El estado de la Florida se divide en 67 condados. De ellos, el segundo más grande en extensión territorial y el primero en población es Miami Dade. Esta demarcación tiene 19 ciudades, de las cuales la segunda más poblada es la de Hialeah, solo superada por la de Miami.
Es Hialeah, definitivamente, la más cubana de las ciudades del condado. Vivir allí es, salvando algunas diferencias, como estar en cualquier ciudad de la Cuba del pasado. El parecido va desde las costumbres cotidianas de los ciudadanos hasta la misma corrupción política de aquellos años. Los dos últimos alcaldes han sido llevados a las cortes de justicia, y al que está actualmente en el puesto no lo han llevado aún, pero motivos hay para hacerlo. Dos son cubanos de nacimiento, y el otro hijo de cubanos.
Aquí, legalmente se considera usura y es ilegal el hacer préstamos con más de un 18 por ciento de interés. Sin embargo, hace unos días el actual alcalde de Hialeah declaró como testigo de la Fiscalía en un caso que se desarrollaba en una corte federal de Miami, y en su testimonio aceptó haber hecho un préstamo en el que cobró un 36 por ciento de interés, es decir, el doble de lo permitido por la ley.
Entonces, existen las causas para que el honorable alcalde sea encausado formalmente y llevado ante los tribunales, no en calidad de testigo de la Fiscalía, como acaba de ocurrir, sino en el rol de acusado. ¿No estamos en el país donde se cumplen las leyes? ¿No es eso lo que constantemente se proclama?
Pues bien, en ese juicio al que acudió como testigo el actual alcalde se estaba juzgando al funcionario que lo había precedido, Julio Robaina, y también a su esposa Raiza Villacís. Ambos eran acusados, de seis cargos él y cuatro ella, imputaciones que iban desde la evasión de impuestos y mentiras a las autoridades hasta la usura.
Ambos salieron libres del juicio. Un jurado compuesto por 12 ciudadanos los encontró no culpables de los cargos que se les imputaban. El jurado alegó que no encontraron que las pruebas presentadas por el Estado fueran lo suficientemente convincentes para hallar culpable al matrimonio. Por lo tanto, la pareja salió sonriente del tribunal y, como dice el dicho, calabaza, calabaza, cada uno pa´ su casa.
Los que hayan seguido el juicio durante sus dos semanas de duración, no podían estar más seguros de que ambos iban a ser hallados culpables; pero, para sorpresa de muchos en esta comunidad, no sucedió lo que se esperaba.
Todo ello lleva a la conclusión de que el sistema de justicia norteamericano, en el que se juzgan los procesos criminales por medio de jurados, es bastante endeble y se presta a que un habilidoso abogado pueda manipularlo para que voten a su favor y encuentren inocentes a sus representados. Los miembros del jurado son seleccionados al azar entre la población, y después nuevamente escogidos tanto por la defensa como por la Fiscalía, para que participen en los juicios.
El artículo tres de la Constitución de Estados Unidos requiere que todos los casos criminales sean juzgados por un jurado, y la séptima enmienda de esa Carta Magna garantiza el uso de los mismos en los juicios civiles.
Es muy probable que en un principio este sistema tuviera sus bondades, pero sigo pensando que se presta a la manipulación y a la confusión, incluso a ser influido de una u otra manera por los medios de comunicación y, en casos extremos, hasta pueden ser comprados. Hay que darse cuenta de que los que acuden a participar en los jurados son personas comunes y corrientes, que en su mayoría no tienen ni el menor conocimiento de los procesos legales.
Ha habido ocasiones en que los jurados, después de haber deliberado durante horas llegan a veredictos inesperados. Años atrás un famoso jugador de fútbol fue juzgado en una corte de California por el asesinato de su esposa, y aunque todo indicaba que iba a ser encontrado culpable, el jurado lo declaró inocente.
El caso de los cinco jóvenes cubanos que fueron juzgados en Miami es otro ejemplo de lo que digo sobre las debilidades del sistema de jurado. Como todos sabemos, era imposible que a los cubanos se les juzgara con imparcialidad en esta ciudad; era prácticamente imposible encontrar en el sur de la Florida un jurado que no estuviera inclinado a hallar culpables a los Cinco. Y aunque al acabar el juicio todo parecía que al menos en muchos de los cargos iban a ser encontrados inocentes, el parcializado tribunal que los juzgó los declaró culpables de todos los cargos.
Así, en el caso del ex alcalde y su esposa no es de extrañar el resultado. Ahora, al salir de la sala del juicio, el famoso personaje nos promete que tiene la oportunidad de seguir sirviendo a la comunidad. ¿Qué les parecen los tránsfugas que tenemos en estos lares en servicio del pueblo?
*Periodista cubano radicado en Miami