CARACAS.— Dos entrevistas concedidas por un viejo político de derecha a sendos canales de televisión desnudan, sin querer, la guerra de buitres que existe en la oposición, incansable en su afán de mostrar unidad monolítica.
«Hubo sectores en la oposición que exigían condiciones (...) para que el diálogo no se produjera, porque hay sectores de la oposición, y hay que decirlo aquí a cualquier riesgo, que no están interesados en el diálogo porque les tumba ciertas agendas personales y partidistas», decía la semana pasada a Televen Henry Ramos Allup, secretario general del partido derechista Acción Democrática (AD), al referirse al proceso de conversaciones iniciado entre la llamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y el Gobierno.
El dirigente de AD fue más lejos: «Hay gente que creo es fanática de la confrontación y declaran guerras mundiales para que las peleen los hijos de los demás, porque seguramente ellos tienen sus hijos a resguardo».
Horas después el propio Ramos Allup le dijo a la presentadora de origen colombiano Patricia Janiot, de CNN en español, que Antonio Ledezma y María Corina Machado, dos de los más mediáticos cabecillas de la oposición, no fueron al Palacio de Miraflores a dialogar, simplemente porque no quisieron ir, y deslizó que tenían intereses personales, incompatibles con los partidarios del debate.
Estas realidades no son nuevas. Varias veces —más allá de la coyuntura actual de diálogo— se ha hablado de enfrentamientos velados entre el gobernador de Miranda y ex candidato presidencial, Henrique Capriles (del partido Primero Justicia), y el promotor de la «salida», Leopoldo López (de Voluntad Popular).
Y también se ha hablado de las contradicciones entre la señora Machado y el Ausente de Miranda. Incluso, fue célebre un audio en el que ella le expone a un viejo amigo que Venezuela «está así» porque Capriles no tuvo los suficientes arrestos masculinos en los días sucesivos al 14 de abril de 2013, cuando, luego de varias muertes por su llamado a descargar la «arrechera» por los resultados de las elecciones, dio marcha atrás a una marcha convocada para el centro de Caracas.
También resultaron notorios los saltos de dirigentes del partido opositor Un Nuevo Tiempo (UNT) a Primero Justicia por pugnas internas dentro del primero después que aceptaran hablar de paz con el Gobierno.
Sin embargo, tal como advertía Aquileo Narváez Martínez en el sitio digital Aporrea, en el artículo División en la oposición, esas pugnas internas en relación con el diálogo y otros temas no deben distraer a las fuerzas chavistas porque a fin de cuentas el propósito de todos esos personajes es echar abajo la Revolución.
«Más allá de la chachareada división opositora lo que existe en la actualidad es una acelerada recomposición», analizaba el comentarista y agregaba que en esta nueva etapa esos actores políticos se seguirán presentando al mundo como víctimas del «régimen», «distendidos, endebles, atizando escaramuzas donde tengan chance, induciendo el desabastecimiento cuando puedan, quemando autobuses cuando quieran, en fin… seguirán jodiendo… en “baja intensidad”».
Eso confirma cuánta falta hace mantener la unidad dentro de la Revolución, contrarrestar la tremenda guerra psicológica contra el presidente Nicolás Maduro y su gabinete, derrotar la guarimba, vencer en el terreno económico (el más difícil de todos) y enriquecer las doctrinas que afortunadamente dejó Chávez.