser el castellano de Cervantes—, hasta en los valores que compartimos y que nos distinguen como un pueblo solidario, justo, que da siempre lo mejor de sí.
En este trozo de mundo muchos creemos que un mundo mejor es posible, y trabajamos para aportar lo que podamos en pos de ese empeño.
Ser como somos, nos ha costado el odio y la saña de la mayor potencia imperial jamás conocida. Ser como somos, nos ha hecho tener que crecernos para conquistar la esperanza, la luz y la verdad, todo ello en medio de un bombardeo ideológico que, con una lupa gigante, magnifica cualquiera de nuestras manchas para tratar de demostrar que somos una nación fallida.
Al escuchar las intervenciones este miércoles y jueves en la ONU, muchos fueron los calificativos negativos que salieron por los altavoces del televisor: genocidio, ilegal, cínico, irrespetuoso, inmoral, injusto…
Todos y cada uno de ellos se referían a una sola cuestión: el bloqueo económico, comercial y financiero que mantiene Estados Unidos contra Cuba, cuya terminación inmediata y sin condicionamientos fue solicitada por el Movimiento de Países No Alineados, la Unión Africana, México, India, Vietnam, Angola, Sudáfrica, Guyana, Indonesia, Zimbabue, Nicaragua, Venezuela, por solo mencionar a algunos de los que hicieron uso de la palabra de forma contundente.
El mundo lo sabe, aunque Estados Unidos no quiera enterarse: los cubanos tenemos derecho a ser, y eso lo vamos a defender por siempre.
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